180 Verbos a usar para la palabra cañón

Que vengan ellos a disparar los cañones y a hacer la guerra... ¿Y cuándo marcha usted?

¡Ay!, entonces las señoras tenían alma para ocuparse en fundir cañones.

Esto diciendo, cargó el cañón con toda la prisa que le fue posible, ayudado de un grumete que estaba casi ileso; lo cebaron y apuntaron; ambos exclamaron «fuego»; acerqué la mecha, y el cañón disparó.

El Almirante, ofreció enviar un vapor para activar la referida expedición de armas aparte de las órdenes que tenía dadas al Cónsul Wildman, poniendo inmediatamente á mi disposición todos los cañones que había en los buques de la escuadra española y 62 fusiles Maüser con muchas municiones, que estaban en el Petrell procedentes de la Isla del Corregidor.

Al lado izquierdo se hallaba un órgano teniendo cañones de oro, delante del cual estaba sentada la Santa Cecilia.

Todos estos vapores mercantes y pacíficos llevaban un cañón en la popa para librarse de los corsarios submarinos.

Un movimiento hábil de los agresores, el uso de un camino apartado, tal vez un repliegue de la línea alemana, había permitido á los franceses colocar sus cañones en una nueva posición, batiendo de flanco á los ocupantes del castillo.

Pues bien; en la guerra de Sucesión hubo que traer generales ingleses y franceses y hasta oficiales, pues no había un español que supiera apuntar un cañón ni mandar una compañía.

Abandonaba su cátedra, se ponía en medio de la clase, señalaba el enemigo al frente, e inflando la boca, hacía tronar los cañones sobre la línea imaginaria del ejército contrario.

Los españoles les tomaron 48 cañones y 12 águilas.

Si un país inventaba un cañón enorme, al año siguiente el país adversario producía otro dos veces más grande.

El señorito lo percibió, aunque tenue, clarísimo, y vio el cañón de la escopeta apuntado tan diestramente que de fijo no se perdería el disparo: el cañón no amagaba a su pecho, sino a las espaldas de Julián.

Mandó Orellana, antes de abandonar la villa de Puno, clavar todos los cañones, y enterrarlos en profundos pozos, así porque no tenian arbitrio ni comodidad para retirarlos por la falta de mulas, como para evitar se apoderasen de ellos los rebeldes.

En aquellos tiempos en que la Metrópolis creía que la ciencia de gobernar las colonias se encerraba en plantar unos cuantos cañones de batería, se ideó la construcción de las murallas de La Habana, obra que se comenzó a principios del décimo séptimo siglo y se terminó casi al finalizar el décimo octavo.

¡Voto a tal! tengo sedcontinuó el maestro Zeli; me siento débil; apenas si oigo hablar nuestros cañones; ¿es que están constipados? Al contrario, las andanadas eran más fuertes y más frecuentes que nunca; lo que ocurría es que el oído del maestro Zeli estaba ya debilitado por la proximidad de la muerte.

Unos cuantos afusilados, había dicho uno, unas dos docenas de reformistas, enviados al destierro inmediatamente y en medio del silencio de la noche, ¡apagarían para siempre los humos de los descontentos! No, replicaba otro que tenía buen corazon; basta con que las tropas recorran las calles, el batallon de caballería por ejemplo, con el sable desenvainado; basta arrastrar algunos cañones... ¡basta eso!

Detrás de este foso, y en lo alto del talud formado por las tierras extraídas y allí amontonadas, plantaron una hilera de estacas de cuatro metros de altura unidas unas a otras por medio de fuertes garfios de hierro, cuidando de dejar intervalos casi invisibles por los cuales era fácil pasar el cañón de un rifle y hacer fuego a cubierto.

Logró reunir un numeroso pelotón de monteses y en una sola noche asaltaron los antiguos baluartes que había en Ilocos y que se habían levantado para rechazar á los moros joloanos, y como casi todos estaban abandonados, fueron derrotados sus vigilantes y se apoderaron de los cañones y demás armas, municiones y pólvora que allí había.

Nosotros largamos todas las velas y tiramos los cañones al mar, para aligerarnos de carga.

El sargento instantáneamente apoyó el cañón del fusil sobre su frente, y le deshizo la cabeza.

En este momento, alguien metió el cañón de la pistola por un ventanillo que tenía la puerta, y disparó un tiro adentro.

Algunos no habían podido montar el cañón sobre una cureña fija, y llevaban una pieza de artillería terrestre, asomando su boca entre las ruedas clavadas en la cubierta.

Tan decisivo fué, al enfilar la calle, el fuego del obús cargado de metralla, que el enemigo se detuvo bruscamente y emprendió retirada hacia la Plaza Mayor, dejando unos 30 muertos o heridos y abandonando un cañón.

Aquí fortificaron el vado, y orillas del rio con estacadas, y habiendo sacado del pueblo de San Miguel dos cañones de hierro, y fabricados á toda priesa otros cinco de madera durísima, (llámanla Tajibo, y los indios Tayí) se apostaron los Miguelistas para defender el referido paso.

Cada vez que veía á su marido limpiando los dos cañones del arma, cambiando los cartuchos ó haciendo jugar la palanca para convencerse de que se abría con suavidad, pasaba por su memoria la imagen del presidio y la terrible historia del tío Barret.

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