2227 oraciones de ejemplo con aldeas

Recordaba Mesía que muchas veces (especialmente con motivo de las elecciones en las aldeas) había él dicho, v. gr.

La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene.

El tren corría por la costa, teniendo á un lado el desierto azul del golfo de Salerno y al otro las montañas rojas y verdes, manchadas de blanco por aldeas y caseríos.

Capa de los mendigos juglares que van por las aldeas, tabardos que cobijan a los fingidos paralíticos, que desgranan el rosario de sus cuitas y se arrastran al sol lo mismo que gusanos

Algunas de las aldeas situadas a lo largo del ferrocarril llevan nombres como Buffalo (Nueva York), Culpepper (Virginia), Freehold (Nueva Jersey) y otros, y asustan al viajero que viene 5 del norte cuando el conductor va anunciando las estaciones.

¿Por qué tienen algunas de las aldeas de Costa Rica nombres de poblaciones norteamericanas? 5.

El nombre de Venezuela, o pequeña Venecia, se le dió a causa de la supuesta semejanza de las aldeas indias, que 5 hallaron los descubridores en el lago de Maracaibo, con la ciudad de Venecia.

En las aldeas y villas, por el trato íntimo, largo y constante de las personas, se penetra más en el alma de cada uno que en las grandes poblaciones.

El cochero Bill de la diligencia Sangulion, famoso entre todas las aldeas y aldehuelas de la localidad, por su galantería en ofrecer siempre el asiento del pescante al bello sexo, había exceptuado de esta atención a doña María, y bajo el pretexto de que tenía costumbre de blasfemar en las cuestas, ponía la mitad de la diligencia a su disposición.

Cuando llegó a ella, aún no habían terminado el rosario, que en las aldeas precede los domingos al sacrificio incruento.

En las aldeas acaece a menudo que no son las más próximas y asequibles las romerías animadas;

La de San Juan, sobre todo, había en toda España estrepitosa algazara, encendiéndose hogueras y luminarias en todas las alturas, según una antigua costumbre; resonaban por todas partes voces de júbilo, y en aldeas y ciudades hormigueaban alegres grupos que se solazaban bailando, cantando y retozando, ó discurriendo callados y entregándose á la alegría y libertad universal de esta noche.

Los nobles establecidos en los alrededores, así como los ricos campesinos y notables habitantes de las villas y aldeas inmediatas, no tardaron entonces en emitir la opinión de que la hermosa viuda había recobrado en fin la razón.

Pero como los enigmas, particularmente los enigmas de dinero, duran en las aldeas cortísimo tiempo, no se pasaron dos horas sin que supiese que D. Fernando había vendido su casa el día anterior a D. Anacleto, el cual la quería para hacer de ella una fábrica de escabeche, no para otra cosa, pues en realidad estaba inhabitable.

El piso está alfombrado...¡de arena! No penséis en aquella arenilla blanca y dulce a la mirada, que tapiza los cuartos en las aldeas alemanas y flamencas, perfectamente cuidada, el piso en que se marcaba el paso furtivo de Fausto al penetrar en la habitación de Margarita; el piso hollado por los pies de Hermann y Dorotea.

* * * * * En pueblos y aldeas comenzó a notarse extraña inquietud y desusado movimiento, sustituyendo, a las conversaciones sobre el estado del campo o el cuidado de las haciendas, diálogos que expresaban, no temor, sino esperanza de próximos trastornos.

Correrá la voz hasta las otras aldeas de que aquí se hace la caridad a ojos cerrados, y uno de estos días vendrán a establecerse infinidad de pobres a Longueval.

¡Qué gloria la de atravesar así las aldeas de los alrededores y entrar solemnemente en alguna gran granja, donde le agasajaban como a su padrino! A la izquierda la bandera de la Gendarmería, esa bandera hacia la que volaban sus primeros sueños y sus primeras aspiraciones y que él unía en sus recuerdos juveniles al retrato del soldado que iluminaba la humilde oficina con un reflejo de heroísmo.

En el umbral de la barraca se estrecharon las manos unos a otros y se dieron las buenas noches; y unos a la derecha y otros a la izquierda, formando pequeños grupos, regresaron a sus aldeas.

Los jóvenes de provecho no pueden estarse en las aldeas toda la vida.

Al poco tiempo pidió que le enviaran por los pueblos pidiendo limosna; al principio estuvo bien, hasta se distinguió por su celo; pero después empezó á hacer barbaridades, escandalizó á las personas piadosas de las aldeas, y cuando el prior, á quien había llegado la noticia de sus fechorías, le mandó llamar y volver al convento, Calatrava, sin hacer caso, anduvo explotando los hábitos, y cuando ya iban á pescarle volvió á Madrid.

Por desgracia suya, amaba el caballero á una mujer llamada Origila, que habria alcanzado entre otras mil la palma de la dulzura y la belleza; pero de un carácter tan pérfido y desleal que no seria posible encontrar otra semejante, aunque se registrasen todas las ciudades y aldeas, la tierra firme y los más remotos archipiélagos.

Algunas veces, atravesando el desierto en toda su extensión, aquel enemigo implacable de la raza roja se deslizaba dentro de las aldeas, las incendiaba durante la noche cuando cada cual se hallaba entregado al sueño, y entonces hacía una matanza espantosa asesinando a cuantos encontraba: mujeres, niños, ancianos, nadie quedaba exceptuado.

A pesar del griterío que se levantó contra los libros, se vendieron en León algunos ejemplares; dos fueron adquiridos por sendos exclaustrados, y otros tantos por párrocos de las aldeas vecinas.

Sus aldeas galileas, mezcla confusa de cabañas, de eras y de prensas talladas en la roca, de pozos, de sepulcros, de higueras y de olivas, eso era lo que él amaba.

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