¡Rodolfito!exclamó con acento débil¡Rodolfito! ¡Ven, dame un abrazo; mira que no puedo levantarme! Llegué a su lado y me incliné para estrecharla contra mi pecho y darle un beso en la frente.

Pero antes ¡dame un abrazo! ¡Vaya, muchacho, si eres ya un hombre!

Ahora, dame un abrazo, y acuéstate.

¡Verás qué bien te va...! ¡Adiós, muchacho; dame un abrazo, y que Dios te bendiga! Don Román me recibió cariñosamente, como de costumbre: ¡Gracias a Dios! me duele en el alma que te vayas; pero ¿no es cierto que de cuando en cuando vendrás a visitarme?

¡Porque te quiero tanto...! Dame un abrazo, hija, y muérete conmigo.

¡Y sin llamarme a sí, sin verme, sin darme un abrazo!...

¡Oh! ¡Qué bien dicho! Ven acá: dame un abrazo.

—Ven acá, granadero, dame un abrazo apretado.

, llorando de emoción, me pidió permiso para darme un abrazo, el cual le otorgué generosamente.

Habláronse los dos en germanía, de lo cual resultó darme un abrazo y ofrecérseme.

Ven acá, Clavel, no te marches sin darme un abrazo, que lo necesito como los chotos la teta.

¡Que no! ¡que no te vas sin darme un abrazo!

¡bah! no hubiera vuelto á acordarme... pero asi que te ví... ven y dame un abrazo Alida.

Y dame un abrazo por si no nos volvemos á ver.

Apenas le respondí que sí cuando, desasiéndose del escudero, vino apresuradamente a darme un abrazo con tal alborozo y alegría, que añadió muchos grados a mi admiración.

Dame un abrazo... en premio de mi virtud.

D. DIEGO.Y dame un abrazo, por si no nos volvemos á ver.

Vaya, ven, dame un abrazo.

» «Dame un abrazo (le dixo al oír esto el Padre Fray Blas), que tú has de ser la honra de la Orden; toma essos quatro bollos de chocolate, para que te remedies en mi ausencia, y vamos adelante con el Sermon Capitular.

Salí del fuerte entre las salutaciones cariñosas, y las sonrisas amables expresivas de los soldados, dejando á todos inquietos, particularmente á Achauentrú que, al subir á caballo, vino á darme un abrazo, ó hacerme su retahila de recomendaciones, y á repetirme por la milésima vez, que no dejara de adelantar un chasque anunciando mi ida.

Cuando estuve libre mi padre me dijo: «Dame un abrazo hijo, yo no te he querido ver porque me daba vergüenza verte preso por mi mala cabeza, y porque no fueran á sospechar alguna cosa».

Fray Gerundio amigo, dixo Fray Blas; y, pues ya hemos repassado el sermon de honras y tú tienes formado ya tu idéa, tomemos un bocado, dame un abrazo, y á Dios hasta la vista!» 30.

¡Ven acá, hijo mío, dame un abrazo! le dijo el clérigo con efusión.