112 oraciones de ejemplo con flácida

la piel flácida, verdosa, negruzca, color de corambre, los ojos soterrados, barba y bigote blancos, Novillo no conservaba traza de su pretérita fisonomía.

» En la barraca de Tòni, conocido en todo el contorno por Pimentó, acababa de entrar su mujer, Pepeta, una animosa criatura, de carne blancuzca y flácida en plena juventud, minada por la anemia, y que era sin embargo la hembra más trabajadora de toda la huerta.

La mujer, flácida, triste y con grandes ojos amarillentos, presentaba todos los años un chiquitín agarrado a sus ubres desmayadas.

El zapatero había llevado a su mujer, siempre con un pequeñuelo agarrado a la flácida ubre.

La madre, peinada con la mayor sencillez, sin ningún adorno, flácida, pecosa y desprovista ya de todo atractivo personal que no fuera la respetabilidad, pastoreaba aquel rebaño, llevándolo por delante como los paveros en Navidad.

iv «Tío, por Dios, tío, despierte usted» volvió a decir Fortunata gritando; y como asomase a la puerta la flácida y carunculosa efigie de Ido del Sagrario, la joven le dijo: «¿Pero qué hace usted que no despierta a mi tío?... ¡Qué sola me tienen aquí! ¡

Luego de esta valiosa adquisición, Siles se encerró en una torre de marfil, que alquiló por doce duros en una calle de Chamberí, y la media tostada fué sustituida por alimentos más respetables que redondearon la bóveda del vientre y lustraron su cara flácida y exangüe.

Estos últimos habían perdido sus adiposidades en un mes de campaña, colgándoles la piel arrugada y flácida en varias partes del rostro.

Habiéndose inclinado mucho Marner para mirarlos, la pequeña mano se puso a tirarle la mejilla flácida

Cuando se cansaba de apoyar la cabeza en las rodillas de la madre, iba en busca del nuevo amigo, acogiendo como un gatito manso la caricia de sus manos en la flácida cabellera.

Pequeño, negruzco y de pobre musculatura, una cicatriz tortuosa y mal unida cortaba cual blancuzco garabato su cara arrugada y flácida de viejo.

¡Oh, cher maître!... Le sonreía, se frotaba contra él, deseando caer en sus brazos con todo el peso de su voluminosa y flácida humanidad.

Yo he amado siempre las viejas ciudades de grandes cuestas, de encrucijadas y de claroscuros, las ciudades en que la lujuria es una hembra flácida y marchita, la superstición una vieja ducha en artes de tercería y hechizos, y el miedo un truhán disfrazado de fantasma.

Hombres que aún no tenían cuarenta años, mostraban sus cuellos descarnados, de piel flácida y abullonada, con los tirantes tendones de la ancianidad.

marcha vacilante, marasmo general, piel flácida y sin elasticidad, debilidad paralítica, agravacion de los dolores con el frio, la humedad y el calor de la cama, desaparicion paseando, reproduccion de los mismos generalmente por la mañanita, aquí síntomas que recomiendan justamente al eléboro en muchas afecciones graves.

frio estremado en la piel que se pone térrea y flácida

Erguido como siempre, grave, imponente, hablando apenas; pero adelgazaba, se hundían los fieros ojos, sólo quedaba de él el macizo esqueleto, marcábanse en aquel cuello, que antes parecía la cerviz de un toro, los tendones y arterias entre la piel colgante y flácida, y los arrogantes mostachos, cada vez más blancos, caían con desmayo como una bandera rota.

Parecía joven, pero su cara pálida y flácida como de papel marcando los salientes y cavidades de su cráneo, los ojos hundidos y mates y las mechas de cabello sucio que se escapaban por bajo el anudado pañuelo, dábanla aspecto de enfermedad y miseria.

La flojedad es manifiesta, la parte edematosa está generalmente mas flácida que tirante y distendida, la piel mas bien fria que caliente, y pálida mas que encendida, y la hidropesía es pasiva.

Comenzaba á marcar el esqueleto sus agudas aristas y obscuras oquedades bajo la piel pálida y flácida.

En el trayecto, pregunto á mi botero—un gran diablo negro de piel flácida y como acardenillada—¿si la fiebre amarilla sigue prosperando en Veracruz?

La voz de la sangre... ¡qué flácida patraña romántica! La paternidad única es la costumbre del cariño y del cuidado.

Tilly era un joven alto, rubio, de aire cansado, con la cara un poco flácida, el labio inferior belfo, los ojos claros; tenía un tipo de príncipe degenerado de la Casa de Austria.

La amarillenta camisa que llevaba abierta por el pecho dejaba ver una carne flácida y blanca como el papel.

Con gracia encantadora, la intendenta, una mujerona gorda y flácida, daba á cada uno su ración de dos pastelillos elásticos, que á pesar de su heroica resistencia al diente, pasaban en un abrir y cerrar de ojos á los infantiles estómagos.

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