20 oraciones de ejemplo con fisgona

¡Curiosona, fisgona, feúcha! ¿ quieres saber?

Observó la de Rubín el trajecito azul de Adoración, sus botas, todo su decente atavío, y en aquella inspección fisgona que hizo, sus miradas y las de Jacinta se encontraron alguna vez.

La fisgona de doña Petra, hermana de don Feliciano Gómez, que pasaba por la Rúa Nueva al tiempo de apearse doña Paula y sus hijos, pudo observar que el criado sacaba del coche una porción de paquetes, que se le antojaron piezas de tela.

Tengo ese defecto: soy una fisgona insufrible...

Fisgona impenitente, no había castigo que la curase de la pasión de arrimar, ora el ojo, ora el oído, a todas las rendijas y cerraduras de los aposentos; y, a creerla por su palabra, ¡qué cosas veía y escuchaba en aquellos vedados interiores!

Un balcón se abre con sigilo encima de las muchachas, y unas cabezas se perfilan, estiradas y fisgonas, hacia la calle.

Continuaba siendo incansable fisgona de la vida y milagros de este mozo; y como aquélla era tan contraria á sus gustos é inclinaciones, rara vez estaban juntos sin que ella le calentara las orejas.

El mismo Andrés no contaba ya con fuerzas suficientes para someterse en silencio á ciertas imposiciones caprichosas, y no sabía hasta qué extremos podría arrastrarle una conspiración así, tramada por una chiquilla fisgona, contra sus honrados procederes.

La Diabla la miraba con su acostumbrada curiosidad fisgona y aun le disparó tres ó cuatro preguntas pérfidas referentes á la interrumpida tarea del equipaje.

La curiosidad y fisgona destreza de las vecinas, supo percatarse hasta de los menores detalles.

Y arrancando de aquí el motivo, llega un día en que ésta le parece gazmoña, fisgona y antipática en esencia y presencia.

Pero no había más remedio, pues la portera, que tal servicio solía prestarles, se hallaba gravemente enferma, y antes morir que fiarse para ello de alguna de las vecinas entrometidas y fisgonas.

» Pero, felizmente para la fisgona, Marcones, después de la lección de aquella tarde, se encerró con ella, que ya le esperaba, y comenzó á cumplirle su promesa, diciéndole al mismo tiempo que se frotaba las manos: ¡Como una seda, tía!... ¡como una seda! ¡Le repito á usted que como una seda!

Y como sintiese los pasos de Renata, volvió de nuevo á su trabajo, agachado sobre el papel, para evitar la mirada fisgona de la camarera.

Tienen unas entrañas más dañadas que las víboras, un aliento venenoso más que el de los dragones, unos ojos envidiosos y malévolos más que los del basilisco, unos dientes que clavan más que los colmillos de un jabalí y que los dientes de un perro, unas narices fisgonas, encubridoras de su irrisión, que exceden á las trompas de los elefantes.

El doctor lo miraba á ratos y á ratos bajaba los ojos, disimulando una risita fisgona que le hacía cosquillas en el estómago.

Nariz de sátiro y aun más fisgona.

Poco después que Fernando, salió de la misma casa el ama del cura, viejecita muy limpia, muy fiel y muy cariñosa; pero fisgona incorregible y charlatana impenitente.

Inventó un Rito Paládico o culto de Satanás, para combatirla; una querida suya, también fisgona, simuló ser gran sacerdotisa del Paladismo, convertida por Taxil.

Los balcones estaban abiertos y corridas las cortinas de muselina, tan livianas que el aire y el sol las pasaba de claro, pero bastante densas para guardar de ojeadas fisgonas el recinto.

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