208 Adverbios para describir cómo dejará

En tanto que éstas permanecían recostadas aún al borde del agua con los azules ojos adormidos, aspirando con voluptuosidad el perfume de las flores y estremeciéndose ligeramente al contacto de la fresca brisa, aquellas danzaban en vertiginosa ronda, entrelazando caprichosamente sus manos, dejando caer atrás la cabeza con delicioso abandono, é hiriendo el suelo con el pie en alternada cadencia.

En la infinidad de naufragios, en el sinnúmero de siniestros que por su situación ha presenciado Guajan, jamás han dejado sus habitantes y sus Gobernadores, de hacer muchísimo más de lo que dicta la caridad oficial y la reciprocidad del derecho de gentes.

Allí quedan "sus padres; sus hermanos, en el perdido hogar"; más allá deja "a la dulce extranjera, su alegría", y sobre todo amor, su "amada" tierra.

Mas dejando esto aparte, ¿cómo nos ha ido por esos mundos?

A las seis de la noche volví á varar, por lo que fué preciso tender espia para sacar la embarcacion, y egecutado, mandé poner faroles en las balizas, que por ser la noche obscura no se veian, y volví á tentar la entrada que conseguì á las ocho de la noche, en cuyo sitio fondo, dejar para mañana el saber cual sea el principal Colorado, pues que estoy en su entrada.

Si trato de hablar con otra, basta que Esperanza me ponga la cara risueña para que la deje inmediatamente.

Tal vez con intención, acaso por descuido, doña Inés había dejado sobre su falda uno de los perfumados guantes, cuyos botones de oro se entretenía en arrancar uno á uno mientras duró la conversación.

Ningún ministro se atrevía a dejar cesante a un hombre con quien iba a tropezar en todas las tertulias y saraos de la corte.

Era este, como el puerto que aparece al navegante al cabo de una prolongada travesía; era el resultado de mis cálculos, el triunfo de mis ideas, un tributario en fin del Rio Securi, que yo habia dejado cerca de la Trinidad de Moxos.

Además, en esos sitios no se deja en paz á la nieve como lejos de las habitaciones humanas: el viento, girando en torno de las casas, ha levantado á un lado montones de nieve y la ha barrido al lado contrario.

Los capitanes poco advertidos del engaño, fácilmente se dejaron persuadir, y solicitados de los soldados que casi amotinados pedian sus pagas, tomaron el dinero, y le trajeron á Galípoli, donde se tomó muestra, y repartió con quejas y sentimientos; pero al fin con solo el nombre de que los pagaban, aunque conocieron la falta, se sosegaron.

Desde ayer no he dejado la portería de la casa del señor Bobart.

Finalmente, dejando á cada cual lidiar con su genio, se señaló y escogió el lugar para la fortaleza futura, por si acaso la quisiesen hacer.

Más de una vez le nombrar Pamela á su criada, y que únicamente dejó de llamar Clarisa á su lavandera señá Clara, cuando ésta manifestó que no gustaba de que la pusiesen motes.

¿Qué le ha caído a usted que hacer que no le deja siquiera una hora o dos libres por la noche para venir a mi tertulia, verme y darme el gusto de que yo le vea, echar algunas manos de tresillo o tener un rato de agradable conversación con el padre Anselmo y con los demás señores que honran mi casa con su presencia?

Yo llegué á Lisboa en julio, y ciertamente no dejó de chocarme el aspecto de las mujeres del pueblo, envueltas en sus largas capas que las cubren de piés á cabeza....

Tiró el jinete del ramal para detener a su cabalgadura, y ésta, que se había dejado en la cuesta abajo las ganas de trotar, paró inmediatamente.

Los funcionarios públicos, siguiendo el ejemplo de los corregidores, que eran el blanco principal de la animadversion de los pueblos, desamparaban sus puestos, y dejaban libre el campo á los amotinados.

Bien: ellas salen; probablemente la dejarán encerrada, ¿Cómo entro yo? ¿Voy á estar descerrajando puertas? No, señor: usted entrará cómodamente y sin ruido.

¡Bonito negocio hacía la Providencia, la Humanidad, ó el arrastrado Conjunto, como decía Bailón! ¡Llevarse al niño aquél, lumbrera de la ciencia, y dejar acá todos los tontos! ¿Tenía esto sentido común?

¡Oh!exclamó Paulita, dejando definitivamente á San Juan Crisóstomo;me olvidaba de mi rezo.

Anoche no me dejaron dormir estos torerillos y demás gentuza que cantaba y daba palmadas en el comedor.

La luna se dejaba ver á intervalos por entre los jirones de las nubes que volaban en derredor nuestro, rozando casi con la tierra, y las campanas de Trasmoz dejaban oir lentamente el toque de oraciones, como el final de la horrible historia que me acababan de referir.

En vez de ir al puchero se las deja tranquilamente en el agua.

Poco después de hacerlo apareció Venturita con un peinador blanco que dejaba ver enteramente la garganta de alabastro y una parte de su hermoso seno virginal.

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