50 oraciones de ejemplo con mozo de cordel

En la esquina grita con voz chillona la vendedora de papeles, casi andrajosa, anunciando la «Correspondencia» ó la «Iberia», y tal ó cual opúsculo del dia; y á su lado le hacen mil reverencias al pasante el mozo de cordel y el limpia-botas, anhelosos de obtener clientela.

El español, mozo de cordel en el puerto, artesano, carretero ó negociante en detall, se muestra reservado, como si le oprimiese constantemente la idea humillante de que habita una ciudad fundada en el suelo de la Península, pero dominada por un poder extranjero.

De trecho en trecho, un mozo de cordel, un artesano o algún hortera, pasaditos del fuerte, dando mayatazos.

De vez en cuando un lacayo de librea, un mozo de cordel atravesaban la plaza abrumados por el peso de colosal corona de siemprevivas, de blandones como columnas, y catafalcos portátiles.

Abrazó a la Regenta, se la comió a besos... y después de contarla el paso de comedia del mozo de cordel, gritó de repente: A propósito, ¿no te ha contado Víctor lo de Álvaro?

Pero es igual; el primer advenedizo, el mozo de cordel de la esquina, el aguador que grita en este momento en la calle.

Unas veces viene un mozo de cordel a traerle cartas; otros días baja ella y, ahí arriba, en los soportales de la calle Imperial, enonde está la cubería, se ponen a hablar: él no es mu jovencito; es un cabayero ya formal, ¿entiende Vd.?

Me hizo esperar como cinco minutos, apareciendo después con un mozo de cordel que tomó su valija, y luego ella me entregó la carta dirigida al señor Greenwood para que se la diera a usted, ordenándome que me retirara.

Acaso no sea yo mejor que el último mozo de cordel de Madrid, ora física, ora intelectual, ora moralmente considerado, y con todo, suponiéndome soltero, cualquiera linda dama podría tener aún el capricho de enamorarse de , sin que nadie lo censurara; pero, si del mozo de cordel se enamorase, todo el mundo tendría esta pasión por una extravagancia o por una locura.

Acaso no sea yo mejor que el último mozo de cordel de Madrid, ora física, ora intelectual, ora moralmente considerado, y con todo, suponiéndome soltero, cualquiera linda dama podría tener aún el capricho de enamorarse de , sin que nadie lo censurara; pero, si del mozo de cordel se enamorase, todo el mundo tendría esta pasión por una extravagancia o por una locura.

¡Zola!... un mozo de cordel con algún talento.

Pensaba, en su desesperación, que era un infeliz sentenciado a la miseria, con menos talento que un mozo de cordel.

Sus brazos eran débiles, sus manos delicadas; ni siquiera poseía el vigor físico de un mozo de cordel para ganarse la subsistencia.

Lo hace así, como si fuese un mozo de cordel; preséntase en la casa de Manfredo, y lo ocupan en llevarse el cadáver de Enrico; pero lo prenden después en la calle, lo toman por el matador, es condenado á muerte, y puesto en manos de Manfredo para que éste se encargue del cumplimiento de la pena.

Un mozo de cordel del Pireo no va á expresarse como el Aquiles homérico.

Parecía imposible que aquel mozo de cordel tuviese talento y pintase tan bien á las mujeres.

[imagen] [imagen] [imagen] HISTORIA DEL MANDADERO Y LAS TRES DONCELLAS [imagen] Había en la ciudad de Bagdad un hombre que era soltero y además mozo de cordel.

No se instaló en su nueva casa hasta por la tarde, trayendo consigo un mozo de cordel, portador de uno de esos baúles gallegos forrados de piel de buey, que tienen cantoneras de hojadelata.

«¡Déquese estar! ¡déquese estar!»me repetía Rozsahegy, sonriendo con su ancha cara rojiza y bigotuda de mozo de cordel.

Llevaba sus cincuenta años, no con el soberbio orgullo del titán aportando la piedra para escalar el cielo, sino con la resignación del mozo de cordel que transporta un baúl.

Es que da asco ver ahí ese zángano de circo, enseñando sus bellas formas, con esos brazos de mozo de cordel, y esa cabeza de bruto.

¡Yo faltar á mi mozo de cordel, como dices, y exponerlo á las rechiflas de los tontos con todas esas mitras en la cabeza!...

Es que da asco ver ahí ese zángano de circo, enseñando sus bellas formas, con esos brazos de mozo de cordel, y esa cabeza de bruto.

¡Yo faltar á mi mozo de cordel, como dices, y exponerlo á las rechiflas de los tontos con todas esas mitras en la cabeza!...

Y dicho y hecho; ya llegaba con cuatro tomos como casas sobre las robustas espaldas una especie de mozo de cordel muy guapo que llamaban por allí Alejandrito, y era efectivamente Alejandro Pidal y Mon, tomista de tomo y lomo que estaba en el cielo de temporada y en calidad de corresponsal.

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