3603 oraciones de ejemplo con la casa,

No se olvidó ni un detalle en el pequeño santuario de la coquetería, que constituye el tocador de una dama, ni se dejó de indagar hasta encontrar un excelente piano de cola, construcción belga, que con grandes cuidados, quedó instalado en la casa, pronto á llenar de armonías las fragosas faldas del Banajao.

Desoyendo sus consejos y sus órdenes, mujeres y chiquillos empezaron á pasar por debajo de la panza de su caballo ó á deslizarse por sus flancos... Y detrás de estos primeros asaltantes, los hombres fueron invadiendo la entrada de la casa, excusándose con un gesto y un leve saludo al pasar ante el ingeniero.

Ella economizaba, privándose de todo para sostener la apariencia de la casa, hasta que las niñas encontrasen «un buen partido»; pero a veces se tropieza con escollos insuperables y no sabe una cómo salir a flote.

Charlaron otro día de la casa, que era preciosa, con vistas muy buenas.

Pero hemos tenido un hijo; el hijo de la casa, y esta es una entrometida, fea, tiñosa y sin vergüenza que me la tiene que pagar, me la tiene que pagar.

Allí estuvo más de una hora mudo, sin aliento, escuchando por la entornada puerta los ruidos de la casa, sin atreverse a bajar para adquirir noticias y sufriendo las torturas de la desesperación y de la incertidumbre.

Recorrí toda la casa, visité el jardín, senda por senda; Magdalena estaba por doquier.

Elvira suspendió un instante su relato, hizo un esfuerzo para no llorar, como avergonzada de mostrar ternura, y continuó: Suprimo detalles: morir Manuel y echarme sus hermanos de la casa, todo fue uno.

Ni podía decirla que por Florela sabía que Margarita estaba aposentada en la misma alcoba de doña Guiomar, porque no sabía cómo disculpar su ida secreta, amparándose del silencio de la noche y de la soledad de la casa, para ir a buscar a la que ya debía tener como su esposa.

El primer domingo que pasó en la casa, madrugó más de lo ordinario y estuvo en oración largo rato, pero no salió ni a misa.

A media noche todos dormían en la casa, menos el duque y Mantoux.

Era ella la que, encargada de las cosas de la casa, por la eterna enfermedad de mamá, ayudaba al maestro á ponerse el frac, y además le peinaba, arreglándole el lazo de la corbata entre mimos y risas.

Por el día acompañaba á la tía en las tareas de la casa, ayudaba á cuidar las gallinas, cosía, planchaba y, en fin, hacía por tres; por las noches, gustaba de que su tío la hablara de lo que decían los libros, de otros países y de otras gentes; gustábala bucear por sus páginas y pronto les fué tomando afición.

" "De noche continuaba pasando para ver quién entraba y salía de la casa, pero siempre veía la puerta cerrada.

El hombre se turbó, no supo decirme lo que pagaba de renta a mi abuela, y murmuró: Dígale usted a su madre que me diga lo que tengo que pagar al año por la casa, y si puedo me quedaré en ella.

Crede, prime,le decía:si no llego á quemar todos tus papeles, te aprietan el cuello; pero si quemo toda la casa, no te tocan ni el pelo.

Cuando Kuat Al-Kulub entró en la casa, saludó á la esposa del jeique.

Cuando el forzudo inglés cogió con su mano de león el llamador y lo sacudió empleando fuerza igual á la que arrancó las puertas de Gaza, los furibundos golpes, semejantes á disparos de cañón, hicieron retemblar con tal estrépito la casa, que ésta parecía la mansión del trueno.

El terrible frío no me consintió permanecer en la habitación a que me llevaron, y entré en una especie de cocina abierta a un lado del pasadizo abovedado que, en los bajos de la casa, llevaba al corral y a las cuadras.

Lo mismo fué entrar yo en la casa, á las seis del domingo, que corrió hacia con gesto amenazador, tomóme de un brazo, llevóme á su gabinete, cerró... Pero, señora... Yo no comprendía, ni en el primer momento supe dar á sus bruscos modos la interpretación más conveniente.

La sangre que corría en chafarrinones por la fachada de la casa, los trozos de masa encefálica en las aceras...

14 Empero cuando viereis la abominacion de asolamiento, de que habló el profeta Daniel, que estará donde no debe, (el que lee, entienda,) entónces los que [estuvieren] en Judea huyan á los montes; 15 Y el que estuviere sobre la casa, no descienda á la casa, ni entre para tomar algo de su casa; 16 Y el que estuviere en el campo, no torne atras, [ni aun] á tomar su capa.

Ni una peseta entraba en la casa, ni un real salía del bolsillo del principal, sin pasar por las manos y los libros de Puig, y hasta su sueldo, que no pasó nunca de tres mil pesetas anuales, sólo se cobraba después de probarse por balances y arqueos que no había ni la equivocación de un céntimo en los libros ni en las esportillas.

Cuando le asaltaba el horroroso recuerdo, quería huir de la casa, y siempre era ella en una forma o en otra, con su halago o con sus razones, la que lo disuadía de un propósito que, en verdad, debía rechazar.

En tanto se aproximó: vió la casa, vió la puerta.

3603  oraciones de ejemplo con  la casa,