50 Verbos a usar para la palabra ceño

Paz y Salomé fruncieron el ceño para que nadie pudiera poner en duda su indignación.

María arrugó imperceptiblemente el ceño, y se volvió a con risueña sorpresa: ¡Pero supongo que no tendría deseo de visitarnos! Aunque el tono de la exclamción no pedía respuesta, María quedó un instante en suspenso, como si la esperara.

Pronto la conversación se hizo general, la fuente de pasteles se puso al alcance de las manos y la familiaridad comenzó a desarrugar los ceños adustos y a alejar las desconfianzas.

Recorrió en seguida con la vista el fúnebre lujo de la sala, en que la lámpara ardía con alta luz, y contrajo ligeramente el ceño.

Pero no cabe duda que sus ojos no tropezaron con los del individuo, cuyo nombre ninguna de las dos mencionó, porque torció el ceño y dio claras muestras de su desazón.

He mandado hacer unas tarjetitas... Diciéndolo, sacó del bolsillo una para darla a Rosalía, quien con mal desarrugado ceño la tomó, dignándose agraciar a la joven con una sonrisa benévola, la primera que Refugio había visto en aquellos desdeñosos labios.

Porque desde que entré apenas me has mirado, y tienes un ceño que da miedo... Hoy esperaba encontrarte más cariñoso que nunca, y estás hecho una fiera.

Y viendo el ceño lastimoso que ponia este mirando á sus perseguidores, maese Bates que estaba dotado de un espíritu cáustico y que además tenia un gusto decidido por el burlesco se puso á reir á carcajadas y ha hacer mas ruido que antes.

Por la calle llevaba siempre un ceño de mal humor, pero cuando hablaba y sonreía variaba por encanto.

Pero volvió á fruncir el ceño cuando el profesor le pidió que se despojase de su chaqueta y sus pantalones, conservando únicamente la ropa interior.

A nuestra edad es preciso sonreirse cuando el pesar nos muestra su ceño airado.

La señorita dió algunos pasos hacia el lecho, y vió un rostro lívido y dolorido, con algunas manchas amoratadas como de golpes, entreabierta la boca, cerrados los ojos, ligeramente fruncido el ceño, húmedo el pelo.

Ninguno todavía,respondió Éndicott, dirigiendo su inflexible ceño hacia el reo.

Levantáos, mis valientes camaradas, dijo el rey dulcificando su ceño natural.

Eso es por lo que hace al cargo número uno, dijo el acusado endulzando un poco el ceño terriblemente adusto con que hasta allí había hablado, y bajando el diapasón de aquella voz con que acababa hacer retemblar la casa.

Quiere enseñar el ceño de la duda, antes de que cabalgue, al caballero; cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda cerca del corazón la hoja de acero.

Hoces y cuetos, pinos y rocas, ceñidos por el cándido ropaje, pierden la aspereza y rigidez de su color y sus perfiles; sólo la mancha cruda del mar, de un gris metálico, desgarra como una hoja de acero la blandura de los horizontes, y finge un ceño sombrío en el manso cariz de la mañana.

Bustos no pudo prescindir de gritarles: ¡Eeeeeh! Yo, sin moverme del sitio en que estaba, ni cambiar de postura, fruncí el ceño y clavé la mirada en el que venía haciendo cabeza, que encarándoseme y llevando la mano derecha al corazón, me dijo: ¡Ese soy Caniupán! ¡Capitanejo Mariano Rosas! (y volviendo á señalarse á propio) ¡Ese indio guapo! Seguí mirándolo con torvo ceño.

Veo que frunces el ceño y alargas el hocico, como si esto que te digo fuera una gran inmoralidad que escandaliza tu conciencia.

No..., no frunzas el ceño.

¡Ay del galan que se olvide un día de la pava que hay que pelar! Al siguiente oirá terribles reconvenciones, hallará un ceño irritado, ó muy indiferente y frio, cuando no sollozos, lágrimas y quejas reprochándole ingratitud y mal proceder....

Capricornio ha labrado este ceño.

Costosa honradez la de aquel hombre que dejaba hacer á los demás el daño, mirándolo aún de buen ceño, con tal de parecer más limpio entre tantos manchados, y que si no tomaba oro de las arcas públicas tampoco lo necesitaba, porque para sabía adquirir buenos sueldos, y á sus amigos les pagaba en hábitos, títulos y graduaciones, trayendo á tal vileza los honores, que no parecía cosa honrada tenerlos.

El capitán largó un taco embreado, aunque á media vela; y, mirando con duro ceño á su hijo, le habló así: No está mal hecha la historia; y lo digo porque, con sólo oírtela, hubiera jurado yo que se me iba pintando de almagre toda la cara.

A lo que doña Guiomar respondió, mirándole no tan ceñuda ya, ceño fingido, que si ella hubiera mostrado lo que sentía en el alma en el semblante, por bien hallado y dichoso hubiérase dado él: Cortés sois, bien nacido parecéisme y bien criado; dejadme que me asombre de veros en mi presencia, entrado aquí como un salteador pudiera entrarse, y sin más disculpa que la de la necesidad que habéis tenido de salvaros de ser preso.

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