23 oraciones de ejemplo con histeria

Debía de haber tenido, como mujer, profundo encanto; ahora la histeria había trabajado mucho su cuerposiendo, desde luego, enferma del vientre.

Pero a pesar de ello, la misma histeria que le deshacía los nervios era el alimento, un poco mágico, que sostenía su tonicidad.

Esas naturalezas tienen con frecuencia algo de enfermizo, se inclinan hacia la hipocondría y la histeria, y su vida efectiva está dominada por imaginaciones que toman ordinariamente a los ojos de los demás el carácter de ideas fijas.

Las principales indicaciones de la nuez moscada recaen: 1.º sobre la histeria mas general ó comun, por la atonía nerviosa que constituye el fondo de esta afeccion

Prácticos de diversas escuelas la emplean y recomiendan, sin embargo, en la fiebre intermitente, en el asma, la coqueluche, los cólicos, la disentería, el cólera, la peste, la hipocondría, la histeria, la epilepsia, gota, hidropesía, amaurosis y parálisis, la encefalitis y mielitis crónicas, y hasta en las inflamaciones francas.

La estafisagria es indispensable cuando reconocen por causa los escesos de la Venus ó el onamismo, si hay hipocondría ó síntomas de histeria, ó bien si las personas sometidas por mucho tiempo á las emociones penosas del pesar con despecho é irascibilidad, están debilitadas, caquécticas.

Afecciones espasmódicas viscerales, histeria, alteraciones nerviosas del corazon y de la respiracion, desórdenes funcionales, tos convulsiva, vómitos y diarrea espasmódicos y atáxicos, estincion casi completa del calor esterior, sudores frios, pérdida repentina de las fuerzas musculares, fiebres con síntomas nerviosos graves y curso rápido, neuralgias por accesos que se elevan hasta la locura

Y se han visto pleitos que han durado años y años, sin darse nunca por contenta la reclamante al visitar la nueva vivienda, exigiendo unas veces que tuviese igual número de ventanas que la antigua, pretextando otras que las lámparas eran menores en número, que los muebles no estaban tapizados con la misma seda, que las alfombras no eran antiguas, y así hasta lo infinito de una histeria caprichosa, agravada por la rivalidad femenina.

Su semblante mostraba palidez cadavérica como de costumbre, pero había además cierta especie de hilaridad insana en sus ojos, una visible histeria contenida en toda su actitud.

; Tus dedos deshojaban la blanca margarita «¡... no... ... no...» y sabías que te adoraba ya! Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías; Tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo; Tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.

No seas de estos cobardes vacilantes de la presente generación, impregnada de la mujer, de su piedad, de sus lágrimas, de su histeria.

Pocas veces habrá caído la fantasía en una histeria, en una epilepsia igual; sus espumas asustan, sus contorsiones la encorvan como un arco de acero, sus huesos crujen, sus dientes rechinan, sus gritos son clamores de ninfomaníaca; el sadismo se junta a la profanación: ese vuelo de estrofas condenadas precisa el exorcismo, la desinfección mística, el agua bendita, las blancas hostias, un lirio del santuario, un balido del cordero pascual.

Theodore Hannon es un perverso, elegante y refinado; en sus poemas tiembla la «histeria mental» de la ciencia, y la «delectación morosa» de los teólogos.

Su histerismo estalla al cantar la Histeria; su «Mer enrhumée» es una extravagancia.

y de otros síntomas de histeria, don Elías las miraba entre burlón y compasivo.

En estos momentos de tumulto, de confusión, de histeria sanguinaria, ¿quién es de los que van entre la masa que tiene conciencia? Le hubiera gustado al ex claustrado hablar con alguno.

cocotte tocada de histeria, tiene sus horas en que sueña ser Margarita Gauthier.

t.INGENIEROS: Histeria y Sugestión.

Os pido perdón, Doctor Lanyóncontestó bastante cortesmente;vengo aquí á ruego de vuestro compañero el Doctor Enrique Jekyll, para un asunto de cierta importancia, y quería decir... Detúvose, y se llevó la mano á la garganta, reparando por su acción que luchaba contra los síntomas de un ataque de histeria.

Y la noche llegaba, luminosa y risueña, diciéndome: Reposa; ama; medita; sueña. Por el rosado ambiente, brillante de reflejos de sol la caravana de Caín, a lo lejos, se perdía, abrumada con todas sus miserias, con todos sus pecados, con todas sus histerias.

No repetiremos las exageraciones tocantes a las relaciones entre la histeria y la simulación; los trabajos de clínicos distinguidos, principalmente de Gilles de la Tourette y Pierre Janet, han demostrado que muchos de los fenómenos que se creían simulados son esencialmente patológicos, ajenos a la voluntad del sujeto, debidos a fenómenos de subconciencia, automatismo, restricciones del campo de la conciencia, etcétera.

Ella, entonces, simuló estar afectada de histeria; el esposo, en presencia de sus ataques, cada vez más intensos, le permitió recorrer varios consultorios médicos, donde ella obtenía de los facultativos el único remedio compatible con su enfermedad.

(7.ª edición.) Estudios clínicos sobre la histeria.

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