687 colocaciones para doñas

Con esta conversación llegaron á la calle de la Gorguera y á la casa de doña Leoncia; subieron al cuarto del poeta, que era el punto designado para las reuniones preparatorias del naciente club.

No hay que decir que doña Manolita estuvo a los pocos minutos en el cuarto de doña Luz, la cual se echó en sus brazos, llorando con mucha ternura y besándola y llamándola su único consuelo.

Estábamos hablando cuando entró, acompañada de una criada vieja, la hija de doña Hortensia, Dolorcitas, una muchachita de catorce o quince años, preciosa.

Expresión de lástima afectuosa y aun de admiración ingenua brillaba en los ojos de doña Paulita, que en aquel momento parecía manifestarse naturalmente.

La tienda había pasado de sus manos a las del primer marido de doña Manuela, y de éste a su actual dueño; pero don Eugenio no había dejado de vivir un solo día en aquella casa, fuera de la cual no comprendía la existencia.

El timbre nasal de la voz de doña Paulita, que se hallaba en la habitación inmediata, resonó en la tala, trayendo la opinión de la santa, que no por estar rezando dejaba de prestar atención á cuanto en la sala se decía.

Carlos de Ohando el hijo mayor de doña Águeda,

Algunos de los curiosos notaron en el rostro de doña Paulita una muy grande agitación, y el autor de este libro, que era uno de los que pasaban, notó con sorpresa (porqué conocía de oídas su carácter) que entre la frente de la dama y los cabellos del joven, no había otra cosa que algunas hojas y una flor de la adelfa criada en el balcón.

Había quedado Carmencita llena de terror en las manos de doña Rebeca, y doña Rebeca tendía con ansia sus garras de nétigua hacia la herencia codiciada, sin poder apresar los caudales, por tener las uñas llenas de la carne inocente de la niña, flor de pecado y de dolor.

a abrir un criado, y poco después en la habitación de doña Perfecta entró María Remedios, que no era mujer, sino un basilisco envuelto en un mantón

] [Nota 782: Trotaconventos hace creer á don Melón que los padres de doña Endrina la quisieron casar ó la han casado con otro, para así encarecer sus servicios y cobrar mejor salario.

Verás lo que yo he visto, verás entrar á Juan en el aposento de doña Clara.

En el alma de doña Perfecta, en el alma del Penitenciario, en la juvenil alma del doctorcillo retumbaron como una [20] armonía celeste estas palabras: "esta misma noche.

En aras de su amor a doña Agustina y de su renaciente fe, se cortó aquella uña maldita del dedo meñique, vara de virtudes de Satanás, y no volvió a electrizar, ni a magnetizar, ni a encender candiles, ni a tirar cañonazos con ella.

La mirada de doña Manuela iba tras las manos de la criada.

Pero Lope truécale el nombre (v. 1516) y le llama don Pedro de Andrada y Castro, acaso recordando a don Gutierre Fernández de Castro, que apoyó fuertemente la causa de Alfonso VII durante su menor edad: "e aquellos porque al casamiento [de doña Urraca con el Conde de Lara] mas se destorvo e non se acabo fueron estos dos don Gomez de Mançanedo e Gutier Ferrandez de Castro.

» ¿Quién fué el arreglador de esta vieja canción que yo sonar en el último acto de Reinar después de morir, llorando la muerte de doña Inés de Castro?

Yo me apresuré a leer la carta de doña Pepita.

¡El idilio senil con que soñó un instante Bermúdez se había deshecho... y eso que él ya se había acordado de Ninon de Lenclós para justificar a los ojos del mundo unas relaciones con doña Rufina!

Era la doncella de doña Paula, Teresina.

El señordijo Licurgo sonriendo,es el sobrino de doña Perfecta.

El retrato de doña Inés Muñoz de Ribera se encuentra aún en el presbiterio de la iglesia, y sobre su sepulcro se lee: Este cielo animado en breve esfera depósito es de un sol que en él reposa, el sol de la gran madre y generosa doña Inés de Muñoz y de Ribera.

Pero lo que daba cierto aspecto grandioso al gabinete era el retrato del difunto esposo de doña Lupe, colgado en el sitio presidencial, un cuadrángano al óleo, perverso, que representaba a D. Pedro Manuel de Jáuregui, alias el de los Pavos, vestido de comandante de la Milicia Nacional, con su morrión en una mano y en otra el bastón de mando.

Por evitar este ruido inoportuno, Maximiliano se metió un pañuelo en aquel bolsillo, atarugándolo bien para que las piezas de plata y oro no chistasen, y así fue en efecto, pues en todo el trayecto desde Chamberí hasta la casa de Torquemada el oído de doña Lupe, que siempre se afinaba con el rumor de dinero como el oído de los gatos con los pasos del ratón, y hasta parecía que entiesaba las orejas, no percibió nada, absolutamente nada.

=Donde se ve que puede surgir la desavenencia cuando menos se espera= De súbito se presentó el Sr. D. Cayetano Polentinos, hermano político de doña Perfecta, el cual entró con los brazos abiertos, gritando: Venga acá, Sr. D. José de mi alma.

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