50 Adjetivos para describir volcán

Parece esto el cráter de un volcán apagado....

Gabriel estaba enamorado de ella; el hielo se había derretido; el corazón, embotado por los desengaños y los abusos, renacía a la vida del placer; el hombre sesudo de ahora se transformaba por ensalmo en el fogoso aventurero de antaño; aquel volcán dormido bajo su capa de nieve, despertaba.

Yo soy un hombre tosco y rudo, que he pasado años y más años metido en mismo, al pie de enormes volcanes, junto a ríos como mares trabajando como se trabaja en América.

En la jurisdicción de Bulusan se encuentra el volcán de su nombre, situado en los 127° 42' 30'' longitud, y los 12° 46' 40'' latitud en la cumbre de una elevada montaña, cuyo pico parece contesta en altura al que en la misma cordillera presenta al NO.

Al principio, los mares se asemejaron á esas porciones del Océano Pacífico cuya profundidad es escasa y que están sembradas de islotes bajos; estos islotes son antiguos volcanes, cráteres extintos.

A pesar de existir grandes yacimientos hulleros en Surigao y Sebuguey, y una extraordinaria abundancia de azufre en las inmediaciones de los numerosos volcanes de Mindanao, la mayor riqueza mineralógica de esta isla reside en la vastísima extensión de sus terrenos auríferos.

La cabeza, casi terminada, parecía mirar á los tres hombres con sus ojos orgullosos, algo fríos, pero de una falsa frialdad, delatando, detrás de su pupila, apasionamientos ocultos, un volcán muerto que resucitaba á sus horas.

Sus ardores de poeta perdido en la política delatábanse algunas veces, como esos volcanes ocultos bajo una sima de nieve se revelan con lejano trueno.

Un deseo voraz que crecerá con el tiempo; un deseo contrariado; un volcán comprimido...

] [Nota 281: Aquí Mongibelo, volcán conocido, es el infierno.

Y, sin embargo, aquellos hombres seguían defendiéndose contra la inmensidad abrumadora de un volcán continuo y de una tempestad incesante.

Cruza bosques perfumados por los aromas de la gran datura blanca, cubiertos de espigas rosas y azules y enmarañados de enredaderas floridas, y por senderitos abiertos en las taquitas de las montañas, sube á los Andes ecuatorianos desde el hondo valle del Chota, ardiente y feraz, el más profundo de la tierra, hasta el altísimo volcán del Corazón, cubierto de nieve perdurable.

Antes lo habían anunciado ciertas señales: el volcán denominado de Fuego empezó a lanzar llamaradas en la noche del 27 de agosto, y poco después se sintió subterráneo ruido y trepidación del suelo.

Es el célebre Fuji-Yama (Monte Fuji), el volcán desmochado y con eterna esclavina de nieve que aparece en tantas estampas y tantos biombos y abanicos japoneses, como resumen de las bellezas de la tierra nipona.

Cuando se aproxima un cambio profundo en la opinión general de un país, los primeros signos son como ruidos locales de volcanes diseminados por toda la extensión del territorio, cuya íntima conexión pocos reconocen, ni adivinan su carácter de precursores de la gran explosión que se prepara.

De pronto revolvió el caballo hacia la sierra; y como si aquel suelo, y aquellas casas, y aquellas mieses encubrieran un volcán dispuesto á devorarle, castigó al dócil bruto con la espuela y el látigo, y desapareció como un rayo de la presencia del aturdido Macabeo.

Sin el diluvio de agua que asalta la otra cara del globo, el mar Indico y el mar de Coral, ¿sería posible resistir la fermentación producida por los cráteres de sus encanecidos volcanes?

* * * De esos volcanes encendidos ó extintos, de la India y de las Antillas, del mar de Cuba, del de Java, se desprenden dos enormes ríos de agua caliente, que corren á calentar el Norte, y podríamos llamar las dos aortas del globo.

Transcurrieron algunos meses, y durante este tiempo los pérfidos servidores maduraron su proyecto infame; y mientras encontraban ocasión propicia de llevarlo á efecto, crecía en el mísero corazón del esclavo aquel volcán de impuros apetitos y de lascivos deseos.

No bien doblamos cabeza Bondog y ganamos las aguas que separan á la rica provincia Camarines Sur, de la isla de Burías, se principian á dibujar en los horizontes de Albay, el famoso volcán que se admira en medio de aquella provincia.

Dios puso el fuego en los volcanes como galas, para que su humo trémulo, a modo de un favor, le incensase; como puso dos alas en el ave y cien alas en la flor para que le perfumase.

Son los vapores del Mauna Kea, el volcán más grande y más alto, heridos por los rayos del sol.

¿Qué volcán más hermoso que aquél?

¿O bien, querido Abenzeid, el poder de esta sangre abrasada de la Arabia que anima mi pecho, tendrá, cual en toda nuestra tribu, el don fatal de encender desde la más leve idea de amor el volcán horroroso del delirio y de los celos?

Parecía que la ciudad entera era lanzada al aire por la explosión de un inmenso volcán abierto bajo sus cimientos.

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