24 oraciones de ejemplo con mi rosa

PARA TI Para son todas mis ternezas cálidas, y mis rosas pálidas, y mis reales odas.

nuestro jardín...» Tengo en él mis rosas preferidas y mis plantas favoritas; y cultivo con éxito cuanto tiene la dicha de agradarme, con tal de que no necesite mucho sol, ni mucha sombra, ni muchos cuidados... En un rincón de nuestro minúsculo jardín y debajo de un fresno llorón, tengo hasta un banco, un banco inmenso, una mesa de labor y unos cuantos sillones de mimbre...

los duros eslabones Que separan del vicio á la virtud, Y tierna madre, enamorada esposa, Mire brotar pimpollos de mi rosa Para aliviar mi ingrata senectud.

Marina levanta la cabeza, y como quien despierta de una pesadilla, con ojos despavoridos exclama: ¡Luis, Luis, Luis! Y Apolodoro va á sus brazos y se estrechan y se mantienen en silencio, estrechados, llorando: ¡Rosa, Rosa, mi Rosa, mi sol, mi vida... mi Luis, Luis, Luis, Luis, mi Luis, Luis, Rosa, mi Rosa...! ¡qué mundo, Virgen Santísima, qué mundo!

Marina levanta la cabeza, y como quien despierta de una pesadilla, con ojos despavoridos exclama: ¡Luis, Luis, Luis! Y Apolodoro va á sus brazos y se estrechan y se mantienen en silencio, estrechados, llorando: ¡Rosa, Rosa, mi Rosa, mi sol, mi vida... mi Luis, Luis, Luis, Luis, mi Luis, Luis, Rosa, mi Rosa...! ¡qué mundo, Virgen Santísima, qué mundo!

Luis... Luis... Luis...! Papá... Cállate, Apolodoro... Luis... Luis... mi Luis... Luis... cállate... ¡Rosa... mi Rosa... Rosa... Rosa! Pero, mamá...

Mírala qué guapa, Luis, mi Luis, mírala... ¡Rosa, mi Rosa, Rosa, Rosa de mi vida! «¡Ay, Clarita!» murmura Apolodoro.

¡Mi rosa blanca! gritaba: ¡mi rosa blanca! ¡yo la tenia escondida y me la han robado! Y luego se sentó en el suelo, cruzó sus manos sobre sus rodillas y se puso á cantar una melodía vaga, sin palabras, triste y lánguida como un suspiro.

¡Mi rosa blanca! gritaba: ¡mi rosa blanca! ¡yo la tenia escondida y me la han robado! Y luego se sentó en el suelo, cruzó sus manos sobre sus rodillas y se puso á cantar una melodía vaga, sin palabras, triste y lánguida como un suspiro.

Mi rosa era mas blanca, y mas pura, y mas fragante.

Yo amaba entonces solamente á mi rosa blanca, y la escondia para que nadie la marchitara con sus miradas.

Pero á Al-Hhamar y le amé; le amo tanto como á mi rosa blanca.

¡Oh! esclamó la sultana Wadah, y en sus negros ojos brillaba la razon: ¡cuán torpes son los hombres! ¿No has comprendido cuál era mi rosa blanca?

¡Mi rosa blanca! ¡la rosa de mis entrañas! ¿Y no has escuchado mas?

¡Dáme mi rosa blanca, miserable! ¡dámela! gritó.

¡Oh! ciertamente que eres muy hermosa... solo he conocido una muger que á tu edad fuese tan hermosa como , y esa muger la veia en mi espejo, porque esa muger era yo... pero ella, mi rosa blanca, seria mas hermosa que ... , mas hermosa... y la mataron... ¡la mataron!...

¡Mi rosa blanca! esclamó: ¡mi hija! ¡Tu hija! esclamó Bekralbayda rechazándola: no, no eres mi madre: si fueras mi madre, la sangre te lo hubiera dicho, no hubieras querido matarme; ¡mi madre ! ¡, , yo soy tu madre! esclamó arrastrándose á sus pies Wadah: mírame mírame bien...

» Y eres única por eso: Yo creí que era mi Rosa la primera y más hermosa en el ámbito español; pero á , prez y embeleso, luz y gloria de Valencia, te creó la Omnipotencia sola y sin par, como el sol.

: te mando mi alma, te mando mi rosa, te mando mi amor.

¿Me volveré yo rosa?

¡Dejar yo á mi Rosa!... ¡Perderla! ¡Echarla de aquí!..

) ¡Ella con Paco!... ¡Rosa, mi Rosa de otro! ¡del hombre á quien aborrezco más en el mundo!... (Con profunda pena, y rompiendo en sollozos.

mis rosas rubias?

Es mucho mejor que eso; es aquella cosa mate y tierna como la carnecita de mi Rosa Fernanda, si la carne fuera azul; pero a me da la misma impresión.

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