50 oraciones de ejemplo con hada de

Algunos días vienen las hadas de la lluvia.

Necesitas los servicios de las hadas de la lluvia.

Algunas veces las hadas de la lluvia se encuentran con las hadas del sol.

Animosa prosigue tu jornada... Bajo el beso del hada de la Historia, tu naciste con alma destinada a ser conquistadora de la gloria! Con un amor ardiente e infinito, enarbola la enseña de la ciencia... En las hojas del libro allí está escrito el poema inmortal: la independencia! Juventud estudiosa del Oriente, las libertades nacen en la guerra, pero , de la paz bajo el ambiente, con tu saber libertarás mi tierra.

Podría considerarse su protectora; no hay cabaña alguna en seis leguas á la redonda, que no la conozca y la venere como la hada de la beneficencia.

Ya estaba desconocido todo aquel interior, y aún continuaban transformándole por momentos las dos hadas de la casona.

»¿Y qué es? »Si al encontrar al hada de mis ensueños y hacerla reina de mi albedrío querrá ella que reine yo en el suyo.

Desde luego no es un mundo de cal y canto como el que han ido construyendo los hombres para nido de sus vanidades dispendiosas y malsanas; es un compuesto de primores de la naturaleza en su más dulce reposo: auras de Mayo, rosas, follaje, pájaros..., ¡qué yo!, y, sobre todo ello, y para alumbrarlo, vivificarlo y embellecerlo, la Luz de mis ilusiones, del hada de aquellos encantados jardines.

El hada de las aguas añade á esos colores un prisma de tintas fugitivas, una movilidad sorprendente, una inconstancia caprichosa, la vacilación, la duda.

No es dado creer que no sufra la hermosa entre las hermosas, el hada de los mares (haliótido), con su severa reclusión.

Seguramente que ellos creerían que las hadas de la montaña les habrían hecho aquel regalo, escondiéndose después entre las sombras del bosque donde ellas viven.

La buena hada de las leyendas marchaba ante él con la varilla, de oro, haciendo brotar rosales en los bordes de su camino.

Maltrana pensó por primera vez si el gran error de su vida era haberse dejado arrancar del campo de miseria donde nació; si aquella buena señora, su protectora, habría sido, sin saberlo ni quererlo, la mala hada de su destino; si estaba condenado a eterna hambre por soñar con la gloria y haber vestido las raídas ropas del bohemio, cuando su salud consistía en seguir dentro de la blusa de sus mayores.

[imagen decorative no disponible] AQUELLA noche las hijas de la Princesa habíanse refugiado en la terraza, bajo la luna, como las hadas de los cuentos: Rodeaban á una amiga joven y muy bella, que de tiempo en tiempo me miraba llena de curiosidad.

Pero la maravilla de las maravillas del jardin, no lo eran ni sus prados aromáticos y blandos á la planta, como un mullido lecho; ni sus espesuras fragantes; ni su cielo, ni su sol, que brillaba inmóvil en un eterno dia; ni sus alcázares ni sus flores, sino la hada de juventud inmarchita y siempre pura, puesta por Dios en aquel edem como su flor mas preciada.

Paquito creía en la posibilidad de que su madre viniese a verle y confiaba en que, antes de morir, podría contemplar aquel dulce rostro que tantas vedes había distinguido al borde de su cuna, como si fuera la buena hada de sus sueños.

Sus maravillosas hazañas le habian conquistado un renombre que llenaba el mundo entero; pero su principal celebridad, su mayor gloria procedia de haberse apoderado en el castillo de la hada de Soria de la brillante coraza que mil años antes habia llevado el troyano Héctor.

El argumento no es nuevo: el cuento de hadas de la bella durmiente en el bosque tiene el mismo tema, así como la historia de Epaminondas de Creta, que floreció en la sexta o séptima centuria antes de J. C. Se asegura que Epaminondas se quedó dormido en una cueva cuando era muchacho y despertó cincuenta y siete años después mientras su individuo había continuado su desarrollo normal.

Calladamente, como quien pudiera ahuyentar al hada de un ensueño, me levanto y voy á sentarme en el brazo de la butaca, rodeándole el mío por el áureo tesoro de su pelo á la divina.

Oyesiguió el hada:Yo soy la buena hada de los sueños de las niñas adolescentes: yo soy la que curo a las cloróticas, con sólo llevarlas en mi carro de oro al palacio del Sol, adonde vas .

¡Libertad, que para vosotros quisierais! Y por todo esto, cuando todas las hadas con su lenguaje más cortesano te predicen felicidad, el hada de la Poesía, la que tiene su reino entre los rosales, enrejados de zarzales, el hada libre que ni miente ni adula, con todo su corazón compadece.

El hada dijo á Bonoso y Serafina que, aunque habían hecho lo posible porque su hijo fuese infeliz, ella, ayudada del hada de la Necesidad, lograra educarlo algo para la Dicha.

Oid porque, segun algunos cuentan, se construyó aquel palacio, maravilla de las maravillas, el de los techos de sándalo y las cúpulas de oro, donde vaga la hada de los amores y al que defiende una coraza impenetrable de torres.

Yo soy Betsabé, la hada de los amores impuros, añadió con un acento dulce é incitante la aparicion.

No: todo era verdad, porque junto á él, sujeta á su cadena de oro, cubriéndose con su velo, estaba Betsabé, la hada de los sueños impuros y de los amores insensatos.

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