76 oraciones de ejemplo con cajero

El duque había ido en persona a la caja a presenciarlos y ayudaba al cajero en la tarea de contar los billetes.

El cajero era diestrísimo en su oficio.

Así se alimentan aquellos espíritus que antes de las once de la noche se van a dormir satisfechos, convencidos de que el cajero de tal parte se ha escapado con los fondos.

Allí arrojé por el enrejado un cheque sobre el «Banco de Inglaterra», de mil libras, gritando esta deliciosa palabra: ¡En oro! Un cajero me respondió con dulzura: Tal vez le fuese más cómodo en billetes...

Eaton, que las ocho décimas partes han sido ganadas por negros...» En Tanahasee, la capital de Florida, esta compañía tiene una sucursal, y su cajero es un negro.

En los cobros y pagos que tenía á su cargo, como cajero de la casa, armaba un estruendo de dos mil demonios al contar las monedas que le entregaban, ó al derramar encima del mostrador los talegos de napoleones, ó al probar la ley de los sospechosos, haciéndolos rebotar sobre el tablero.

A pesar de que nadie podía ignorar su condición de borracho y jugador, era el capitán cajero de su regimiento.

Despues de celebrada cada venta, el dependiente que la verifica da un signo, y el dinero se paga al cajero que concentra la contabilidad,

El cajero ocupaba un gabinete en un piso tercero de una calle cualquiera como huésped de paga segura, y Benito vivía con su hija y su hermana en un piso modesto, que no para otros lujos daban los doce mil reales de su sueldo, equiparado al de Puig en la decena de años de 1870 al 1880 á que nos referimos.

No se traducían aún en hechos estos temerarios juicios que de él se hacían en conversaciones más ó menos públicas; pero, á la primera ocasión que se presentaba, les faltaba tiempo á todos para quejarse de las exageradas autocracias del antiguo cajero de la casa.

Usted, doña Bernarda, se ha empeñado en llamarse ama de llaves; Benito sigue llamándose cajero, y uno y otra son tan amos como yo de cuanto hay aquí, á pesar de no querer aparecer más que como empleados míos.

Cajero eres en esta casa, pues cajero hubieras sido en otra: yo trabajo aquí hasta echar el alma por la boca, pues lo mismo hubiera trabajado en otra parte; en una palabra, si él no nos debe nada á nosotros, nosotros no le debemos nada á él, y no estamos en el caso de sufrir siempre en silencio sus tiranías y sus palabrotas.

Cajero eres en esta casa, pues cajero hubieras sido en otra: yo trabajo aquí hasta echar el alma por la boca, pues lo mismo hubiera trabajado en otra parte; en una palabra, si él no nos debe nada á nosotros, nosotros no le debemos nada á él, y no estamos en el caso de sufrir siempre en silencio sus tiranías y sus palabrotas.

¿De mí?dijo no sin sorpresa el fiel cajero de la casa de comercio.

Quiero decir que yo he sido tu cajero, tu primer dependiente, tu más alto empleado, como quieras llamarlo.

Que seas mi cajero como yo lo he sido tuyo, pero que prestándote á las reformas que son indispensables, te contentes con un sueldo más modesto que el que yo he tenido hasta hoy.

Hay que disculparlos á todos, porque todos te han oído decir constantemente, cuando eras sólo cajero de Puig, que si la fábrica hubiera sido tuya, nunca te hubieras mostrado tirano con los trabajadores y operarios, antes bien les hubieras dado mayor jornal y exigido de ello menos trabajo.

Desde los balcones de dicha casa, situada cerca de la mía, pudimos ver casi todo lo ocurrido y admirar los rasgos de valor de cuantos con más ó menos acierto contribuyeron á atajar el incendio, y en particular el de mi cajero hoy y antiguo amigo de toda mi vida, Juan Puig, que según habrá usted leído en la prensa, está herido, aunque no de gravedad, por haberse lanzado á abrir la válvula de la máquina grande en un momento decisivo.

Eran el comerciante y su hijo, que traían el dinero y los libros depositados por el cajero en casa de aquéllos la noche del incendio.

Mil veces había traído sobre sus hombros, desde otra casa de comercio á la de Bernaregui, mayores cantidades que las de aquel día: en los tres años que desempeñó con Puig el empleo de cajero, muchas noches había hecho los balances, pudiendo contar y recontar con tranquila serenidad mayores sumas, y jamás hasta aquel momento le había parecido que las monedas y los billetes de Banco formaran parte de su ser y sangre de su sangre.

Yo soy y seré siempre el cajero de la casa de Bernaregui.

Muchos años antes, tantos que él mismo ya no quería contarlos, porque su recuerdo se hacía más doloroso cuanto más lejano, él, joven, lleno aún de las ilusiones que le habían hecho cruzar el mar, recién llegado a Santa Fe, encontró un puesto de cajero y tenedor de libros en la casa de comercio de don Agustín Insúa, uno de los estancieros más fuertes del país.

PROVERBIOS Cananeo llama al mercader y al que decimos cajero, porque los de aquella nación ordinariamente trataban desto, como si dijésemos ahora al portugués.

Conocidos el cobrador y el cajero, pasemos al croupier, o tenedor de la banca.

¿Un rival? Un cajero que se trajo de Inglaterra la compañía Stirling.

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