597 oraciones de ejemplo con clero

¡Oh! ¡Si yo cogiera al curita que tiene la culpa de todo esto! Porque aquí anda un cura, señor Magistral, estoy seguro... y usted dispense... pero ya sabe usted que yo distingo entre clero y clero; si todos fueran como usted....

¡Oh! ¡Si yo cogiera al curita que tiene la culpa de todo esto! Porque aquí anda un cura, señor Magistral, estoy seguro... y usted dispense... pero ya sabe usted que yo distingo entre clero y clero; si todos fueran como usted....

El patio del palacio estaba constantemente invadido por la turba; desde las ventanas de la galería contemplaba a veces, en mis horas de fastidio, blanquear las pecheras de la aristocracia, negrear las sotanas del clero y relucir el sudor de la plebe.

¡Fuí el omnipotente, el omnisciente! La aristocracia me besó los pies como a un tirano y el clero me incensó como a un viejo ídolo.

¡Cuando esté destruida veremos con qué la reemplazan! Ademásprosiguió Rafael, ya que nuestro A. Polo ha compuesto una sátira (se sentía inclinado a este género, y hace mucho tiempo que sintió brotar en su cabeza los cuernos de Marsías), una sátira, digo, contra la hipocresía, en la cual dice que es un rasgo de hipocresía reclamar el pago de la asignación del clero, de los exclaustrados y de las monjas.

El ayudante hablaba mejor, y adquiría cierto donaire en cuanto se trataba de denigrar al clero.

Convido a todo el Ayuntamiento, a los 840 Juzgados de primera instancia y municipal, a la oficialidad de la zona, a la Guardia civil, a los maestros de las escuelas públicas, al clero parroquial... FILOMENA.

Digamos asimismo que en la época en que estos sucesos se efectuaban, el clero y las tendencias religiosas de nuestro pueblo padecían cierta persecución por parte del gobierno, depositado a la sazón en manos de los liberales más extremados y más conocidos por sus ideas heréticas.

Los que frecuentaban las iglesias y se relacionaban con el clero ligábanse tácitamente contra los herejes del poder, acogiendo con alegría y comunicándose velozmente las noticias favorables a la causa monárquico-católica, y llenos de zozobra y tristeza las adversas.

Los beneficiados, que estaban revestidos para llevar la Custodia, con notificación de las censuras, se desnudaron, las Cruces de las parroquias se fueron, el clero se aterró y se fué de la Iglesia, las más de las cofradías se fueron.

De aquí desórdenes irremediables, violacion de reglas, desprecio de los cánones, olvido de los estudios, depravacion del clero, ignorancia universal.

Para ello se congregaron en la sala capitular el clero catedral y los enviados de la ciudad, que tambien deseaba ver finalizada la grande obra.

Por la tarde se llevaron las cruces otra vez al campo santo en solemne procesion de todo el clero, religiones y cofradías, llevándolas sacerdotes con capas pluviales carmesíes, y conduciendo los prebendados y capellanes de la iglesia, debajo de un palio que llevaban los veinticuatros, la cruz grande del obispo Mardones.

Las personas sinceramente religiosas de la ciudad se hallaban aterradas: el obispo, el cabildo catedral y en general todo el clero estupefacto.

En el castillo de Triana se formó la comitiva que había de acompañar á la reo en su último viaje, y que estaba compuesta del clero de Santa Ana, de los familiares de la Inquisición y de unos cuantos frailes que, con hachas encendidas, iban rezando en voz alta.

En Madrid se han publicado manifiestos en los que abusando del nombre de Filipinas se piden medidas grandemente deshonrosas y vejatorias para el Clero; y hasta en el ministerio de Ultramar, siquier oficiosamente, han logrado introducirse personas que, perseguidas como infidentes por los Tribunales, no ocultan su animadversión á las Corporaciones Religiosas.

También lo son muchos peninsulares, también ellos gritan contra los Religiosos, también ellos piden la libertad de pensamiento, la libertad de imprenta, la libertad de asociación, la secularización de la enseñanza, la desamortización eclesiástica, la supresión de los privilegios del Clero: también ellos gritan contra la terrible teocracia, y no tienen reparo en difamar á los Religiosos y en achacarles todo género de inculpaciones.

Nada contra España, nada contra el Rey, nada contra el Ejército, nada contra la administración española: decid que si os habeis levantado en armas, ha sido exclusivamente por los abusos del Clero; que no intentábais separaros de la Metrópoli; que solo queríais las modernas libertades y la desaparición de las Ordenes.

Pero declamando contra el Clero, y pidiendo las libertades que éste no puede aprobar, tenían por lo menos asegurada su campaña, y en parte quizás el éxito de la misma.

No haremos el parangón de nuestra conducta con la de los respetables y muy estimados sacerdotes indígenas del Clero secular, á los que miman la mayor parte de los separatistas filipinos, indudablemente porque no encaja en sus planes el combatirlos.

Masónica era la Asociación Hispano-Filipina de Madrid; masones eran en casi su totalidad quienes alentaban á los filipinos en su campaña contra el Clero y contra los peninsulares aquí residentes;

Contraria es también á la Iglesia, y tiene sabor á las herejías de Wicleff y de Lutero, toda disposición que niegue al Clero el derecho á los estipendios y obvenciones que le son debidos por su sagrado ministerio, y trate de inmiscuirse en asuntos de aranceles parroquiales, materia privativa de la jurisdicción eclesiástica.

Vejatorio al Clero Regular, y opuesto á los legítimos derechos adquiridos es que por la autoridad civil se intente despojar á las Corporaciones religiosas de los ministerios y misiones por ellos fundados y regentados al amparo de las leyes de Indias y disposiciones soberanas de la Sede Apostólica.

Era pobre; vivía tan modestamente que casi estaba en la indigencia; no contaba con otro medio de subsistir que los auxilios pecunarios que le daban los amigos y protectores que tenía en el clero, y a pesar de esto no quiso admitir la espléndida retribución que por sus servicios le daba el señor Avellaneda, conformándose, al fin, en aceptar un mezquino sueldo que él mismo se señaló.

¡Perezca antes el pueblo, nobleza y clero, y llevemos nosotros adelante nuestro tema! Al cabo, nuestros compañeros, a pesar de lo mal que están con la lanceta, no veo que hagan más milagros que nosotros, y creo que sus drogas valen tanto como nuestros específicos.

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