20 oraciones de ejemplo con agraciar

Y si Pepe Castro, por motivo de una enfermedad nerviosa que había tenido de niño, cerraba el ojo izquierdo con frecuencia, lo cual sin duda le agraciaba, ¿con qué derecho pasaba el día Ramoncito haciendo guiños a la gente con el suyo?

Sólo he de afirmar ahora que el Peor no merecía tal joya, ¡que había de merecerla! y que si fuese hombre capaz de alabar á Dios por los bienes con que le agraciaba, motivos tenía el muy tuno para estarse, como Moisés, tantísimas horas con los brazos levantados al cielo.

No se sostenía ya que eso de saber leer y escribir era propio de segundones y de frailes, y empezaba a causar risa la fórmula empleada por los Reyes Católicos en el pergamino con que agraciaban a los nobles a quienes hacían la merced de nombrar ayudas de Cámara, título tanto o más codiciado que el hábito de las órdenes de Santiago, Montesa, Alcántara y Calatrava.

Los días de corrida tomaba un coche de punto, que pagaba la empresa, metíase bajo la americana el vaso sagrado, escogía por turno entre sus amigos y protegidos uno a quien agraciar con el asiento destinado al sacristán, y emprendía la marcha a la plaza, donde le guardaban dos sitios de delantera junto a las puertas del toril.

Cuando ya no le podían dar nada superior, en orden de milicia, a los dos entorchados, me le agraciaron con el título de conde de Santa Bárbara (de una finca que tenía en Navarra), nombre que por tener cierto olorcillo de pólvora, cuadraba bien a su oficio, aunque se decía de él que nunca había olido más que la que gastamos en salvas.

He mandado hacer unas tarjetitas... Diciéndolo, sacó del bolsillo una para darla a Rosalía, quien con mal desarrugado ceño la tomó, dignándose agraciar a la joven con una sonrisa benévola, la primera que Refugio había visto en aquellos desdeñosos labios.

Su ambición era llegar á poseer todas las condecoraciones de Europa, y apenas le agraciaban con alguna, se hacía retratar cubierto de bandas y cruces, vistiendo el uniforme de una de las tradicionales Órdenes militares.

La Marquesa los miró todos, agraciando á cada cual con una observación picante y discreta, como mujer de refinadísimo gusto.

Si hubieras venido á tiempo, dignándote agraciar con una palabra de amor á la voluntariosa, á la pobre loca, á la necia, ¡qué hermoso tesoro de afectos habrías descubierto, tesoro íntegramente reservado para y que en tus manos habría perdido su tosquedad!...

Me parece muy bien, caballerodijo el italiano agraciando á León con un golpecito en la mano.

La Marquesa los miró todos, agraciando á cada cual con una observación picante y discreta, como mujer de refinadísimo gusto.

Si hubieras venido á tiempo, dignándote agraciar con una palabra de amor á la voluntariosa, á la pobre loca, á la necia, ¡qué hermoso tesoro de afectos habrías descubierto, tesoro íntegramente reservado para y que en tus manos habría perdido su tosquedad!...

Me parece muy bien, caballerodijo el italiano agraciando á León con un golpecito en la mano.

Pero el adorno que verdaderamente agraciaba á la muchacha era su cabellera rubia, de un rubio algo tostado, con reflejos de oro que rielaban en lo más saliente de las simétricas ondulaciones ó conchas que fluían á uno y otro lado de la raya, como orla magnífica de la estrecha frente y la delicada sien.

Todas las facciones y todos los detalles y peculiares gracias de Clavellina estaban en su estatua; hasta un encantador hoyito que tenía en la barba, y agraciaba delicadamente sus rasgos fisonómicos.

Todos los pescadores estaban en la iglesia con gesto de recogimiento, pensando en el lago más que en la misa, y con la imaginación veían la Albufera y sus canales, escogiendo los puestos mejores por si la suerte los agraciaba con los primeros números.

¡Eran de ver los gestos de contrariedad que hacíamos mi primo y yo cuando la ciega lotería del cucharón nos agraciaba con sólo un premio, reservando la mayoría de los sabrosos tropezones para otros comensales! Hambre, sin embargo, no pasábamos.

Hácia el año de 1740 tuve en mis manos una muela grande como el puño, semipetrificada: parte era solidísima piedra, tersa y resplandeciente como bruñido marmol, con algunas vetas que la agraciaban; parte era materia de hueso, interpuestas algunas particulas de piedra que empezaban á extenderse por las cavidades que antes ocupó la materia huesosa.

Y podia añadir lo quarto, que tambien se logra la hermosura del mismo escrito; porque son las letras grandes en el papel lo que los árboles en la huerta, que la amenizan y la agracian, y desde luego á entender, que aquella es huerta de Señor; quando un libro todo de letras iguales y pequeñas, parece huerta de verdura y hortaliza, que es cosa de Frayles y gente ordinaria.

Por lo que toca á Don Casimiro, es cierto que, aunque havia crecido mucho y era hombre que ya se afeitaba á menudo, pero conservaba todavía el aire, las facciones de la cara y cierta viveza de ojos, que le agraciaban mucho quando niño.

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