42 oraciones de ejemplo con esfumada

También él tenía un alma rasa y suave de pradera, esfumada en neblina.

La barraca aparecía como esfumada entre las nubes de humo de estas luminarias, que despertaban sorda cólera en toda la huerta.

Con una lenta ondulación de raso, después de largo y febricente asedio, veo tu sombra deslizarse en medio de una esfumada claridad de ocaso.

Abajo, el jardín obscuro, con sus penachos negros y ondulantes; arriba, un cielo de verano, esfumado por la bruma calurosa, que empañaba el brillo de los astros.

Después, más esfumada, más indecisa, la cara de la dulce compañera, de Sagrario, contemplándole con ojos llorosos de inmensa pena, besándolo con la mirada, sin que la intimidasen los hombres negros y las armas que la rodeaban.

Pero al atravesar el umbral de la casa de Dios, y detenerse entre la puerta y el cancel, y ver allá dentro, enfrente, las luces del baptisterio, una emoción religiosa, dulcísima, empapada de un misterio no exento de cierto terror vago, esfumada, ante la incertidumbre del porvenir, le había dominado hasta hacerle olvidarse de todos aquellos miserables que le rodeaban.

Pero esta protección se mostraba cada vez más lejana, más tenue, como el recuerdo ya esfumado del grande hombre.

Esta forma, más o menos larvada, más o menos esfumada, escapa a la investigación de los espíritus superficiales, pero no a los temperamentos reflexivos.

Se diría que el autor de la novela, lo mismo que su héroe, se asusta de lo que piensa y siente; no tiene ni la más pequeña aspiración a divulgarlo; y sólo por estilo indeciso y esfumado se lo representa a propio.

Así el médico D. Jacinto; el virtuoso, enérgico y sencillo Padre Baquero, rústico jayán injerto en santo y venerable siervo de Dios, rico en evangélicas virtudes, y la linda Merceditas, que si bien se ve en segundo término y muy esfumada, es una excelente joven.

Enfrente, el venerable Stambul recorta su silueta negra de cúpulas y minaretes, sobre un cielo esfumado, en el que brilla pálida la luna menguante.

Á lo lejos, esfumada en el ambiente denso de la lluvia y las nubes que levantaba el oleaje, marcábase la escollera como el lomo de una ballena encallada por el temporal.

Le disgustaba tragarse el espacio con los ojos casi cerrados, no viendo apenas la campiña esfumada por la velocidad, entre nubes de polvo y piedra machacada.

Al lado opuesto, aparecía hundido en una grieta profunda del terreno el caparazón de Madrid; los tejados negros, las torrecillas puntiagudas, todo esfumado en una neblina que daba á los edificios de último término el vago azul de las montañas.

Y frente al enigma sagrado, lleno de temblores inefables, me abismo, ansiosa, en la contemplación del cielo y del mar, hondos como la muerte... El último jirón de la Patagonia se ha esfumado en la noche a la altura del cabo Pilar, y las trescientas millas del Estrecho, que Magallanes llamó de Todos los Santos, quedan en la memoria como una ensoñación fantástica.

Al mirarle, esfumado entre la bruma, diríase que un bergantín con las velas tendidas había echado a volar.

Magníficamente, en su doble circo de serranías, el departamento de Santiago se despliega á mis pies: en proyección casi vertical el centro de la ciudad; los suburbios, en aérea perspectiva que huye gradualmente, reducida y esfumada, hasta fundirse en la primera ondulación de la montaña.

Por babor, es el inmenso mar, el vacío infinito del Gran Océano que desarrolla en la luz sus anchas olas quietas, apenas onduladas por su misma amplitud, mucho más alla de esa línea esfumada donde el sol rojo se hunde cada tarde: hasta la Polinesia, las islas de coral vagamente presentidas; más lejos aún, á través del vasto archipiélago occidental, hasta el recuperado Oriente.

La campaña está densamente poblada; por todas partes los dorados trigales cubren el suelo, prolongando los setos de sus límites hasta el esfumado horizonte, y la rubia llanura de Guanajuato se extiende como un inmenso y rayado zarape en el telar.

Hacia la ciudad, doblemente esfumada por las alamedas y el crepúsculo, las islas de Antélope y Stansbury levantan á tres mil pies sus cumbres pedregosas, centinelas del valle del Jordán que despliega, bajo el obscuro velo de la tarde, sus ricas campiñas y alquerías.

En el otro extremo de la montuosa barrera, esfumada por la distancia y el vapor de la tierra, veíase la ciudad, la antigua Zazintho, con el caserío oprimido en la falda del monte por murallas y torreones: y en lo alto la Acrópolis, los ciclópeos muros, sobre los cuales destacábanse las techumbres de los templos y edificios públicos.

Si responde el indio, rompiendo su obstinado silencio, ó si el poeta responde por él, interpretando su mirada y sus ademanes, queda en esfumada indeterminación lírica.

Las costas de Cuba se han esfumado en el horizonte.

La muralla sube por ambos lados siguiendo las pendientes, escala las cumbres, desaparece, la vemos surgir á muchos kilómetros de distancia sobre nuevas alturas, se oculta en los valles, y así va hundiéndose y emergiendo en los sucesivos términos del horizonte, hasta no ser mas que un hilillo rojo casi esfumado entre remotas montañas azules.

A esta hora matinal no se distinguen las costas de la China ni de Formosa, y aun en el caso de que se dejaran ver, no serían mas que montañas de vagoroso azul esfumado por una distancia enorme.

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