50 oraciones de ejemplo con obsesionada

¿Qué tiene, pues, de extraño que su imaginación, siempre obsesionada por la visión de las fuentes, dirigida hacia la imagen de las aguas, se las haga aparecer repentinamente?

Obsesionado por sus escrúpulos,

Y obsesionada por estos recuerdos, doña Manuela permanecía inmóvil en la esquina, como asustada por el gentío, sin fijarse en las miradas poco respetuosas que alguno que otro transeúnte le dirigía.

Y el náufrago, obsesionado por este recuerdo, apenas concedía importancia á las escenas siguientes: la lucha de la muchedumbre por ganar los botes; los esfuerzos de los oficiales para imponer orden; la muerte de muchos que, locos de desesperación, se arrojaban al mar; la trágica espera aglomerados en embarcaciones que apenas sobrenadaban unos centímetros sobre las aguas, temiendo un segundo naufragio á poco que se alborotasen las olas.

Y la persecución continúa sañuda, implacable, hasta que el señor X..., vencido, obsesionado, lee la comedia.

Teri parecía obsesionada por sus recuerdos y murmuró unas palabras, como si se hablase a ella misma, con una voz monótona y vagorosa, igual a la de los que sueñan: La semana que viene... ¿te acuerdas?

El desvencijado vehículo avanzaba por la blanca carretera entre nubes de polvo; los moscones zumbaban con pesadez obsesionada, y de tarde en tarde un pájaro cruzaba sobre el cielo añil en la bochornosa quietud de la atmósfera.

Obsesionado aún por su prodigiosa combinación, habló distraídamente, sin conceder interés á sus palabras.

María dijo estas palabras con alegre acento que animó a Baselga, el cual, mostrando cierta extrañeza por que la joven ignorase la fuerza con que le había obsesionado, contestó con melancólica voz: , María.

la oratoria del padre Luis; acudía a todas sus conferencias, ansiosa de gozar de cierta emoción artística y de ser acariciada por aquella elocuencia dulzona y pegajosa, que le producía el efecto de una embriaguez de jarabe; pero, en aquella tarde, se sentía tan obsesionada por una idea, que apenas si atendía ni se daba cuenta del lugar donde estaba.

Obsesionada por aquel afecto, no se daba ya cuenta exacta de sus sentidos, y muchas veces se creía juguete de absurdas ilusiones.

La niña, obsesionada por aquel espectáculo, tenía ideas muy extrañas.

Su imaginación, alarmada por tal silencio, volaba hasta Madrid, forjándose las más absurdas suposiciones; en la clínica se distraía y cometía torpezas, inexplicables en un alumno de tan reconocida aplicación, y se mostraba meditabundo y como obsesionado por aquella carta que tanto esperaba sin llegar nunca.

Cambiando de tono, obsesionada y envidiosa, dijo entonces la mujer, como si hablase consigo misma: Las santas son felices.

Obsesionado con el ímpetu de liberal criterio, que es la médula de su espíritu, no ha acertado a plantearse en la conciencia el conflicto moral; no ha querido abrir su razón a las insinuaciones de la facultad crítica.

Y ni aun siendo el hombre deshecho y echado a perder, dejó de ser el niño echado a perder, vanidoso, contradictor y obsesionado por adoptar actitudes teatrales.

Era la sensibilidad herida, la imaginación obsesionada.

Despertóse en ella el recuerdo de los años que la fuente contó, rezadora y humilde en la mansa llanura de los «pueblos olvidados», y quiso gustar del agua fiel; bebió ansiosa, obsesionada por la inconsciente ilusión de saciarse en frescuras y deleites de eternidad.

(Reedición Pérez y Junquera, Madrid) antecesor judío del célebre y obsesionado Kinsbarough.

Se lo ordenó casi al oído, como temerosa de escuchar su propia voz, obsesionada por la idea de que un aullido advirtiese a Maruja...

Siempre la vista de los cuervos, desde la noche que pasó en el cementerio, obsesionado por los ojos de diamantes de aquel que veló a su lado, devorando la mano de una muerta, le causaba una siniestra impresión.

Y cuando estaba en presencia de Monsalvat, no hacía sino mirarle, mirarle a los ojos, como obsesionada, como si no pudiese dirigir los suyos hacia otra parte.

Las multitudes iban de un lado a otro, enfermas de inquietud, obsesionadas con la guerra, alucinadas, delirantes.

Eufobias, indiferente ante las gracias de las danzarinas, le contemplaba con admiración, obsesionado por la duda del sexo á que correspondían aquellos brazos esqueléticos pintados de blanco y recargados de joyas que asomaban por entre los velos.

El santo de Asís muere de consunción, obsesionado por su virtud, sin cuidarse de mismo; entrega su vida á su ideal; los mediocres que practican la beneficencia por él predicada cumplen una obligación, tibiamente, sin perturbar su tranquilidad en holocausto á los demás.

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