92 oraciones de ejemplo con desprecios

Dexo los desprecios de Aristóteles, continuados y repetidos en esta obra, porque estoy en la inteligencia, que con la aversion que tiene Vernei á la antigüedad, no le ha leido, y se echa de ver en la poca exâctitud con que refiere sus opiniones.

Con tal que te deje hablar, aguanta desprecios y desaires.

¡Embustero!... ¡Músico! Y repitió con insistencia lo de «¡músico!», como si fuese la concreción de todos sus desprecios.

, dando un rodeo, procuró zafarse; pero cuando ya lo conseguía, los otros dos la cogieron por las faldas: ¿Desprecios?

A él le gustaba la muchacha: bastante sentía los desprecios con que le había afligido después de aquella noche.

Esa gente me perseguirá hasta la muerte; por lo tanto, prefiero vivir oculta lejos del alcance de sus burlas y de su venganza, antes que quedarme para ser el blanco de sus desprecios y tengan así la oportunidad de señalarme con su dedo burlón y desdeñoso.

Sin embargo, todos mis pensamientos estaban concentrados en un dulce amor perdido, y en ese arrogante y vulgar individuo que, con sus amenazas y desprecios, la tenía sometida a su irresistible y oculto poder.

Esto le hizo padecer bastante, y aun conmovido por sus desprecios y reprensiones, lloró lágrimas amargas que la planchadora concluía por enjugar con el pañuelo.

La negativa persistente, los desprecios infinitos con que le regaló por mucho tiempo, lejos de enfriarle, encendieron más su pasión.

Todos los rencores y desprecios que D.ª Carolina y su hija menor atesoraban para Mario, que no había tenido talento para hacerse inamovible en el puesto que ocupaba, se los arrojaban a ella a la cara.

La humildad teníala en el corazón el hijo del ahogado y la suicida, que si no la tuviese, no sería fácil que se la inculcaran las burlas y desprecios de sus compañeros, ni los paternales azotes del maestro y de sus protectoras: porque éstas todas se creían con derecho a amarle, pero a castigarle también.

Pues no te guardo rencor: me has martirizado como los chicos martirizan á los pájaros, sin saber lo que hacen... Cuando llegó á mis oídos que no te trataba bien, que te hacía desprecios delante de la gente, me puse enfermo de rabia, como si fueses cosa propia, como si jamás me hubieses hecho nada malo.

he podido averiguar que no sólo te hacía desprecios, sino que ha llegado á levantarte la mano...

Tened, Lisardo, la espada, Y pues yo he tenido flema Para oir desprecios mios, Escuchadme la respuesta.

Mis brazos dejas, haciendo Sin esperanzas desdenes, Y sin posesion desprecios! ¿Dónde vas? EUSEBIO.

¿Quien, sino , venció huyendo? ¡Muerta soy, cielos piadosos! ¿Por qué introdujo venenos Naturaleza, si habia, Para dar muerte, desprecios? Ellos me quitan la vida; Pues que con nuevo tormento Lo que me desprecia busco.

Desprecios tuyos

Generalmente el motivo de las discusiones era político; don Pedro se burlaba de los revolucionarios, a quien dirigía todos sus desprecios e invectivas, y Andrés contestaba insultando a la burguesía, a los curas y al ejército.

Rendido ostenté finezas, Constante sufrí desprecios, Fino merecí favores, Celoso lloré tormentos; Que estas son las cuatro edades De cualquier amor, pues vemos Que en brazos del desden nace, Crece en poder del deseo.

Hice tema del amor, Sintiendo que me tratase Sin aquella estimacion Con que las mujeres saben Despedir lo que no quieren; Que hay algunas de tal arte, Que áun de los mismos desprecios Agradecimientos hacen.

Una, Poniéndose de mi parte (Gracias á no qué alhaja), Me dijo: «De lo que nacen Los desprecios de Leonor, Es de que tiene otro amante.

Desprecios...

Pues en he de vengarme De sus desprecios.

Todos los desprecios acumulados sobre la propiedad, sobre el buen comer y la cómoda satisfacción de las necesidades de la vida, vienen á reunirse sobre la infeliz moneda, á quien se mira como el origen de todos los males.

En cambio, y en esto se diferencia por todo extremo del amante de Laura, loa repetidísimas veces, ya pondere su amor y celebre esperanzas, ya llore olvidos ó lamente desprecios, el entendimiento de aquella á quien llama con frecuencia plena de seny, como que era esta la cualidad que en ella más estimaba.

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