1001 oraciones de ejemplo con entre dos

Una agradable sorpresa le conmovió entonces de tal modo, que por instinto hubo de tomar al pigmeo entre dos dedos de su mano izquierda para que no se cayese de la mano derecha....

Ahora va usted á viajar con más comodidaddijo, tomando á Popito entre dos dedos y elevándola sobre la mesa.

La vió tendida entre dos dobleces del paño de su chaqueta, con la cabeza sobre una arruga que había preparado y mullido su amante para que la sirviese de almohada.

Colocada entre dos casas á la malicia, aparecía allí con proporciones gigantescas, sin que por eso tuviera más que dos pisos altos, de los cuales el superior gozaba la singular preeminencia de ser habitado por nuestro héroe.

También contribuyó á aumentar el pavor de la niña una disputa que en el tejado vecino se trabó entre dos gatos bullangueros que lanzaban maullidos lúgubres y desentonados.

Era Pascuala una mujer que formaba á su lado el contraste más violento que puede existir entre dos ejemplares de la familia humana.

Nada entre dos platos....

Al fin una madrugada, entre dos y tres, llamaron con alarma en el hotel de Osorio dos criados del duque.

La sacaron en malísimo estado y la subieron a su cuarto entre dos criadas.

Desde una alta casa construida en un promontorio, una vez á esos entecillos casi imperceptibles, á esas negras hormigas humanas, andar lentamente por una especie de cuneta, entre dos paredes de nieve.

El patio grande, en el cual se juntaban en otro tiempo los hombres de armas antes de las expediciones de pillaje, está lleno de escombros y de hoyos: difícil es abrirse camino á través de tupidos grupos de arbustos y de hierbas altas: se teme pisar alguna víbora oculta entre dos piedras ó caer en la boca, abierta aún, de una mazmorra.

Estaba á gran altura, en la región de aves y nubes, entre dos abismos; á un lado está la negra sima de la torre; al otro la profundidad luminosa de las rocas y las vertientes alumbradas por el sol.

Cuando murió entre dos ladrones, en la cima de una montaña le crucificaron, y cuando vuelva, según la profecía, rodeado de santos y de ángeles, y asista al castigo de sus enemigos, también lo hará en una montaña, pero al tocarla con la planta la romperá.

; le estamos haciendo y yo; un testamento moral entre dos hombres honrados....

El álamo blanco se levanta al lado del haya y el abedul; las hojas finamente cortadas del fresno, aparecen por entre dos altos olmos con su ramaje como arreglado por la mano del hombre; el tronco blanco del abedul resalta al lado de la rugosa y sombría corteza de la encina.

Acostado sobre un tapiz de musgo, entre dos raíces que me sirven de apoyo, contemplo con admiración estas altas riberas, sus desfiladeros, sus circos, sus gradas y la bóveda de follaje, que me cuentan con tanta elocuencia la grandiosa obra de la pequeña gota de agua.

Aquí, el agua que choca contra una piedra musgosa la envuelve como con un globo de transparente cristal, y ciñe su base con una orla de espuma; allá, la corriente inclinada desaparece rápidamente por entre dos rocas, y después, por encima de ocultos escollos, se repliega en ondas paralelas; más lejos, el caudal se divide en varias curvas lanzándose por saltos desiguales.

Aquí una pequeña capa de agua se extiende sobre una roca cubierta de verdoso limo y luego resbala por un asiento inclinado rodeado de helechos, ocultándose furtivamente por entre dos ramas de sauce que se inclinan hacia el líquido.

En ella las aguas no se extienden sobre un ancho espacio para precipitarse luego al azar; se reúnen, al contrario, para lanzarse en masa compacta por el estrecho paso abierto entre dos puntas de roca.

En los sitios en que es mayor la profundidad, cada piedra sirve de dique para contener la corriente, cada estrecho entre dos guijarros es una esclusa por la que el agua se precipita y el caudal del arroyo queda dividido en infinidad de pequeños triángulos esféricos, multitud infinita de ondulaciones que es á la vez red luminosa que hace vibrar y centellear las bruñidas piedras del fondo.

Un día, un aeronauta, enredado en el cordaje de su barquilla, asfixiándose por el gas que se escapaba del globo, cayó en medio del Sena, entre dos hileras de pescadores, inmóviles como estatuas á lo largo del margen.

Casi sin corriente, por la escasa inclinación del suelo, la masa fangosa corre lentamente por entre dos líneas de casas con sus paredes cubiertas de algas verdosas, su maderamen roído por la humedad y sus enlucidos cayéndose á pedazos.

En sus orillas surgen mazos de flores; árboles llenos de savia extienden sus largos brazos, y el que se pasea á lo largo de su orilla puede tranquilamente descansar á su sombra, contemplando el espléndido cuadro que se desarrolla entre dos sinuosidades.

Sin embargo, en la mayor parte de las corrientes subterráneas de nuestras ciudades, se ha tenido el cuidado de establecer cierta separación entre dos distintas direcciones del agua.

La cabeza del Príncipe, amoratada y descompuesta, se hallaba presa entre dos barrotes, y los ojos, saltándosele de las órbitas, parecían mirar con terror el tablero, en el cual Ghiberti había cincelado magistralmente la degollación de Hugo de Portinaris por el despiadado Orlando Testaferrata.

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