2813 oraciones de ejemplo con pero que

Ambos habían nacido en Toledo; juntos habían hecho sus primeras armas, y en un mismo día, al encontrarse sus ojos con los de doña Inés, se sintieron poseídos de un secreto y ardiente amor por ella, amor que germinó algún tiempo retraído y silencioso, pero que al cabo comenzaba á descubrirse y á dar involuntarias señales de existencia en sus acciones y discursos.

Indudablemente el artista, que es casi un dios, da á su obra un soplo de vida que no logra hacer que ande y se mueva, pero que le infunde una vida incomprensible y extraña; vida que yo no me explico bien, pero que la siento, sobre todo cuando bebo un poco.

Indudablemente el artista, que es casi un dios, da á su obra un soplo de vida que no logra hacer que ande y se mueva, pero que le infunde una vida incomprensible y extraña; vida que yo no me explico bien, pero que la siento, sobre todo cuando bebo un poco.

Obtuvo una respuesta oscura, pero que fue demasiado cierta.

¡Recibo con gusto contra lo que tiene de culpable, y que lo que tenga de bueno pueda ilustrar vuestro espíritu! ¡qué no pueda yo decir vuestro corazon! Si consiguiese ablandarlo por medio de mis exhortaciones y de mis oraciones, pondría en el buen camino á un corazon noble que se encuentra escarriado, pero que todavía no está perdido.

La sonriente miss iba á heredar algún día varios millones; y esto no representaba para ella ningún impedimento en sus simpatías por Gillespie, buen mozo, héroe de la guerra y excelente bailarín, pero que aún no contaba con una posición social.

Seguro ya del cariño de la hija, tuvo que pensar en la madre, que hasta entonces sólo había merecido su atención como una dama de aspecto imponente, muy digna de respeto, pero que siempre se mantenía en último término, cual si desease ignorar la existencia del ingeniero.

Una máquina-grúa ha ido extrayendo de sus bolsillos una porción de objetos disparatados, cuyo uso pude yo adivinar gracias á mis estudios minuciosos de los antiguos libros, pero que es completamente ignorado por la masa general de las gentes.

Los soldados; los personajes universitarios, mudos hasta entonces, pero que se habían ocupado en adormecerle y registrarle; los empleados, los obreros, todos los que se movían dando órdenes ó trabajando en torno de él, llevaban pantalones y eran mujeres.

Empezó á marchar por un camino de gran anchura para aquellos seres diminutos, pero que á él le pareció no mayor que un sendero de jardín.

El continuo invento de medios destructivos dió vida á nuevas embarcaciones no más grandes que algunos peces de nuestros mares, pero que, á semejanza de éstos, podían deslizarse por la profundidad submarina, atacando de lejos á los monstruos flotantes hechos de acero.

Digo que eran muchísimas las mujeres convencidas de que los hombres gobernaban mal, pero que únicamente pretendían colaborar con ellos, participando de dicho gobierno.

Un día, para bien de la humanidad, inventó unos rayos prodigiosos, que debían haberse titulado «la aurora de la nueva vida», pero que la sabia mujer, poco dada á los términos imaginativos, designó áridamente con el nombre de «rayos negros».

Nada consigo permaneciendo á su lado para sostener una conversación grata, pero que resulta estéril.

Vió que Gurdilo conversaba en voz baja con un viejo senador de palabra balbuciente y aspecto caduco, el cual daba fin muchas veces á las discusiones más intrincadas con una solución de sentido vulgar, conocida de todos, pero que todos habían olvidado.

Entre la gentuza que vivía alrededor del gigante se mostraban de tarde en tarde algunos de estos seres pobremente vestidos, pero que ostentaban el mismo indumento de los hombres de clase superior, para indicar que no pertenecían al rebaño de los esclavos aprovechados como máquinas de fuerza.

La actitud del gobierno les hacía ver que era posible eso y aun algo más, que no decían los periódicos, pero que las gentes se comunicaban en voz baja.

En los otros vehículos llegaban montañas de panescada uno de ellos del tamaño de un grano de maíz ante los ojos del gigante, pirámides de frutas enormes para los pigmeos, pero que venían á ser del volumen de un cañamón, y montones de quesos.

Yo tengo mis ideas, que ciertamente no son las generales; pero que practico religiosamente....

Ya Vd. supondrá que las pobres jóvenes, por obtener semejante elogio, se esfuerzan en tamaña tarea, que llevan a cabo sin duda alguna, merced al vigor de su edad, pero que no hay organización que resista a semejante trabajo, y sobre todo, a la penosa posición en que se ejecuta.

En efecto, lo hice llamar, lo traté con amistad, le excelentes consejos; él se conmovió de verse tratado así; pero me contestó que su mal no tenía remedio, y que había resuelto mejor desterrarse para no seguir siendo el blanco de los odios del pueblo; pero que era difícil para él cambiar de conducta.

Así es que sentía mucho su suerte, pero que no estaba en su mano evitarla.

Carmen le ha respondido que lo quiere; que lo ha querido siempre, y que por eso se halla triste; pero que cree que Pablo la ha de aborrecer ya, porque la ha de considerar como la causa de todos sus padecimientos, y eso lo indica el no querer venir al pueblo, ni verla para nada.

Dijo algunas generalidades que á él le parecían muy nuevas, pero que en realidad eran viejísimas, y concluyó un párrafo con dos ó tres sentencias plutarquianas, que á él le parecían encajar como de molde, pero que no produjeron sensación ninguna.

Dijo algunas generalidades que á él le parecían muy nuevas, pero que en realidad eran viejísimas, y concluyó un párrafo con dos ó tres sentencias plutarquianas, que á él le parecían encajar como de molde, pero que no produjeron sensación ninguna.

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