Luego, al arrebujarme en las sábanas, tiré del timbre, empezó á subir lento y majestuoso el telón.

Ya, en los breves ratos sustraídos á su obligación, no salía á la calle en busca de Juanito del Socorro (Redator), sino que en dos trancazos se encaramaba en el desván, y poniéndose la cabeza, arremetía al mismo San Lucas, á la Fe, á los rotos telones, y en todo ello, con las repetidas cornadas, abrió mil agujeros y desgarraduras.

Sus ojos acariciaron una enorme faja de mar tendida entre dos colinas, como un telón azul que ocultase un desgarrón de la tierra.

El mar estaba velado por la niebla, pero entre los brumosos telones se marcaban unas siluetas semejantes á islas con robustas torres y agudos minaretes.

BALBINO.—¡Una boda con patatas! =Mutación= CUADRO SEGUNDO Telón corto.

Los condes y sus amigos detuviéronse á la puerta de la casa, y con la mano puesta sobre los ojos á guisa de pantalla, se estuvieron buen rato paseando la vista por el gran telón descrito.

Lo único que le interesaba en aquellos momentos era cierta rodilla que buscaba la suya por debajo de la mesa, transmitiéndole su dulce calor á través de un doble telón de sedas.

La “Babel” era un telón efectista hecho jirones, y aparecía la colmena, el trabajo asiduo, normal, funcionando y saneando la atmósfera.

El telón, al cerrarse, simula un telón entreabierto.

A través de los espesos telones de la atmósfera pasan otras sombras, lentas, enormes y negras: vapores que avanzan con la grave calma del peligro; veleros de arboladura escueta que se deslizan siguiendo sumisos el tirón del remolcador.

Además, los envuelve en sus fulgores un sol adolescente que acaba de romper los grises telones de la mañana.

Jamás se habrá efectuado un desafío con tan hermoso telón de fondo.

Sus párpados se iban cerrando, sus pupilas seguían mirando al cielo donde flotaban blancas nubes; doblaba el cuello para seguir viendo la luz del día, pero pronto tuvo que hundirse en el agua, y aquel telón infame le ocultó el espectáculo del mundo.

Una estrella centelleaba en este intenso telón de seda, como un brillante perdido.

Algunos profesores acostumbrados á no asombrarse de nada y á buscar la razón científica de todos los hechos se dieron cuenta, pasados unos instantes, de que esta obscuridad era debida á un desprendimiento exterior, á dos telones macizos que habían caído sobre ambas ventanas, interponiéndose entre sus ojos y la luz.

La virgen tierra inacabable aparece detrás de los avisos como un mágico telón de fondo.

Á pesar de todas sus protestas, por aquello de que los ojos nunca envejecen, apenas subió el minúsculo telón, Estrella sacó del bolsillo trasero de la levita sus gemelos, cuyos cristales limpió primorosamente, asestándolos después á la escena.

Cada día es un acto trágico; la noche es una pausa, y el espacio es el telón siniestro moteado de brillantes.

El dinero se mostraba alguna vez en ciertos autores, pero como un accesorio, como un telón negro para que se destacasen mejor las figuras de los personajes simpáticos.

» Pero al sonar los pasos de ella en la habitación inmediata, al percibir la onda atmosférica producida por el desplazamiento de su adorable cuerpo, se replegaba en su interior esta segunda persona y un telón opaco caía en su memoria, dejando visible únicamente la realidad actual.

Nubarrones morados cubrían el sol, y por bajo de ellos desplomábase la luz, cerrando el horizonte como un telón de oro pálido.

—Cae el telón pausadamente.

Pero cuando se terminó el espectáculo y el pequeño telón bajó sobre las reducidas tablas, Melisa suspiró profundamente y se volvió hacia la grave cara del maestro, con una sonrisa apologética y cansado gesto.

Por cierto que un periódico que á poco se publicó, llamado La Platea, apareció llevando en la portada una vista de la sala del coliseo grabada en madera, que, aunque de tosco dibujo, da idea de cómo estaba en sus comienzos el interior del teatro, con su gran lucerna de aceite pendiente del techo, sus anchas lunetas, su tertulia de señoras y su telón primitivo, pintado por D. Antonio Cabral Bejarano.

Por cierto que un periódico que á poco se publicó, llamado La Platea, apareció llevando en la portada una vista de la sala del coliseo grabada en madera, que, aunque de tosco dibujo, da idea de cómo estaba en sus comienzos el interior del teatro, con su gran lucerna de aceite pendiente del techo, sus anchas lunetas, su tertulia de señoras y su telón primitivo, pintado por D. Antonio Cabral Bejarano.