47 colocaciones para muerte

¡Oh muerte! ¡Cuánto tardas! Yo te anhelo, y te espero temblando de alegría.

Fueron entonces condenados á muerte los principales cabecillas ó jefes de Comuneros; pero como el D. Pedro Maldonado Pimentel tuviese parentesco con el famoso Conde de Benavente, consiguióse que el otro Maldonado, conocido por el de la calle de los Moros, muriese en lugar suyo con Bravo y con Padilla, cual si este bárbaro ardid pudiera deslumbrar á la opinión pública.....

Pero yo, ¿cómo he de gozar de tal satisfacción, si, después que acabé la guerra y volví á la patria, me aparejó Júpiter una deplorable muerte por la mano de Egisto y de mi funesta esposa?

¡Ay, qué muerte, qué muerte tan espantosa!... ¡Morir sin confesión!... ¡Morir separada de mi papá!... ¡Y luego quedar sepultada aquí en este fondo tan negro..., y ser comida por los peces..., y por los cangrejos!... ¡Es horrible!...

Los que poseían las ciudades de Adrastea, Apeso, Pitiea y el alto monte de Terea, estaban á las órdenes de Adrasto y Anfio, de coraza de lino: ambos eran hijos de Mérope percosio, el cual conocía como nadie el arte adivinatoria y no quería que sus hijos fuesen á la homicida guerra; pero ellos no le obedecieron, impelidos por el hado que á la negra muerte los arrastraba.

¡Lastimosa muerte! GRACIANO.

Á mi amor este exceso corresponde, Cuerpo á cuerpo he de ver, hermano, cuántos De púrpura ó coral la muerte viste, Que en esto sola mi piedad consiste.

¿Y que muerte podeis ver, Que no sea más placer El morir por gentil dama, Que despues de muerto ser?

Yo lo que digo es que muerto el perro se acabó la rabia, y que muerta la cabeza, manos y pies se mueren...

Pero yo creo, de veras, que si alguna vez hubo ánima en pena, ¡esa ha de ser el alma condenada de Flint! ¡Cáspita! ¡pues vaya si tuvo una mala y horrible muerte aquel hombre! En cuanto á eso, ni quien lo dude, observó un tercero.

Esta consideración me embota los dientes, entorpece las muelas, y entomece las manos, y quita de todo en todo la gana del comer, de manera que pienso dejarme morir de hambre: muerte la más cruel de las muertes.

, pues á Muerte su traicion me dió.

, al embarcarse dán muerte á 23 los españoles306.

Yo lo que digo es que muerto el perro se acabó la rabia, y que muerta la cabeza, manos y pies se mueren...

Salidos á la mar, salió él de su pipa, y dijeron que desque lo vido Anciso se movió á mucha ira contra él, certificándole que lo habia de hacer echar en una isla despoblada, pues merecia muerte por las leyes; pero, dello por se humillar, y dello porque otros á Anciso rogaron, se aplacó Anciso, y así Vasco Nuñez se quedó porque tenia Dios determinado de hacer otra cosa dél, por su mal.

De los cuatro toros que se iban a torear, los dos últimos serían de muerte; el primero de éstos, un becerro de tres años, estaría a cargo del teniente Gotor, y, el segundo, el más fuerte y de más hierbas, lo mataría el Ochavito.

Yo así, que en tus brazos miro Desta muerte el instrumento, Y miro el lugar sangriento, De tus brazos me retiro; Y aunque en amorosos lazos Ceñir tu cuello pensé, Sin ellos me volveré, Que tengo miedo á tus brazos.

iudad habia, y la despoblase trayéndolo todo á Panamá, y así cada vecino sacó sus alhajas, haciendas movibles y ganados, hácia el Nombre de Dios, y de allí, aunque con muchos trabajos, y regañando y con tardanza no chica, y con dolores y angustias, hambres y sudores, y áun muertes algunas, segun creemos, de los indios, porque ellos son los que todo lo lloran, los que todo lo padecen y trabajan hasta espirar, y así á Panamá se pasaron.

No ; Engañáronme las señas De humano traje y prisiones; Pero bien caro me cuesta, Pues, muerta la vida, vino A ser la muerte la muerta.

Enrique, vuelve á tu patria: que en África me dejas Enterrado; que mi vida Yo haré que muerte parezca.

Después de la muerte estalla también su cólera.

¿Llora usted muerta la más dulce ilusión?

Llamas arrojan tus ojos, Tus suspiros son de fuego, Un volcan cada razon, Un rayo cada cabello, Cada palabra es mi muerte, Cada regalo un infierno: Tantos temores me causa La Cruz que he visto en tu pecho.

Non dexedes assí finar Vida que ya muerte fuesse: Vos, mi bien, quered usar Con el miedo de matar, Osaréis si vos pluguiesse, Plaser que teme bondat Por ganar mi alma vuestra Despendiendo crueldat, Pues mi pena con verdat Es mayor que se vos muestra.

SEXTA VOZ Yo soy la muerte victoriosa, madre del misterio, madre del secreto... SAGRAMOR ¡Oh, no me toques! ¡Vete! ¡Tengo miedo de ti! SÉPTIMA VOZ ¡Yo soy la vida! Ya que el morir te da miedo, te daré mil años.

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