50 oraciones de ejemplo con caldear

La atroz sequedad de garganta que el aliento parecía caldear más, aumentaba a la par.

Cuando la primavera empieza á caldear el suelo, se animan las larvas que depositaron las cigarras muertas en el año anterior.

vendrás inspiración sagrada, de nuevo a caldear mi fantasía cuando mustia la , rota la espada, morir no pueda por la patria mía...

El vaho ardoroso de la comida, el calor de los cuerpos, en los que empezaba la digestión, y lo agitado de las respiraciones, parecían caldear el ambiente.

Y el entusiasmo meridional, caldeando los cerebros, hacía pasar ante los ojos risueños espejismos.

El sol comenzaba a caldear la plaza; esparcíase por el ambiente el tufillo de las verduras recalentadas; pero bajo la techumbre de cinc que resguardaba los puestos de flores, entre las cortinas rayadas que tapaban los lados del mercadillo, notábase una frescura de subterráneo, el vaho húmedo de las baldosas regadas con exceso.

«Si esto no es más que curiosidad, pura curiosidad...se decía Santa Cruz, caldeando su alma turbada.

En medio de sus dolores cefalálgicos, el infortunado joven se caldeaba más la mente arbitrando remedios o paliativos de la ansiedad que le dominaba.

La mirada de Isagani se iluminaba al hablar de aquel oscuro rincon; el fuego del orgullo encendía sus mejillas, vibraba su voz, su imaginacion de poeta se caldeaba, las palabras le venían ardientes, llenas de entusiasmo como si hablase al amor de su amor y no pudo menos de exclamar: ¡Oh! en la soledad de mis montañas me siento libre, libre como el aire, ¡como la luz que se lanza sin frenos por el espacio!

Los ardores del sol caldeaban las charcas del Manzanares, llenas de la inmundicia de las alcantarillas que desaguan en él.

Parecíale que la fría atmósfera del amanecer se iba caldeando; sentía un tibio cosquilleo bajo la piel y casi se reía de la veloz persecución por las calles que tanto le había fatigado.

Oleadas de sangre caldeaban su rostro; parecíale que el viento seco y ardoroso que inflamaba la piel se había introducido en sus venas, y su olfato dilatábase con nervioso estremecimiento, como excitado por aquel ambiente de pasión carnívora y brutal.

Fué mi paso por la vida como potente florecimiento de todas las pasiones: Uno a uno, mis días se caldeaban en la gran hoguera del amor: Las almas más blancas me dieron entonces su ternura y lloraron mis crueldades y mis desvíos, mientras los dedos pálidos y ardientes deshojaban las margaritas que guardan el secreto de los corazones.

La pasión creció poco a poco en Gabriel hasta dominarle por completo; era un fuego tardío que volvía a caldear las cenizas aún tibias que le dejaron otros amores, pero que por lo mismo de ser el postrero brotaba con ardor y pujanza juveniles; que así como los crepúsculos matutino y vespertino se parecen, de igual modo las pasiones que marcan la primavera y el otoño del corazón se asemejan también.

Cuando se acercaron, lanzó un chorro tremendo de su encendido aliento, y envolvió a Belerofonte y a su caballo en una atmósfera de llamas, chamuscando las alas de Pegaso, quemando al joven los dorados rizos de todo un lado y caldeando a los dos, de la cabeza a los pies, mucho más de lo cómodo.

Para mayor desgracia del buen D. Francisco, ya no tenía el recurso de meterse en , caldear su encéfalo, como antaño lo hacía, y evocar, por un procedimiento semejante á los arrobos del misticismo, la imagen del primer Valentín, con objeto de recrearse en ella, de darle vida fantástica, y traerla á una comunión y consorcio muy íntimos con su propia personalidad.

La cabeza tornaba, poco á poco, á adquirir noble imperio; los ojos se caldeaban; la voz se hacía tierna y velada; los brazos, larguísimos, según correspondía á su aventajada estatura, se desplegaban como una gran cruz que cobijase la infantil muchedumbre.

Ideales de arte y gloria, pruritos de goces, ahora sublimes, ahora sensuales, caldeaban su mente.

Ideales de arte y gloria, pruritos de goces, ahora sublimes, ahora sensuales, caldeaban su mente.

Cuando era invierno hacía un intenso frío en la pieza de techo de paja, paredes de adobe encalados y piso de ladrillos desnudos; mas el cajero sentía que los ojos de la niña, siguiendo los movimientos de su mano desde lo alto del pupitre, le caldeaban el corazón y le desentumecían los dedos.

¡Maldita pasión aquélla que no tenía ni el consuelo de ser sincera! A solas me despachaba yo á mi gusto, caldeando el horno de mi pensamiento y haciendo vivir allí mi ilusión como si la incubara.

¡Maldita pasión aquélla que no tenía ni el consuelo de ser sincera! A solas me despachaba yo á mi gusto, caldeando el horno de mi pensamiento y haciendo vivir allí mi ilusión como si la incubara.

Viendo que los huéspedes se iban caldeando, creí oportuno hacer cesar las libaciones.

Epumer no había simpatizado conmigo, y á medida que se iba caldeando, sus pullas iban siendo más directas y agudas.

El sol de una hermosa mañana de invierno empieza á caldear la tierra.

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