4456 oraciones de ejemplo con cueste

Cueste lo que cueste, por cualquier medio, es preciso que logre hacerme escuchar por ella aunque no sea más que un cuarto de hora.

Cueste lo que cueste, por cualquier medio, es preciso que logre hacerme escuchar por ella aunque no sea más que un cuarto de hora.

No puede ser, que se me van las bestias, y temo que hagan alguna que me cueste los cuartos.

Nuestra fiesta del Corpus vale poco, comparada con la de otros tiempos, y sin embargo, ¡cuántas economías hay que hacer en la Obrería para pagar los cuatro ochavos que cueste este extraordinario!

El de España, por mucho que cueste y por más que lo agranden, no sale de esta última clasificación.

No pudo la duquesa tener la risa, oyendo la simplicidad de su dueña, ni dejó de admirarse en oír las razones y refranes de Sancho, a quien dijo: Ya sabe el buen Sancho que lo que una vez promete un caballero procura cumplirlo, aunque le cueste la vida.

La duquesa mi señora te besa mil veces las manos; vuélvele el retorno con dos mil, que no hay cosa que menos cueste ni valga más barata, según dice mi amo, que los buenos comedimientos.

Recuerda, para que te cueste menos trabajo creerme

¿Quiere usted que nos cueste a nosotros el dinero como la fiesta de Santa Engracia?

Se quiere el mejor reloj de repetición, ginebrino legítimo, cueste lo que cueste.

Se quiere el mejor reloj de repetición, ginebrino legítimo, cueste lo que cueste.

responden de que los Portugueses no se poblarán al sud del rio Corrientes, sin que se conciba como pueda nadie responder de otro que tiene interes en hacer aquello, y puede sin que le cueste un real, ni halle, ni pueda hallar el menor embarazo en las disposiciones de VV.

Nada le falta: pagamos un médico acaso superior a nuestros recursos; mamá o Leo van en persona a la botica; no se escatima receta, por cara que cueste; con la mayor puntualidad se le da cuanto ha de tomar... y lo que vale más, respira una atmósfera de ternura y cariño que echarán de menos muchos más afortunados.

Un millonario bilbaíno puede gastarse dos o tres millones en un yacht y otros dos o tres en su palacio de Algorta; pero, ¿qué hace luego con los millones restantes? Hace poco se ha fundado aquí una Compañía para lograr que el kilo de merluza no cueste nunca mucho más de seis reales; pero, ¿dónde está la compañía que venda merluzas para millonarios a mil o a dos mil duros?

: es necesario que esa mujer sea mía, cueste lo que cueste, valga lo que valga; es necesario que, como soy el dueño de la primera persona del reino, lo sea también de esa dificultad viviente.

: es necesario que esa mujer sea mía, cueste lo que cueste, valga lo que valga; es necesario que, como soy el dueño de la primera persona del reino, lo sea también de esa dificultad viviente.

¿Por qué no hacer el bien, cueste lo que cueste?

¿Por qué no hacer el bien, cueste lo que cueste?

Asy mysmo por les hazer mas merced y por que nuestra voluntad es que en todo sean myrados y permanescan, tenemos mandado proveer que vayan á las dichas yndias fisicos que los curen sy adolescieren sean curados y boticarios con todas las medicinas necesarias pagando todo syn que les cueste cosa nynguna.

, á quien temblar hace su hado, Morir quiere que el cielo la conceda; Ni la bóveda espléndida celeste Torna á mirar sin que pesar le cueste.

PRUDENCIO.—¡Quizás que ! FELICIANA.—Pues si no quieres desprenderte de ellas... ¡Ya me conoces! Hazme caso a y que acabe este desorden de casa; que acabe hoy mismo, ahora mismo, porque estoy decidía, cueste lo que cueste, a que no se lleve la trampa el peazo e pan que tenemos y a no perder por tus locuras dos hijos que me han costao muchas lágrimas y muchos dolores el criarlos.

PRUDENCIO.—¡Quizás que ! FELICIANA.—Pues si no quieres desprenderte de ellas... ¡Ya me conoces! Hazme caso a y que acabe este desorden de casa; que acabe hoy mismo, ahora mismo, porque estoy decidía, cueste lo que cueste, a que no se lleve la trampa el peazo e pan que tenemos y a no perder por tus locuras dos hijos que me han costao muchas lágrimas y muchos dolores el criarlos.

le dijo: Cierto, amigo don Pedro, que el haberme recatado de haberos dicho mi pena, ni ha sido falta de voluntad, ni menos el tener por sospechosa vuestra amistad, sino de vergüenza de que ninguno sepa mi flaqueza, que es bien grande por haberme rendido a un pensamiento que me cueste lo que veis y habéis visto; y así, para sacaros de ese cuidado, con licencia de vuestra esposa, os lo diré.

Y si ya no deseáis hacer el viaje, hacédmelo saber para que yo me decida cueste lo que cueste, a irme solo...”[280].

Y si ya no deseáis hacer el viaje, hacédmelo saber para que yo me decida cueste lo que cueste, a irme solo...”[280].

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