' 'Ya-he-ho-o-hu'followed the chorus.

'Captain he go to him cabin, he drink him wine and whisky' 'Ya-he,' etc.

' 'Ya-he,' etc.

When the Kureisch were near enough Mahomet lifted his hand: "Ya Mansur amit!"

Ya estaba para acabar el día.

exclamé entonces como sorprendido, aunque, á decir verdad, ya me esperaba una contestación de esta ó parecida clase.

En acosar y perseguir á los infelices pastores que se arriesgan por esa parte de monte, ya haciendo ruido entre las matas, como si fuese un lobo, ya dando quejidos lastimeros como de criatura, ó acurrucándose en las quiebras de las rocas que están en el fondo del precipicio, desde donde llama con su mano

Yo estaba algunos doscientos pasos camino atrás de donde nos encontramos en este momento: próximamente sería la misma hora, cuando creí escuchar unos alaridos distantes, y llantos é imprecaciones que se entremezclaban con voces varoniles y coléricas que ya se

oían por un lado, ya por otro, como de pastores que persiguen un lobo por entre los zarzales.

Y por fin, exclamé interrumpiendo el animado cuento de mi interlocutor, é impaciente ya por conocer el desenlace, ¿en qué acabó todo ello?

Cuando el más ágil de los lebreles llegó á las carrascas jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha, que conducía á la fuente.

en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos.

en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos.

Ya no vais á los montes precedido de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos.

Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero no es ya posible; rebosa en mi corazón y asoma á mi semblante.

Por una parte vuestras continuas excursiones, y por otra el dale que le das de los cazadores furtivos, que ya con trampa ó con ballesta

, los circunstantes no pudieron ya contener por más tiempo la risa, que hacía largo rato les retozaba en los ojos, y dando rienda á su buen humor, prorrumpieron en una carcajada estrepitosa.

le preguntó uno de los monteros notando la creciente ínquietud del pobre mozo, que ya fijaba sus espantadas pupilas en la hija risueña de don Dionís, ya las volvía á su alrededor con una expresión asombrada

Si los espíritus malignos tornan á incomodarte, ya sabes el remedio:

había ya muerto hacía bastante tiempo, sin decir una sola palabra sobre el asunto ni á su propio hijo, que varias veces y con muestras de grande interés, se lo habia preguntado.

Asi pensando y discurriendo pasó Garcés la tarde, y cuando ya el sol comenzó á esconderse por detras de las vecinas lomas

la ballesta de las manos, y antes de reponerte del susto ya ha desaparecido la corza blanca más ligera que un relámpago? ¡

Oh! exclamó Garcés, en cuanto á eso estad segura que como yo la topase á tiro de ballesta, aunque me hiciese más monos que un juglar, aunque me hablara, no ya en romance,

En este punto del diálogo, terció don Dionís, y con una desesperante gravedad á través de la que se adivinaba toda la ironía de sus palabras, comenzó á darle al ya

Poco á poco, y bien fuese que el peso de la noche, que ya había pasado de la mitad, comenzara á dejarse sentir, bien que el lejano murmullo del agua, el penetrante aroma de las flores silvestres y las caricias del viento comunicasen á sus sentidos el dulce sopor en que parecía estar impregnada la naturaleza toda, el enamorado mozo que