46 oraciones de ejemplo con alocado

Pero lo era, porque viéndola él replegada contra el muro, preguntó a su madre: ¿Esta es la hija del tío Manuel? Y sin esperar respuesta, la abrazó con efusión, la miró con entusiasmo y declaró al fin: ¡Es muy bonita..., muy bonita! Carmen estaba encantada, Narcisa furiosa, y doña Rebeca parecía abstraída en perplejidades y temores, con un aire lánguido de víctima, muy mal avenido con su figurilla inquieta y alocada.

El alocado don Pedrito tiene por delante un hermoso porvenir.

Y Lucía, como alocada, hacía que no la oía.

»Ya que las casadas gozan ciertos privilegios negados a las solteras, ¡como si al casarse quedase una niña alocada convertida ipso facto en mujer juiciosa!...

Por fin cuando le tuvo medio alocado, medio entontecido, fingió rendirse y consintió en ser su esposa.

Idéntico ritmo alocado palpita en los hechos de su vida y en las estrofas perennemente fragantes de sus versos; jamás le abandonó la divina embriaguez de la adolescencia.

Sus gestos de gracia alocada tenían, sobre todo, una elegancia innata, que reflejábase hasta en sus menores movimientos, aun en las ocasiones en que desterraba la euritmia de sus ademanes, el enfado, la pasión o la alegría.

Al andar, tenía unas veces el ritmo ceremonioso de las pavanas; otras, la gracia alocada de las ninfas del Trianón (ninfas de pomposas sayas y altos tacones rojos) jugando a las pastoras, con los corderillos lanados de azul.

Aquella mujer caprichosa, aventurera y alocada, de cuya vida de artista tantas cosas se contaban, había paseado por el mundo la arrogancia de la virgen guerrera soñada por Wagner consiguiendo inmensos triunfos.

Antes que el médico pudiera responder, oyeron la risa clara y alocada de un labio infantil en el cementerio contiguo.

El viento la batía duro y alocado.

Y tocando las mazadas huellas del suplicio, grité alocado: ¿Qué es esto, dime; qué es esto?

¡A ése!... El estudiante, alocado, corriendo siempre en línea recta, llegó á la barandilla que cierra el jardín y la franqueó de un salto.

Entretanto la muchedumbre grita sin fe, sin pan, sin lumbre, alocada de pesadumbre.

Verlaine arde en las llamas de las rosas alocado y sensitivo, y dice a las ninfas cosas entre un querubín y un chivo.

Deme usted la mano... LA CARTA La anciana penetró en el despacho caminando ágilmente, con paso infantil, alocado y ligero.

Todo el mundo esté atento y sin mucho reir, que don Miramucho, que es el Milan, si reimos demasiado nos terná por hombres de farsa y burlará de nuestras risadas con aquello que dice: Un reir demasiado Juzgan por muy alocado.

¡Azor! ¡azor! se fue diciendo en seguida, y saltaba al mismo tiempo aparentando con la mayor inteligencia el indiferente atolondramiento de su alocada edad.

Era un joven romántico y alocado, que en su pueblo había comenzado a hacer calaveradas, a leer versos y a escribirlos.

Alocado por un peligro, real ó imaginario, el público, tanto vale una puerta como dos docenas, si todos quieren escapar por la misma.

En su corazón se había entrado un pajarito azul, y cantaba, alocado, incesantemente, una dulce canción de dicha.

Una angustia indecible le atenazaba el pecho, y el sonido de las palabras del padre le llegaba interrumpido por el latido de la sangre que le golpeaba en los tímpanos con el galope rítmico de un metrónomo alocado.

Manón tenía una petulancia cómica de chico travieso; repetía frases y epítetos que no comprendía bien, dándoles, por lo mismo, aire más alocado y grotesco.

Estaban la condesa de Hervilly, una belleza rubia, con la señora de Vargas, morena, de un tipo clásico; María de Taboada, con su aire caprichoso y extraño; Paquerette Revur, como una figurita de porcelana; Rosa con su tipo de mujer meridional, y Manón, rubia, alegre y alocada.

Y agrega, con la sonrisa cariñosa y burlona de una madre que mira jugar a su hijo, un poco alocado: En fin, me tranquilizo con el proverbio ruso: Que se divierta el niño y no importa cómo, con tal que no llore más!.

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