69 oraciones de ejemplo con canoso

Era una señora de aspecto triste, con el pelo canoso y el rostro todavía fresco.

Es robusto, cuadrado, con las manos rudas y el bigote canoso.

Cerca de la estación, un hombre se aproximó á la pareja: un señor respetable, canoso, con chaqué viejo y gafas.

Era el más viejo de todos y el único que conservaba sus cabellos, de un rubio obscuro y canoso, peinados cuidadosamente y brillantes de pomada.

El soldado de pelo canoso y lentes de miope, que guardaba en plena guerra los gestos de un director de fábrica recibiendo á sus clientes, mostró al mover los brazos unas vendas y algodones en el interior de sus mangas.

Este era un hombre de mediana edad, canoso, la barba afeitada de cuatro días, moreno y con un cierto aire clerical.

Fornido, algo cuadrado, con la cabeza pequeña, los ojos intensamente azules, el bigote rubio y canoso, Atilio le encontraba cierta semejanza con un jabalí, tal vez por su acometividad y aspereza en momentos de mal humor.

Atraviesa las salas de juego, buscando una cabeza de pelo canoso partido en dos secciones brillantes por la raya que se tiende rígida de la frente á la nuca.

Era más que medianamente apersonado, canoso y fuerte; y sudando, como estaba, parecía un oso polar.

! Está el molinero muy arrogante, las manos en los bolsillos, la cabeza levantada, puestos los ojos con desdén en la espina del monte; es alto, cetrino, canoso, tiene la expresión cuidadosa y perspicaz, el aire displicente y señoril.

Concha insistió: ¡Supiera al menos cómo se compone el blasón de la noble casa de Montenegro! Don Juan Manuel frunció el áspero y canoso entrecejo: ¡Eso lo saben los niños más pequeños!

Volví a la posada y estuve hablando con el patrón, que era herrador, un viejo canoso con unas antiparras y aire de sabio.

Alvarez de Acuña era un hombrecito pequeño y canoso, con una cara tan movible que parecía de goma.

Era un hombre corpulento, atlético, un poco más alto que yo, que mido descalzo seis pies y dos pulgadas; de tez sonrosada, facciones finas y correctas, nariz aguileña y dientes de espléndida blancura; aunque apenas frisaba en los cincuenta años, tenía el pelo muy canoso.

Cuando apareció la figura del viejo Krüger, noble rostro de león, que en nada se parece a esa cara de gorila canoso que han multiplicado las ilustraciones, un trueno de voces resonó en toda la costa.

Dos ó tres veteranos, sentados en un banco de piedra, reemplazaban á los zegries y abencerrages; y el canoso centinela estaba hablando con un ganapan alto y seco, cuyo pardo y raido capote cubria apenas el resto de unos vestidos mas miserables todavía, el cual luego que nos descubrió se vino á nosotros, ofreciéndose á acompañarnos y enseñarnos la fortaleza.

Estábamos, en fin, esperando a que la casualidad nos trajese a la mano alguna ocasión de ejercitar nuestra habilidad, cuando vimos en la calle un caballero, bastante canoso, el cual, firme con la espada en la mano, se defendía contra tres que le llevaban a mal traer.

Choribide era un viejecito flaco, canoso, con unos ojillos claros, una cara afilada, alegre y burlona.

Yo pasaba por delante de la fonda, cuando veo en la puerta un hombre alto, grueso, afeitado, un poco canoso... y me digo: «¡Si parece Vicente López!...

* * * * * «Nacido en Bidart, Bajos Pirineos, el 21 de diciembre de 1782; estado, viudo; profesión, comerciante; estatura, alta; pelo, canoso; ojos, garzos; nariz, larga; barba, afeitada; color, sano...

Inmediatamente pregunté al compañero que me seguía: Oye, Misántropo: ¿va contigo un señor alto, de bigote canoso, vestido de gris... tipo cosmopolita... con los guantes, de color amarillo, metidos en la abertura del chaleco?...

Ha transcurrido más de una hora, y llegamos a El Escorial, donde recogemos un viajero: un señor delgadito, pálido, de bigote canoso, que sube a .

Un marinero canoso, barbudo y melenudo, de mirada dulce, que tenía gran semejanzacomo muchos nicenses viejos del puertocon su compatriota el caudillo Garibaldi, explicaba á los curiosos la captura de estos dos tiburones del Mediterráneo, que habían destrozado gran parte de sus redes.

Delante mío va un viejito canoso, de rancho de luto, alpargatas y saco de lustrina.

Ese torpe habrá dado mal el recado ó yo he pronunciado mal mi nombre... (Se abre la puerta del fondo y entra una dueña vieja, con el pelo canoso, basquiña y mantilla negras y abanico.

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