399 oraciones de ejemplo con condenado a

Quiso aquel joven huir; 295 fué desgraciado en su empeño: le prenden, y por su dueño es condenado a morir.

Ningún condenado a muerte las ha tenido.

Pero estoy fatalmente condenado a no poder hacerlo....

Defendiendo a cierto criminal captó a los jueces con su donaire; pero como el fiscal apelase de la benigna sentencia dictada, el reo fué condenado a muerte, y Luis Vélez a pagar una multa.

Pero esto, que parecía algo, era muy poco, salvo en lo honorífico, pues no tuvo señalada ración, y hasta el año de 1635, en que el infortunado poeta entró en gajes, siguió condenado a vivir de lo poco que entonces producían las obras dramáticas y de lo que pedía a sus amigos; tanto fué así, que se hicieron proverbiales su extremada pobreza y sus donosas esquelas petitorias, casi siempre en verso.

´ Literalmente iota Esta parte no esta en [DieBibel], [Peshitta] dice `quien mate está condenado a juicio.

Moisés dijo, `Honra a tu padre y a tu madre;´ y, `Quien maldiga a su padre o a su madre, que sea condenado a muerte.

La musa del progreso es la rapidez: lo que no es rápido está condenado a morir.

Condenado a muerte durante una sedición, se evadió y tomó el oficio de domador de caballos.

En 1856, o 57, fue sometido a un proceso, por mandar rapar la cabeza de una criada de un rico de Orión, llamado Alférez Lucas, y, de sus resultas, condenado a cuatro años de prisión, de la que seis meses extinguió en la cárcel de Balanga, y el resto, en Bilíbid.

¡Míseros genios! No saben que su don es gratuito como la gracia divina, y que no depende ni de su voluntad ni de su carácter: tan preciosa dádiva tiene una misión que cumplir en la tierra, y la cumplirá fatalmente: es como el Samuel Beli-Beth de la Pasión Tagala y del Sa Martir n~g Golgota: inmortal en esta vida, pero condenado a errar por el mundo, y a llorar la destrucción de Jerusalén.

Y, cargado que fué de grillos y esposas el condenado a 10 muerte, salieron con él los curiales y los soldados en dirección a la ciudad de Guadix, de donde habían de conducirlo a la de Granada.

Y el Gobierno ruso me ha condenado a pasar aquí un año...; es decir, me ha condenado a muerte.

Y el Gobierno ruso me ha condenado a pasar aquí un año...; es decir, me ha condenado a muerte.

Su delito le daba horror y no quería volver a verle ni hablarle en la vida; pero le amaba aún con cariño de hermana y presentía que ello acibararía con algo como remordimiento las mayores venturas que pudiera alcanzar no evitaba que Antoñuelo fuera procesado, deshonrado públicamente y condenado a presidio.

«¡Parece que donde quiera que voy decía con profundo tediollevo su desaparición, y que estoy condenado a expulsarla de mi vista con mi deseo de verla!».

Se trataba de un condenado a muerte.

Es claro que tampoco Bonis había abordado la cuestión; en este particular estaba el escribiente como el condenado a muerte que, con los ojos tapados, aguarda el golpe del verdugo, y con gran sorpresa, pero sin perder el miedo, siente que el tiempo pasa y el golpe no llega.

Padecía y estaba furiosa; tomaba el lance, en la suprema hora, como un condenado a muerte, inocente, pero no resignado y apegado a la vida.

Que perdonaran la ciencia y el señor Aguado... pero él también se sentía lleno de confianza en presencia de aquel ignorante tan práctico, por más que un día lejano le había condenado a él falsamente a la esterilidad de su mujer.

Era D. Rafael Seudoquis, exaltado patriota primero, después indefinido, luego conspirador perseguido y condenado a horca, pero indultado otra vez y admitido en el servicio por influencias de parientes poderosos.

Su misión no se podía realizar si no a costa de sangre y de lágrimas; y un hombre que tenía en el corazón tan abundante piedad para todos los hombres, condenado a realizar obra semejante, no podía ser jovial, no podía abundar en él la alegría.

Su farsa se consideró como crimen de Estado, y por circunstancias atenuantes salió condenado a diez años de presidio, enviándose para España, bajo partida de registro, a su cómplice el religioso».

Le habían condenado a catorce, pero le alcanzaron varios indultos.

Al abrir el herido los ojos era de noche, eternamente de noche, como si el globo viviese condenado a interminables tinieblas.

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