50 oraciones de ejemplo con danzante

Y como los perros transpiran muy poco, Yaguaí apreciaba cuanto es debido el viento evaporizador sobre la lengua danzante puesta a su paso.

Y sintiendo el empujón de una fuerza irresistible, el gancho marchó hacia su alojamiento, iluminado por la linterna danzante, que esparcía en torno un remolino de manchas sangrientas y fúnebres harapos.

«Este danzante tuvo la culpa de que yo me pusiera aquella noche como me puse y de que te contara aquellos horrores...».

Pasa, danzante... ¡Dichosos los ojos...

El danzante de Juan no merecía tal joya, por ser muy dado a picos pardos.

«Yo no soy celosole decía, y aunque no pongo mi mano en el fuego por ninguna mujer, creo que no me faltarás, como no se descuelgue otra vez el danzante de marras.

Carnicero creyó que su valiente exhortación al reino danzante había hecho efecto, porque dejó de ver movimiento en las paredes.

En la cara del Sur campea, sobre una puerta chabacana, la imagen barroca del santo mártir, retorcida, en actitud más bien danzante que religiosa

? ¡Quia! Líos, ; ¿pues qué quieren decir las visitas del marqués de Saldeoro? ¿Sabes quién es ese danzante? Una persona decentísima, un caballero, un joven...murmuró Relimpio aletargándose.

El mayor éxito, en fin, de la dueña de casa está en poner en circulación danzante a las «planchadoras», procurando aliviar la desventura de las proscriptas del baile.

La punta de azul eléctrico danzante en sus pupilas la conocía Lubimoff.

Buena era la paz, y el pueblo debía regocijarse; ¡pero meterse en el Casino como un motín danzante, para interrumpir el funcionamiento de una industria honrada!...

Y el oso danzante, ¿compartirá también los azotes de sus compañeros?preguntó el oficial.

¿Quién será, pero quién será el danzante que me hace la guerra?

De repente el jefe de la familia se cuadró ante su yerno, y con temblor de mandíbula, intensa amarillez de rostro y mirada furibunda, gritó: De todo esto tienes la culpa, danzante.

Ya que se ha ido ese danzante.

En efecto salió á probar fortuna, Y las casas anduvo de una en una: Allí le hacen servir de centinela, Y que pase la noche toda en vela; Acá de lazarillo y de danzante; Allá, dentro de un torno, á cada instante Asa la carne que comer no espera.

Después de haber corrido Cierto danzante Mono Por cantones y plazas De ciudad en ciudad el mundo todo, Logró (dice la historia, Aunque no cuenta el cómo) Volverse libremente Á los campos del África orgulloso.

Díle al danzante de Chatillón que ese jarope se lo tome él, para que reviente de una vez...

Era, pues, quizás, el camino de Madrid el que hubiese tomado, sin mi dichosa intervención, el futuro autor de tanto libro de prosa danzante, preciosa y armoniosa, que había de ser tenido después como un parisiense adoptado, y alabado por escritores de renombre en esta capital de las capitales.

Así resulta todavía más descriptivo de la doble alma que encierra la pareja danzante, conservando toda su individualidad al hombre y a la mujer, quienes nunca llegan a unirse materialmente.

Hice un desmoche horrible de criados, y tuve el gusto de plantar en la calle al danzante de M. Petit y al jefe de cocina, con sus tres pinches.

Monte-Valdés contempló a los interruptores con largueza compasiva, como a gente que no comprende, y agregó: Hay, en efecto, en los instintos del pueblo bajo español un no qué de divino y danzante, un no qué de claro instinto de la medida y la gracia.

Y digo divino al mismo tiempo que danzante, porque ya los griegos añadían al nombre de sus dioses el apelativo danzante o saltante.

Y digo divino al mismo tiempo que danzante, porque ya los griegos añadían al nombre de sus dioses el apelativo danzante o saltante.

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