176 oraciones de ejemplo con antecámara

Lobby, n. [lóbi] Antecámara, vestíbulo.

El Rey se hallaba en la antecámara de su celda, y llenos estaban los vecinos corredores de gente togada, de frailes, de clérigos, de cortesanos.

No quiere quedarse solamurmuró la joven saliendo; ¿qué misterio será éste? Y llegando en la antecámara á una hermosa joven que, acompañada de otras tres reía y charlaba, la dijo: Doña Beatriz, la señora camarera mayor, os llama.

La joven compuso su semblante dándole cierto aire de gravedad, y entró en la cámara de la reina, al mismo tiempo que la condesa abría la puerta de la antecámara y desembocaba por la portería de damas.

Entraron en una magnífica antecámara estrellada de luces y llena de lacayos.

El lujo de aquella antecámara en la casa de un ministro, era escandaloso: alfombras, cuadros de Tiziano, de Rafael, de Pantoja, del Giotto; tapicerías flamencas; lámparas admirables; puertas de las maderas más preciosas, incrustadas de metales; estatuas antiguas; un tesoro, en fin, invertido en objetos artísticos.

Una antecámara alhajada de tal modo, era un deslumbrante prólogo que hacía presentir verdaderas maravillas en las habitaciones principales.

Y volviendo la espalda al sobrino de su tío, se embozó en su ferreruelo, y se fué derecho á un maestresala que cruzaba por la antecámara.

EL TÍO MANOLILLO Llena estaba la antecámara de audiencias de palacio de pretendientes, cuando el tío Manolillo llegó al alcázar.

Cuando llegó á la antecámara de audiencias, cesó en sus cabriolas, se detuvo un momento en la puerta sonando sus cascabeles, como para llamar la atención de todo el mundo, y luego, con la mano en la cadera, la cabeza alta y la mirada desdeñosa, que parecía no querer ver á nadie, atravesó con paso lento, marcado y pretencioso, la antecámara.

Cuando llegó á la antecámara de audiencias, cesó en sus cabriolas, se detuvo un momento en la puerta sonando sus cascabeles, como para llamar la atención de todo el mundo, y luego, con la mano en la cadera, la cabeza alta y la mirada desdeñosa, que parecía no querer ver á nadie, atravesó con paso lento, marcado y pretencioso, la antecámara.

Os buscaba, maesele dijo, y me habéis tenido cerca de una hora esperándoos en la antecámara de audiencia.

Frente á la puerta por donde penetró el rey, había otra mayor que comunicaba á una antecámara; en ella desembocaba una escalera que nacía en un portal situado en un terraplén, al cual correspondían las dos únicas ventanas de la cámara; en ésta, frente á las ventanas, había un retrete abierto en el muro, y dentro de él un lecho cubierto por una piel de tigre.

Doña Elvira entró en los corredores, y de ellos pasó á una antecámara, en la que antes no habia entrado.

En aquella antecámara habia un fuerte olor á cera quemada: era la antecámara mas allá de la cual habia muerto doña Inés.

En aquella antecámara habia un fuerte olor á cera quemada: era la antecámara mas allá de la cual habia muerto doña Inés.

Y asió brutalmente de un brazo á doña Elvira y la arrastró consigo fuera de la cámara; atravesó la antecámara, salió á los corredores y luego, como quien conocia bien aquella casa, torció por una puertecilla, atravesó un pasadizo, entró en el aposento del capitan Sedeño, y se encaminó á la puerta secreta.

rompió daga en mano por medio de los que se acercaban á prenderle, dejóse herido un portero, ganó la puerta de la sala, la antecámara y las escaleras, montó á caballo y escapó, sin que hasta ahora se sepa donde para.

Inmediatamente aquel hombre le introdujo, precediéndole para guiarle por unas anchas escaleras de mármol, alfombradas en el centro y unos corredores, alfombrados tambien, á una antecámara y una cámara donde le salió al encuentro un caballero como de cuarenta y seis años, enteramente vestido de negro, de fisonomía enérgica, y hermosa.

de pasar aquella puerta y una antecámara, don Alonso abrió una mampara de cuero de Marruecos recamado, é hizo seña al jóven para que pasase.

Hasta después de media noche acompañó la baronesa a su hermana, y cuando, satisfecha de su triunfo, se retiró a descansar, Enriqueta abandonó el salón, entrando en un lindo gabinete inmediato a la antecámara, y que tenía ventana a la calle.

Los criados, reunidos en la antecámara, hacían animados comentarios sobre lo que ocurría en las calles, o se manifestaban dominados por un cómico terror, y las señoras de la casa estaban en una habitación apartada, evitando el peligro de alguna bala que atravesase los cerrados balcones.

Subió doña Esperanza la ancha escalera de mármol; en la antecámara vió pendiente del perchero la chistera del doctor, y entró en un gabinete, el mismo donde la difunta Enriqueta había pasado la noche anterior al 22 de junio.

Sube la escalera, que reviste densa alfombra y decoran nobles tapices de batallas y cacerías, y penetra en una antecámara de vastas proporciones, donde hacen la guardia criados de calzón corto y armaduras ecuestres auténticas.

La antecámara da acceso á un saloncito sin muebles, alumbrado por centenares de globos eléctricos, y en el fondo del saloncito, bajo celajes de tul fino batidos como espuma, aparece un encantador Belén, un Nacimiento para niños millonarios, obra de arte más que de ingenua devoción.

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