72 oraciones de ejemplo con andresito

¡Y pensar que todos tenían valor en tales casos, todos, hasta Andresito, aquel pazguato que se declaró a Amparo con la mayor facilidad...!

¡Si son «las magistradas»! ¡Ay, y también el papá de Andresito, guiando su charrette...! ¡Si parece que se han dado cita!

Andresito, cariacontecido y triste, seguía en un extremo del gran balcón, alejado de las personas graves.

Andresito se afirmaba cada vez más en la realidad de su visión.

Y Andresito, con la imaginación perturbada, iba siguiendo el curso de la sinfonía extraña que sólo sonaba para sus ojos.

Era una locura; pero el visionario muchacho «veía» cantar los campos y gozaba en la muda sinfonía de los colores, en aquella obra silenciosa y extraña que se parecía a algo... a algo que Andresito no podía recordar.

Andresito... oye; oiga usted.

Ven conmigo, Andresito.

Andresito y el bebé quedábanse rezagados,

¡Mi papá!exclamó Andresito con terror infantil, como si temiese una mano de azotes por la travesura.

Y Andresito sonreía, embelesado por la gracia con que el bebé le hablaba, ahuecando la voz para imitar grotescamente el tono de sus poesías y acompañando sus palabras con gestos de píllete.

¡Ya les ajustaría las cuentas a aquellas pavas...! Y abandonando a Andresito, se unió al grupo de jóvenes que, en fila y cogidas del talle, corrían como unas locas por la suave pendiente.

Rafael, su amigo y Andresito caminaban lentamente, con cachaza filosófica, mirando el hermoso grupo, sin intentar mezclarse en él.

Pero allí estaba Cuadros, infatuado por la buena suerte, orgulloso, tanto él como su esposa, de que la señora del antiguo principal accediese a admitir a Andresito en su familia; estos dos amigos, seguramente que al verla en un apuro eran capaces de darla la sangre de sus venas.

Andresito y Amparo se pellizcaban por debajo de la mesa; Roberto se acercaba de un modo inconveniente a Conchita; la mamá lo veía todo, pero sonreía con dulce tolerancia.

Teresa no le comprendía; Andresito, entusiasmado por la fortuna del papá, tenía sus ambiciones; mostrábase meticuloso y exigiendo en materias de vestir, y hablaba de la posibilidad de poseer una yegua alazana y pasear por la Alameda, siguiendo el carruaje de su novia, para lo cual se estaba preparando todas las tardes en el picadero.

Por su parte, Andresito había llegado a concebir una verdadera pasión por este animal.

Cuando nos hallábamos jugando en lo más alto del parque al marro o a las chapas, y se presentaba por allí de improviso el Muley, ya se sabía, llamaba aparte a Andresito, y se entretenía con él largo rato, como si tuviese que comunicarle algún secreto.

La amistad de Andresito y Muley se iba consolidando.

Andresito no hubiera vacilado en dar su vida por el Muley.

El Muley corrió a casa de su dueño; pero a la tarde ya estaba en el parque dispuesto a seguir a Andresito.

Andresito era feliz al borde de una sima.

Entonces Andresito, más pálido que la cera, adelantó un paso, y dijo: No culpe a nadie, señor.

Andresito permaneció mudo.

Andresito había dejado caer la moneda al suelo, y sollozaba, tapándose la cara con las manos.

72  oraciones de ejemplo con  andresito