Y esto lo pone aquí el Arcipreste de su cosecha, añadiendo: ¡Mucho ojo, niñas, con las tales! Con todo, no dejaré de decir que me suena soya á tercerona en RODRIGO REINOSA (Bibl.

Acebin me suena á cosa de cebar y de cebón con el ha arábigo, el del cebo.

Ya me pueden llamar perra judía; lo mismo que si me llamaran la perla de Oriente; todo me suena igual...

Y el habla de las dos me suena lo mismo... Señor, ¡qué será esto!».

Ese nombre ya me suena más.

¡No nos maree usted con sus alemanes, Severino! ¡Vaya una música la de esos señores! ¡A mí me suena lo mismo que una jauría de perros ladrando! Eso no es más que al principio; si usted continuase oyéndola, llegaría a tomarle el gusto: sucede lo mismo que con las aceitunas y la cerveza.

Me suena ese nombre.

No lo sé... no lo sé... porque no es posible que te inspire herejías el ángel de tu guarda, pero eso me suena así como a... qué sé yo...

(Siguen hablando.) BERENGUELA (A DON SUERO.) Decidle que me enajena, decidle que le idolatro, que su voz me suena a trinos, que su boca es un edén, y que quiero, por mi bien, verme en sus ojos divinos antes que las cuatro den.

No me suena tu voz cual suena la de los númenes y los oráculos.

El pregón del aguador, que va con el burro cargado de botijos, me suena como un de profundis.

No es culpa mía si no sé tocar esa cuerda del perdón..., y si la toco no me suena, cree que no me suena.

No es culpa mía si no sé tocar esa cuerda del perdón..., y si la toco no me suena, cree que no me suena.

Me parece que me suena ese nombre.

Pero Granada me suena... ¿Y qué familia es la de mi tío?

En los oídos me suena el 222... créelo que me suena.

En los oídos me suena el 222... créelo que me suena.

En los oídos me suena el 222... créelo que me suena.

En los oídos me suena el 222... créelo que me suena.

A mí la música de Bach me suena á capilla protestante, que es para mí el sonido más antipático que puede tener música en el mundo.

El nombre me suena.

¡Si usted supiese, Padre, cómo me suena a mí eso del deber!... Con toda la verdad de mi alma, si me figurase que había de faltar a él andando el tiempo, quisiera morirme mil veces antes.

¿Por qué viene Vd. con esa voz que me suena á campana cascada, á atolondrarme los oidos si no le satisface lo que le doy?

Bien me suenan al oido, dijo Mahamut, y mejor me suena y me parece que estés para decir versos, Ricardo, porque el decirlos ó el hacerlos requiere ánimos desapasionados.

Ese nombre de prima no me suena bien.