86 oraciones de ejemplo con paisana

En el camino mi capitán me explicó en vascuence que la visita la hacíamos principalmente a la señora de Cepeda, una vascongada, paisana nuestra, casada primero con Fermín Menchaca y después con don Matías Cepeda, un almacenista, socio del primer marido.

Al lado de la cascada, entre ella y el grueso torrente del Dard, reside durante el verano una pobre paisana, en una humilde choza situada como un mirador sobre el alto peñascal, Su oficio es vender á los excursionistas algunos ligeros comestibles y refrescos y esa multitud de pequeñas curiosidades artísticas, vegetales y minerales que aparecen reunidas en modestos museos en todos los sitios concurridos de Saboya y Suiza.

¡Oiga usted... militar: para ser yo paisana de usted, tendría que haber nacido en una lata de sardinas! ¡Chúpate ésa y vuelve por otra! Vase.

Que Pipaón visitaba casi diariamente a su antigua amiga y paisana no hay para qué decirlo.

En uno de aquellos encuentros, de la sala a la cocina y de la cocina a la alcoba, propuso Ponte a su paisana celebrar el suceso yéndose los dos a comer de fonda.

Con ellas está Conchita, una paisana nuestra, una madrileña, que come estirada y seria, pues la pobre sólo puede entender por señas a sus compañeras.

Bien sabe mi paisana estimar, buscar y servir en su mesa las mejores frutas, empezando por la que se cría en su heredad, mil veces más grata al paladar y más lisonjera para el amor propio que la tan celebrada del cercado ajeno.

Pues ¿qué alabanza, qué encarecimiento bastará a celebrar a mi paisana, cuando despunta por lo habilidosa?

La seda crujía entre sus dedos robustos de paisana.

En el camino mi capitán me explicó en vascuence que la visita la hacíamos principalmente a la señora de Cepeda, una vascongada, paisana nuestra, casada primero con Fermín Menchaca y después con don Matías Cepeda, un almacenista, socio del primer marido.

Temía que me recibieran mal o fríamente; pero no: mi paisana y su hija

Mi paisana era una dulce y graciosa mujer de belleza tranquila un poco triste, de esas criaturas melancólicas que a menudo sonríen y a menudo miran al cielo; tenía dorados los ojos y el pelo rubio; moreno el color; la boca expresiva; cántabra la tristeza del semblante.

Algún alivio tuvo en las aguas tranquilas del Estrecho, y cuando el buque dejó el seno aplacerado junto a la cordillera, cobijo de nuestra primera noche andina, fuí a buscar a mi paisana, deseando que gozase conmigo, como el día anterior, la novedad majestuosa del paraje.

Hay un inocente orgullo en la satisfacción con que atiendo a mi paisana, yo, más niña que ella, y tan insignificante persona fuera de este barco y lejos de esta ocasión.

Ya éste observa a su paisana con amagos de inquietud; tal vez el nombre amado bulle en una pregunta sobre los labios juveniles, cuando el fraile aborda la temible revelación.

el comandante Pardo ir alguna que otra noche á casa de su paisana y amiga La marquesa de Andrade.

En esto tenemos que rendir el pabellón, paisana.

Pues, figúrese V., paisana.

Es paisana nuestra.

Y, sin atender al gesto y la mirada de Rita, continuó impávida:Un cuarto de hora hace que le pido informes de una chica paisana nuestra, Esclavitud Lamas, la sobrina del abad de Vimieiro...

Bajaron las vecinas del segundo, sobrinas de un brigadier de ingenieros, y acudió también la marquesa viuda de Andrade, paisana de doña Aurora, señora guapetona y maja, bastante conocida en los círculos aristocráticos, y acostumbrada por consiguiente á recogerse tarde.

¿Me das de la tuya? Tome, tome, señormurmuró la paisana ofreciendo otro trozo: pero al ver, á la luz del fósforo, el rostro de Gabriel vuelto hacia su sobrina implorando el pedazo que la niña mordía aún, con la rápida intuición y la astuta sagacidad de las gentes del campo, bajó lentamente el brazo y no insistió en el ofrecimiento.

Esa es para un señor, porque es una señorita, hija de otro señor también... y eres hijo de una infeliz paisana... ¿eh? date tono, date tono...

Veamos á mi linda paisana (porque de México es la hermosa señora de M. Rève), que me conozcan las chicas, les haré suertes y les contaré cuentos, y nosotros, dije tarareando La Descente aux Enfers de Beranger "Tant q'on le pourra, larirette On se damnera lariza, L'on trinquera, Chantera, Aimera, etc.

Paisana de la ferocidad: publíquelo Suecia, inquietando muy de atrás toda la Europa.

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