25 Adjetivos para describir mi

De deplorar es, por consiguiente, que Calderón, despreciando esa rica mies que encontraba ya floreciente, no la haya también cultivado y perfeccionado.

Ultimamente no hacía yo extremos delante de ella, porque solía enfadarse y ya tenía morros para muchos días.

Por eso, tan pronto fuma laurel seco, como yerbaluisa, como anís silvestre, como menta de perro... lo que abunde en la mies cercana ó en el bardal más próximo.

"Nadie mejor que yo" dijo en otro lugar "podía á mansalva haber recogido mies abundante de Alemania, y aun haberme dado importancia con introducir en el país el idealismo de esa nación á quien idolatro; pero he considerado en conciencia, á pesar de haberme tomado el trabajo de estudiarlo, que podía más bien dañar que beneficiar á nuestro suelo".

La selección del grano se obtiene lanzando al aire paletadas de la mies desgranada, la que con el viento que hace, al caer en el suelo queda separada del polvo y partículas de tallos y hojas machacadas con las pisadas.

Si en sus estudios no habría de aparecer nada saliente deberíase a que en ellos todo era cima, siendo a modo de mesetas, trasunto fiel de las vastas y soleadas llanuras castellanas donde ondea la mies dorada y sustanciosa.

Si yo dudasedijosi yo dudase de la intervencion sobrenatural en nuestro terrestre destino, desde esta hora habría comenzado á creer en ella.

Tengo un amor que me vuelve loca: eso es lo único firme y seguro de mi vida... Nadie me lo ha impuesto; ha venido él de todas partes... no por dónde... Señalaba la moza ampliamente a los confines, con gesto iluminado, como si abarcase en su ademán toda la mies engrandecida por los frutos; los montes solemnes, azules, sagrativos, y la tierra abrasada de los cielos.

Eran tan placenteras las señales del cielo, que la sequía se convirtió en seguro peligro para la escasa mies de Valdecruces, y bajo la férula del tío Cristóbal celebróse con toda exactitud el turno de regar, aprovechando el agua de los fugitivos arroyos.

Las camadas de pan, ópimas, gruesas, mullidas, se tendían sobre el espacio cuadrilongo, en correcta formación: y los membrudos gañanes, remangados, en dos hileras situadas frente á frente, aporreaban con sus pértigas, á compás, la extendida mies, haciendo saltar las perlas de oro del trigo, impacientes ya por salirse, con el menor pretexto, del estuche bruñido que las contiene.

En la esquina de la calle de San Jaime, llevaba yo ganados diez pasos; en la calle de Racine eran ya veinte, y después de atravesar un patio, emprendió la ascensión por una escalera, cuyos últimos escalones alcanzaban a verse desde la calle.

¡Oh, si acabase, viendo cómo muero, De aprender a morir antes que llegue Aquel forzoso término postrero; Antes que aquesta mies inútil siegue De la severa muerte dura mano, Y a la común materia se la entregue!

¿Este mismo sentimiento no había nacido ya, y no había recogido yo irrecusables testimonios de él?

Dió un paso en la pradera, Y alzando repentina La brisa matutina Su vuelo en el verjel, Como una mies ligera Dobló el ramaje umbrío, Y sacudió el rocío Depositado en él.

Beatriz era para él la mies lograda y suya, a salvo de todo peligro.

3 Yo mandé a mis santificados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, que se alegran con mi gloria.

«No esperaba yo ménos de la profunda sabiduría de vuestra Reverendíssima, dixo el Comissario.

DESPUÉS DE YO MUERTO Diógenes, cuando veía su fin cercano, mandó no enterrarse

Un día, estando yo sentada, llorando, se me plantó delante el mismo hombre negro a quien no había vuelto a ver desde el día que me llevó a juntarme con mi ro, y me dijo: «Ven conmigo, hermanita, ven conmigo; el ro está muy cerca.

Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 10 Habla a Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra que yo os doy, y segareis su mies, traeréis al sacerdote un homer por primicia [de los primeros frutos] de vuestra siega; 11 el cual mecerá el homer delante del SEÑOR, para que seáis aceptos; el siguiente día del sábado lo mecerá el sacerdote.

Volviendo la vista al dilatado panorama que va dejando atrás, y marcando con la mente los sitios en que ha puesto su planta, ¡qué pobre, qué mezquino le parece lo explorado, comparándolo con lo que tiene sin explorar!... Bien mirado todo, ¿qué ha hecho él hasta entonces más que retozar en mies abierta; herborizar, como si dijéramos, en campo libre?...

Pero sentíase generosa y valiente; pensaba, estremecida, en el troje oscuro del cementerio, doliéndose de la sentencia que acobardaba a Malgor, y se iba junto a él, muy solícita, cada tarde, paseando con lentitud a la orilla de la mies virginal.

Haçina, la mies amontonada en la era para ser trillada: aprovéchate y trilla de firme.

El garrotillo y la escarlatina fueron entresacando aquella mies apretada, y en 1870 no quedaban ya más que nueve.

Yo confuso.

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