Conque no tuerzas el gesto, niñito mío; quedamos en que serán dieciséis mil....

Quedamos en que vendrá Quevedo.

Quedamos así en paz, ¿no te parece?

Los trozos se amontonaban en su plato y desaparecían con una tan notable velocidad, que llegó un momento en el que mi tía, el cura y yo quedamos con el tenedor en el aire, contemplándole con honda admiración.

Estando el ojo muy sano nos quedamos completamente ciegos, si sufre lesion el nervio óptico; y privada la comunicacion de un miembro cualquiera con el cerebro, se extingue el sentido.

Ayer quedamos definitivamente instalados aquí, en Saint-Point.

Nos quedamos inmóviles y confusos, mirándonos con estupor.

Entramos pronto en confianza, y en ocasión en que quedamos solos de sobremesa, tuve con él una conversación bastante íntima.

Sólo cuando estuvimos en el tren y quedamos solos, noté que me miraba fijamente y de un modo particular.

En cuanto quedamos solos, sin mediar palabra alguna se arrojó sobre mí, cubriéndome la cara de besos, apretándome con tal fuerza que pensé morir...

Con no leer lo que ha escrito, él y nosotros quedamos despachados y en paz.

¡Bueno, corriente! Quedamos en que a él y a mí nos gustaba la sidra y entramos a beber unos vasos del tonel que aquella misma tarde se había abierto.

En esta confianza, y reiterando al Trono y á las Instituciones nuestra tradicional adhesión, quedamos rogando á Dios por la prosperidad y nuevos adelantos de la Monarquía, por la salud de S. M. el Rey y de S. M. la Reina Regente (q. D. g.) y por el acierto en sus determinaciones, de las Cortes y del Gobierno, y de un modo especial por V. E., cuya vida guarde Dios muchos años.

Cuando esto sucede, cuando adulamos á nuestro cuerpo, el alma, ofendida, nos abandona, quedamos convertidos en una estatua viva como aquella de que hablaba Condillac.

Quedamos solos Calpuc y yo.

Corrí instintivamente el cerrojo tan luego como entramos, y nos quedamos, por un momento, enmedio de la oscuridad, jadeando y palpitantes, solos, sin más compañía que el cadáver del Capitán.

Irizar y yo nos quedamos a la puerta.

Entonces, quedamos en eso.

Quedamos, ya que te empeñas.

quedamos mirándonos, fijos, serenos, con una serenidad trémula de majestades de la Vida.

Desde luego nos conocimos los dos, y aunque uno y otro estábamos en tan diferente traje, quedamos igualmente admirados de vernos juntos en aquel sitio.

Aquella noche nos quedamos en Guadarrama, pueblo grande al pie de la sierra, distante de Madrid siete leguas.

Duró el descenso unos diez minutos, y antes de llegar al final se apagó la luz y quedamos en casi total obscuridad.

¿Quedamos en eso?

El Padre Sequeros nos ha dicho que, de todos los que quedamos aquí, sólo se salvará uno.