145 oraciones de ejemplo con luchadora

» Reapareció su enérgica voluntad de luchadora obscura y humilde.

Luego se acomodaron otros seis a la lucha, donde con mayor gallardía dio de muestra el mozo: descubrió sus dilatadas espaldas, sus anchos y fortísimos pechos, y los nervios y músculos de sus fuertes brazos, con los cuales, y con destreza y maña increíble, hizo que las espaldas de los seis luchadores, a despecho y pesar suyo, quedasen impresas en la tierra.

Querían ser libres, y su cuerpo, como el de los luchadores antiguos, estaba cubierto de un aceite resbaladizo, el mucus oceánico, que escapa fugaz á toda presión.

Nada podía resistir á aquellas hermosas garras de bestia luchadora é inteligente.

Su brazo retenía enérgicamente el talle de Maud, como temeroso de que pudiese huir; mirábanse en las pupilas con una fijeza agresiva, lo mismo que los luchadores que quieren reconocerse bien en el último instante, antes de caer el uno en brazos del otro.

Desmaroy sostiene sus ideas y yo las mías, nos miramos otra vez, no como amigos sino como luchadores.

! Y es que por mis venas corre la sangre de Malasaña... Me imagino a la señorita Mary-Focela moviendo las caderas en un gesto de luchadora.

Las marchas interminables por la sierra, las noches pasadas al raso y las privaciones de todo género que han tenido que sufrir nuestros soldados, no fueron bastante, sin embargo, á abatir el espíritu de esos bravos luchadores que parecían insensibles á las fatigas corporales.

Pertenecieron a la armada del talento... Pero todavía, señor Adelantado, han existido y existen otros luchadores más grandes, más generosos.

Hoy también se lucha y se combate en la vida, y a estos modernos luchadores, la mujer, con su gracia y su belleza, debe indemnizarles de sus fatigas.

Pero los grandes luchadores dominan desde lejos.

Entre todos aquellos brillantes luchadores su llegada causó asombro.

Nada más hermoso que esos luchadores provectos de Dios o de los pueblos; favorecidos por el numen, en los resplandores de su ocaso, en los años de las tranquilas nieves, guardan el culto de la belleza, la pasión generosa del arte, y conciertan sus números, cultivando las flores perennes, las rosas que no mueren, al amor siempre fecundo y sano de la lira.

Nada de lo que hay en él es vulgar ni común, y se manifiesta en todo un don de alta gracia y una voluntad de hermosura y una fuerza de pensamiento, que honran y elevan sobremanera a la luchadora mentalidad austriaca.

El artista hispano-americano que viene á París, viene siempre con una lamentable pensión de su Gobierno, pues son muy raros, extraordinariamente raros, los púgiles, los luchadores de fuertes hombros y bravos puños, que vengan á bregar en pleno París, contando únicamente con sus propias fuerzas, con su solo cerebro.

He de ocuparme especialmente en estas manifestaciones de una reacción saludable y que auguraría, con tal de que esos luchadores se uniesen todos en un núcleo que trabajase por la salud de España, un movimiento digno de la patria antigua.

» Y esto traía a mi recuerdo el aspecto de la mayor parte de los «luchadores por la vida» o struggleforlifers de la pluma que circulan por Madrid en situaciones lamentables.

Y ha sido sobre todo en la Madre patria, en la tierra de las hidalguías y de los nobles heroísmos, donde se le han hecho mayores manifestaciones de cordialidad y de aprecio, como si se viese en él, a quien, como he dicho antes, es un vástago de los audaces y luchadores caballeros que hicieron en América poemas de vida y de acción, cantos de gesta realizados.

Eran luchadores vencidos, eslabones dispersos de antiguos trenes, comparsas dóciles de viejas locomotoras ya apagadas.

Se acordó de sus habilidades de luchadora, de sus secretos para tumbar instantáneamente á un adversario.

Una de las sortijas de la luchadora había cortado con su piedra los labios del enemigo.

Es que la parte mayor de la población urbana, aquella que podía, por su condición apurada, contribuir al lamento público, es una masa de luchadores voluntarios.

Cada uno de esos luchadores ha llegado por su propia cuenta, libremente, llamado por la ambición.

No es esso lo que ahora estamos viendo en essos ocho robustos Atletas y Luchadores á brazo y pierna partida con el viento?

Sólo le sigue la clase popular, atraída siempre por los luchadores audaces y desinteresados.

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