253 oraciones de ejemplo con enloquecido

Todas debían haber enloquecido de amor por el capitán del Mare nostrum.

Había sido culpable, no por dinero ni por traición, sino enloquecido por una mujer.

Amaury estaba enloquecido.

Y este animal, que, enloquecido por lo que considera amor, tiene en el momento supremo de su dicha movimientos simiescos, gesticulaciones demoníacas, zarpazos de fiera, es el más noble de la creación, el único depositario de la verdad.

Ramiro se sintió como enloquecido ante aquella aparición.

Por fin, todos oyeron la áspera voz del religioso, que gritó como enloquecido: ¡Ultima vez: decid que abjuráis de vuestras creencias diabólicas!

Lo que aquel hombre, enloquecido por el dolor, decía quizá no fuese cierto.

¿Han enloquecido los ingleses, ó adivinado nuestra llegada alumbrándola con el incendio?

En esa casa habitaba mi Lucía, i era opinion comun entre todos los de la ciudad que habia enloquecido al poco tiempo despues de muerta su madre, por cuyo motivo jamas se la habia visto por nadie desde aquella época.

Al embarcar en Cádiz yo era un enfermo de pesares de la vida; un hombre enloquecido por la brutalidad del mundo; un místico visionario de purezas, de ideales, que al huir en las Placer y Eyllin los escarnios del humano amor que él soñó divinizado, te encontró divina..., á ti, niña tan niña que llevabas la inocencia del ángel en los ojos y las trenzas á la espalda.

Cuando Andrés llega a su casa, medio enloquecido, ya las vecinas le han arrebatado a Serafín para alimentarle y vestirle antes de que su madre le vea derrotado y hambriento, con el terror hundido en los ojos y la angustia pintada en el semblante... Todo el pueblo se agita al conocer la tragedia del soto de la Cruz.

¡Ah, misericordioso Dios! ¡Mentí! Yo te dije: en buen hora sea: Dios te ha dado en sus bondades una hermosura superior á la de las mugeres de la tierra; eres una hurí que el Altísimo ha permitido aliente en las entrañas de una muger: digna eres de ser sultana: mi esposa la sultana Wadah, ha enloquecido... está apartada de : ocuparás el lugar de la sultana Wadah, que por su locura se la puede considerar muerta.

¿Pero si me hubiere enloquecido el amor?

Por ella ha desobedecido mis órdenes, ha dejado abandonadas en el castillo de Alhama mi bandera y mis gentes de guerra, y se ha venido á Granada enloquecido de amor.

Y Ketirah no nota aquella mirada, porque hace mucho tiempo que ama en secreto á Ebn-Ismail, desesperada, y la primera palabra de amor del infante la ha enloquecido.

Un caballo sin jinete pasa, olfateando la carnicería y huyendo enloquecido...

Enloquecido, corrió monte arriba.

Dulce me será espirar Del contento en el exceso, Contemplando tu embeleso Y exhalando enloquecido El alma, no en un gemido, Sino en la llama de un beso.

Estos sentimientos alcanzan un grado máximo de excitación cuando el caballo, enloquecido por las heridas y el terror, sumergido en la lucha mortal, con sus rojas cicatrices veteando su cuerpo cubierto de espuma y de blancuzco sudor, huye del furioso toro, que sin cesar le persigue y acornea; en este punto es cuando se pone de relieve el valor, la presencia de ánimo y la maestría del diestro y sereno picador.

En un rincón del patio halló a don Serafín enloquecido de terror, mientras su hija, en el zaguán, no se alejaba de la puerta, lista para prestar auxilio a quien se lo pidiera, pensando en que podía ser él.

así habría dos primas postradas: la una á causa de las razones, y la otra por haber enloquecido sin ninguna.

» Le llena de amor lo vil y lo caído, y ciego de bondad, enloquecido de evangelización, hace como el apóstol que penetra en los tugurios para salir de ellos, torturado de dudas cubierto de maldiciones y carcomido de remordimientos.

Y marcha por la vida escuchando el sonoro retintín de las monedas, estimulado por su música interior, enloquecido por la sarcástica excitación de su demonio íntimo.

Las mediocracias negaron siempre las virtudes, las bellezas, las grandezas, dieron el veneno á Sócrates, el leño á Cristo, el puñal á César, el destierro á Dante, la cárcel á Bacon, el fuego á Bruno; y mientras escarnecían á esos hombres ejemplares, aplastándolos con su saña ó armando contra ellos algún brazo enloquecido, ofrecían su servidumbre á pomposos pavoreales ó ponían su hombro para sostener las más torpes tiranías.

Porque las supersticiones e idolatrías todas con que el diablo ha enloquecido al mundo, y extraviándolo del conocimiento y culto de su verdadero Dios, trajeron siempre este pretexto de falsa reverencia.

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