325 oraciones de ejemplo con las dos mujeres

] Comentando las últimas palabras, las dos mujeres doblaban la esquina del callejón y desaparecían.

Si él se sintiera con fuerzas bastantes, sería de ellos; ingresaría en el batallón audaz que, guiado por Morte, marchaba de jugada en jugada a la conquista de los millones; y decía esto con la fiebre de explotación adquirida en la tienda oyendo a los bolsistas, fiebre que comunicaba a las dos mujeres, que le escuchaban como un oráculo.

Y esta conversación fue repetida un día y otro, hasta que Juanito quedó desconcertado e indeciso ante una proposición de las dos mujeres.

Jaime se unió a las dos mujeres, y entonces vio salir de entre los matorrales a Pepet, que caminaba fuera del sendero persiguiendo piedra en mano a un pajarraco cuyos graznidos habían llamado su atención.

Las dos mujeres trataban al conde con una familiaridad de buen tono, como personas de su mismo mundo; pero el marino creyó notar en ciertos momentos que le tenían miedo.

Ninguna de las dos mujeres habló más.

Adivino cuáles son las dos mujeres que te han pedido la una la prisión y la otra la seguridad de don Francisco.

Nadie sabía cuál de las dos mujeres era más simple.

Pero llegó el momento en que las dos mujeres, que se odiaban, cansáronse de fingir.

Las dos mujeres reciben al molinero llenas de curiosidad, entre alusiones y sonrisas.

Siguen hablando las dos mujeres, de codos en la solana, viendo crecer el día, tibio y nublado como el anterior.

Se abrazan las dos mujeres dentro de una franqueza gustosa para Dulce Nombre, que desembaraza sus impulsos con libre dominio después de larga cautividad.

Afortunadamente ninguna de las dos mujeres, dominadas por la situacion,

El capitán, a fuerza de contemplar durante algunos minutos a las dos mujeres que marchaban delante de él, comenzó a interesarse y hasta sintió cierto deseo de acelerar su paso para ver la cara a la joven; pero cuando ya se disponía a realizar su deseo, las desconocidas torcieron a la derecha metiéndose por una estrecha calle de árboles.

Más de una hora duró ésta, y las dos mujeres, aplicando el oído a la cerraja de la puerta, sólo pudieron escuchar los sollozos de la baronesa y algunas palabras sueltas, tales como "deshonra", "escándalo" y otras de idéntico significado.

Poco rato después, en una plazoleta distante, reuníase el capitán con las dos mujeres.

Las dos mujeres se acomodaron en el carruaje, con asombro de los vecinos, que las contemplaban y hacian toda clase de comentarios.

¿Nadie, nadie?insistió Sandoval con un acento colérico que hizo temblar a las dos mujeres.

Mas si, por arte de encantamiento, se nos revelase la historia sentimental de las dos mujeres, hasta el punto de irse a las manos, el sainete se convertiría en comedia, en drama, quizás en tragedia.

Las dos mujeres en sociedad instalaron su casa en la calle del Clavel, en un piso segundo.

Las dos mujeres hablaron con Eguaguirre y decidieron salvarle.

Hipan aspadas las dos mujeres sin resuello ni alivio en la pesadumbre del trabajo, metidas hasta la cintura en la rota, represando y corriendo el anhelado camino para el agua.

Al mismo tiempo que al Gobierno francés las dos mujeres servían a los apostólicos de España, con quienes tenían relaciones.

Comentando las últimas palabras, las dos mujeres doblaban la esquina del callejón y desaparecían.

Las dos mujeres salieron para ordenar mi comida; Rose, se levantó y acercándoseme con el dedo en la boca: Confesad, doctor, dijo en voz baja, que en adelante no volvereis á jugar con el láudano?

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