39 Verbos a usar para la palabra vagón

Yo les llamo vagones de bazar.

Aquella familia necesariamente debía ser argentina; una de esas familias que ocupa todo el piso de un gran hotel, llena un vagón entero, alquila el costado de un buque, y estrechamente unida se desplaza de un hemisferio a otro sin abandonar otra cosa que los muebles.

Echó andar a el tren; la Nena saludó desde la ventanilla con la mano; pasaron vagones y vagones con un ruido sordo; el tren aceleró la marcha.

El expreso huía de largo, y su afán parecia implicar un desdén; los mixtos llegaban á horas intempestivas y arrastrando vagones cerrados, y sin inexpresión.

Las varas salen lo mismo que el bauprés de un barco, y tienen más madera y hierro que la que se necesita para cargar un vagón pequeño.

Aparecieron las luces de la locomotora, y comenzaron a pasar vagones.

Se componía de vagones de carga llenos de víveres y cartuchos, con las puertas cerradas y selladas.

A las cinco llegó el tren compuesto de vagones de primera, segunda, tercera y Pullman-cars, rotulados en inglés, y el consabido negro, con su uniforme azul y botones dorados, el revisor que chapurreaba el español, con el séquito y la factura indiscutible que caracteriza el servicio de las compañías norteamericanas.

Duane con satisfacción mal contenida: «podemos construir, con esta maquinaria, 50 vagones de mercancías por día, ó sea un carro cada 12 minutos; fabricamos también 400 ruedas de hierro fundido para vagones de mercancías, y sin obstáculo, podemos entregar, semanalmente, 18 trenes de tranvías, compuestos de tres Pullmans cada uno, cuando la colonia está en plena actividad.

» El razonamiento de Pullman, que á los 62 años está en pleno vigor de la vida, fué el siguiente: «Si construyo vagones que valgan dos ó tres mil duros más de lo que valen los construídos actualmente, todos los fabricantes lo harán con ventaja, y en las mismas condiciones que yo lo hago; lo único que me da ventaja es la suposición de que mis innovaciones son un derroche y una locura.

El taller de vagones es inmenso; entran por sus puertas las maderas de pino sobre vagonetas, apenas desbastadas, y salen por las opuestas, convertidas en vagones cepillados, empalmados y pintados, dispuestos á correr por las líneas americanas, con velocidades aterradoras.

No olviden ahora mis lectores, que la sociedad Pullman dedica sus vagones de lujo á la circulación general de la inmensa red de ferrocarriles de Norte América y que, en sus palacios, se come y se duerme, corriendo á su cargo la manutención y lo que se necesita para la cama y mesa de numerosísima clientela.

Dejamos el vagón histórico y entramos en el taller de vagones-palacios.

* * * * * Cuando me dirigí al Alene, que debía partir a la mañana siguiente, encontré un sinnúmero de hombres y mujeres descargando cerca de cincuenta vagones que una locomotora acababa de dejar al costado del vapor, al que transbordaban el contenido.

Mucho me alegré: sin embargo, ninguno de ellos descollaba: eran pobres vagones indisciplinados y vulgares, sin historia ni relieve.

Según supe despuéslos vagones nos lo contamos todola protagonista del episodio que voy narrando acertó a sentarse en una de las mesitas llamadas para dos, frente a un tipo arrogante, rubio y joven metido en un traje de deporte.

Coger una cesta llena de mineral y echarla en un vagón; empujar el vagón hasta los hornos; revolver con un palo el mineral que se está lavando.

Al llegar á Los Angeles encontré en la estación muchos vagones azules que permanecían apartados fuera de las vías en movimiento.

La circunstancia de hallarse los vagones en tinieblas les despistaba y empezaron a correr, desconcertados, delante del convoy.

En cambio yo, que no podía relacionarme con el coche-correo, iba medio aislado, y mis viajeros, para huir a otro vagón sólo podían hacerlo en una dirección y por una puerta; la misma que el bello Raúl defendería hasta la última bala.

Otras veces, de noche, las ventanillas solían estar vacías; pero en cambio veía sombras fantásticas que se recortaban sobre los techos iluminados de los vagones.

No ofrecen los diccionarios palabras que expresen el aplomo ufano, la confianza optimista, que inspira a los vagones una de esas enormes locomotoras alemanas o yanquis cuyo precio no baja de doscientas mil pesetas, y que con su fuerza y sus ciento veinte toneladas de peso, así pueden inmovilizar al tren casi instantáneamente, como arrastrarlo a una velocidad de noventa y aun de cien kilómetros por hora.

La gente del pueblo invadía con preferencia los vagones de lujo, creyendo encontrar en ellos mayor espacio.

¿En qué consiste la carga que llevan los vagones?

Sonó la campana de aviso; salieron los chicos disparados al andén; metiéronse en el primer vagón que vieron, sin pensar en buscar un departamento donde fuesen solos; y con gran asombro del turista americano que ya acomodaba en un rincón su valija de cuero, al verse dentro del coche se agarraron de la cintura y empezaron á bailar.

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