301 oraciones de ejemplo con mote

A Dios gracias, hoy estamos archicivilizados, y no hay miedo de que nos endilguen aquel mote que nos ruborizaba hasta el blanco de los ojos.

Por orla, en campo colorado, se leía este mote en letras de oro: Hoc signum vere regum est.

» A usted le han puesto ese mote por ser tan alto y tan derecho.

A los tres o cuatro días de andar en estas pruebas y continuando el tiempo alegre y primaveral, se unió a nosotros Pito (Agapito) Salces, «Chorcos» de mote, hijo de un casero de mi tío; buen cazador también, como casi todos los hombres de aquel valle; algo torpe de magín y muy largo y deslavazado de miembros.

Por lo pronto, allí le tenía para servirme en lo que quisiera mandarle... Nardo Cucón, el «Tarumbo», si lo quería más llano y conocido, porque así le llamaban de mote, no sabía por qué, pero era la pura verdad que no le ofendía...

Un turco muy grueso, secretario de la embajada de su país, era conocido entre ellas por el mote de Tranquilo; un consejero de Estado se llamaba Melancólico; un secretario general del ministerio de***, muy vivo y bullidor, era conocido por M. Turlu, y por eso Elisita Champagne, conocida también por Champagne II, recibió el nombre de Turlurette cuando salió de los corifeos para elevarse al rango de sujeto.

el primer mote, como la palabra misma indica, porque le tenía por el mayor majadero que comía pan; el segundo, porque era muy pulcro, aficionado a vestir a la moda y a llevar esencias en el pañuelo.

Este último mote fué la gota de agua que hizo desbordar la vasija.

Los agentes de la Revolución, que por mote especial se llamó la gloriosa, y sus cómplices después, han enmudecido para no confesar sus culpas, é impuesto el silencio á la tribuna y á la prensa para que no les acusen de autores de las pérdidas y de la deshonra que ha sufrido España.

La Reina (mote que Juana había heredado de su madre, a quien se lo dieron por limpia y buena moza) se llenó de pena comprendiendo que Chuco cumpliría su promesa al pie de la letra.

El Meloso era muy amable y suave; de esto le venía el mote.

No faltaron maliciosos que en las antesalas del palacio episcopal de *** murmuraron de la excesiva preponderancia del doctor Sedeño en los consejos de Su Ilustrísima, y hubo quien, por mote, llamó al leal servidor y amigo le petit Antonelli.

Entre los ojos de topo, la faz angulosa, el estevado cuerpo, la color amarilla de José Mundideo (á quien todos en Ficóbriga conocían por el mote de Caifás), y la seductora hermosura de Gloria, había tanta distancia como de la miseria del mundo á la majestad de los cielos.

Varias veces leyó la muchacha el mote, con aquella porfía maquinal interpuesta como una nube entre sus actos y sus pensamientos.

Poco después, por la ancha galería tendida sobre el claustro, se adelantó una dama hermosa y morena, a tono con el mote de su escudo.

Al verse en la escalera otra vez, el escudo, el mote y la dama hubiesen girado en la imaginación de Florinda igual que fantásticas visiones, si el generoso billete no la ofreciera una sensación de realidad.

Por cierto que cuando trataron de que Milagros fuera cantante de ópera, se pensó en italianizarle el apellido, llamándola la Escobini; pero como la carrera artística se malogró en ciernes, el mote italiano no llegó nunca á verse en los carteles.

El cutis era malo, los ojos obscuros, el conjunto bastante parecido á su madre y tía, formando con ellas cierta armonía, de la cual se derivaba el mote que les pusieron.

Y Miau, no menos lastimado de esta calumnia que del mote, clamó con severa dignidad: «Él es el que los tenía.

Anoche me contó Bibiana Cuevas que en el paraíso del Real nos han puesto un mote; nos llaman las de Miau ó las Miaus, porque dicen que parecemos tres gatitos, , gatitos de porcelana, de esos con que se adornan ahora las rinconeras.

Mire qué lindas armas doradas trae, con el juego del ajedres de diamantes y rubis, que por invincion sobre ellas lleva, y el mote en la celada que dice: Yo di el jaque, y fortuna me dió el mate.

Y el mote decia: Retrato de la hermosura y desventura.

Y el mote dice: Do no es bien que valga ruego, á sangre y fuego.

Y la ha puesto a usted un mote que ha sido un éxito.

Fué ingénuo, sin duda, el mote de Chicago del porvenir, que suscribió un gran espíritu, sembrador de pueblosChapeaurouge.

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