Practicáronlo así, pero sin poder averiguar quien hubiese tocado, ni con que órden, lo que obligó al corregidor mandase apostar una compañia en cada esquina de la plaza, por si hubiese algun inopinado asalto.

Por las espaldas de la iglesia de San Juan, acometieron con igual ó mayor empeño, pero los contuvo D. Martin Cea con su piquete de fusileros, y la caballeria de Calacoto y Juliaca, reforzada con los honderos de estos mismos pueblos que Orellana habia mandado apostar en aquel puesto desde los principios del ataque.

Aparte la ciencia, que no era su terreno propio, don Robustiano podía apostar con cualquiera a campechano, alegre, simpático, y hasta hombre de excelente sentido y no escasa perspicacia.

v. [stécion] Apostar.

Mi padre me decía que, en su tiempo, viendo un joven errar solitario con un libro entre las manos, se podía apostar a que este libro era de versos.

Apostar, hacer apuestas.

=apostar (a)=, to bet, wager.

Beatriz fuese a mirar por la rendija de una puerta, temiendo que su padre se presentase; y, después de apostar en aquel sitio al alférez, adelantose hacia la ventana, de modo que toda la hojuela de oro y el abalorio de su vestido rebullese en la luz.

The "a" in this sentence is used elliptically, being dependent on the verb apostar, to bet or wager.

Lo malo es que bien se puede apostar uno contra mil á que ese estado de florecimiento y de grandeza no llegará para Cuba, ni en muchos siglos, si prematuramente y con marcada y notoria ingratitud, lograra separarse ahora de la metrópoli.

Yo nada tengo que apostar, replicó Tristán muy contrariado y mirando á Simón.

¿Cuánto vamos á apostar, niña, á que no te vas á casa tan sana como has venido?

El bello adolescente sonrió con la mayor cortesía: Antes de apostar, esta señora me advirtió que no tenía dinero.

El otro redactor, Fresneda, podía apostar a finura al hombre más fino y almibarado de Madrid.

No hace mucho tiempo que la visitaba con frecuencia un capitán de artillería y ahora pasa con ella largas horas un joven panadero que vive frente á su casa; es casi un niño; puedo apostar á que fué conquistado por ella; el muchacho, aunque guapo, es muy bisoño.

¿Eres tú?exclama éste volviéndose y fingiendo sorpresa;¿acepta tu hermano mi proposición ó vienes á apostar?

Quiero apostar en la soltada siguiente; ¿qué más da?

Y el eunuco salió, marchando á la pastelería, donde dijo al pastelero: «He aquí que acabamos de apostar en favor de ese plato de granada, que sabes hacer, contra otro que han preparado los criados.

Bastaba con apostar sigilosamente unos cuantos hombres cerca de la ermita y detrás de algunas piedras, apoderarse del coche, tomar el camino de Miranda de Ebro y dispersarse, al salir del desfiladero, hacia la aldea que se llama Ameyugo.

Pueden ustedes apostar por míexclamó; y no hablemos más de esto.

Vamos á apostar?

Se puede apostar, asegura ese alguien, que si alguna vez recibiera monseñor Merry del Val en el Vaticano a Teodoro Roosevelt, el libro de éste sobre Oliverio Cromwell no sería el tema principal y aun accesorio de la conversación.

Todavía me atrevería yo á apostar una cosa.

Mire, compadre, esta vez si que la sacamos bien con seguridad: dígale que uno de ellos tiene que apostar conmigo a cuál llega primero a Roma con una carta que su Majestad, nos entregará y si yo llego primero con la contestación, ellos perderán, vuestra Majestad los manda fusilar y el Castillo le sale gratis y Hermosura del Mundo no se casa con Comín.

Señor, todo el mundo me agarró miedo y ya no querían apostar en mi contra, porque todos se estaban arruinando.