Cogía el hongo que de una percha colgaba, y a la calle.

Cogiendo de la percha del recibimiento la caña que usaba, salió dando un fuerte portazo.

No me importale contestó Maxi, dejando el sombrero en la percha.

Y al acostarse, al dejar en una percha una prenda de abrigo interior, de franela, murmuró a media voz don Álvaro, como hablando con el lecho, a cuyo embozo echaba mano: ¡Lástima que la campaña me coja un poco viejo!... XXV Al día siguiente Glocester delante del Magistral, sin compasión, refería en la catedral todo lo que había sucedido en el baile.

Le entraban irritaciones sordas a la vista de objetos dejados por él, un par de zapatos viejos y torcidos, una faja de lana roja pendiente de una percha, una colilla negra y pegajosa, caída en el suelo.

No salía, sin dejarlo todo en orden, cada cosa en su sitio de costumbre: la pluma, muy limpia, envuelta en el mismo pedacito de tela negra, que trajo el primer día; la chaqueta de casa, en el segundo clavo de la percha del fondo; el lápiz, la regla y el lacre en el cajón del centro de su mesa, objetos todos que cuidaba con cariñoso esmero, como dóciles compañeros de la labor diaria.

Se subía, con gestos risibles, a las más agudas notas de la escala, como sube el mono por una percha; descendía de un brinco al pozo de los acordes graves, donde simulaba refunfuños de viejo y groserías de fraile.

=(Acércase a un rincón en que hay una percha, de la cual pende un gabán.

=(Se dirige a la percha, saca el revólver y lo examina.)= Aquí está.

Percha, colgador.

alcándara: percha o varal donde se ponían las aves de cetrería.

Sin habérselo formulado jamás, el mancebo reconocía un emblema de su ánimo en aquellos avechuchos que, aun dormidos sobre la percha, lanzaban, a uno y otro lado, picotazos bravíos, soñando en presas imaginarias.

En efecto, allá a lo lejos se columbraba la figura de Paco como una percha coronada por un pepino.

El mono se balanceaba en lo alto de una percha, revelando en su fisonomía expresiva la sublime indiferencia que caracteriza a los seres no adulterados aún por ideas metafísicas.

Habría jurado que la estaba viendo, toda recta aún en el ruedo de estas ropas por el suelo, desenlazarse el corsé: doblarse después a recogerlo todo y llevarlo a la percha taconeando más ligera... en camisa, no sin lanzar de vuelta una caricia de mimo a su escote, en el espejo...

Así, la buena anciana cogió de una percha una casaca antigua color ciruela, hecha en Londres, y con restos de bordado en las costuras, puños, solapas de las faltriqueras y ojales; pero lamentablemente usada y descolorida, remendada en los codos, rasgada en los faldones y completamente raída.

Este encarnadoelige la señorita descolgando en la reducida percha de la alcoba un trajecillo rojo.

Á los pies de la cama había una percha de castaño negro y apolillado ya; sobre la percha, un guardapolvo muy ancho, y sobre el guardapolvo, entre dos viejas sombrereras de cartón, una caja de pino, más alta que ancha, con tapadera sujeta con un cordel.

Á los pies de la cama había una percha de castaño negro y apolillado ya; sobre la percha, un guardapolvo muy ancho, y sobre el guardapolvo, entre dos viejas sombrereras de cartón, una caja de pino, más alta que ancha, con tapadera sujeta con un cordel.

No hay remediodiscurría mientras atacaba de papeles la badana interior del morrión, añadía ropa vieja al peto de la casaca y colgaba las prendas de la paz en la percha de castaño:me declaro á mí mismo en estado de guerra, y publico yo solo y para mí solo la ley marcial...

Junto a las paredes, divanes; en la pared del primer término derecha una percha con dos toallas grandes.

Á los pies, una percha; á la cabecera, estampas y una pila; en un ángulo, una rinconera, en donde Bertuco depositó, alineándolos, sus avíos de tocador.

Extendió su brazo por la abertura hacia el interior de la casa y gritó, ceñudo: ¡Ese sombrero!... ¿De quién es? Acababa de ver, colgado de la percha, frente a él, en el pasillo angosto, un sombrero de varón.

Es asimismo muy posible que, en los rústicos cobertizos anejos a las casuchas de los labradores de las cercanías de París, se hallasen en el mismo día, resguardados de las inclemencias del tiempo, las primitivas carretas, llenas de salpicaduras de fango lamidas por los cerdos y sirviendo de percha a las aves de corral, que el labriego Muerte había seleccionado para que fueran las carrozas de la Revolución.

Frente á la ventana, que recibía luz de la calle, una puerta empapelada como las paredes, clavada una percha en lo alto del marco y oculta bajo una cortina de damasco azul, hacía veces de ropero, cegando la comunicacion con la vivienda vecina.