90 oraciones de ejemplo con corbetas

las Antillas é Inglaterra, hay siempre en la bahía un número considerable de paquebotes, de buques mercantes y de fragatas ó corbetas de guerra, con grandes depósitos de carbon de piedra.

Tal vez anda despacio, y tal á priesa, Vuela tal vez, y tal hace corbetas, Tal quiere relinchar, y luego cesa.

Alcuzcuz como sabroso, Corbeta

La hermosa corbeta «Iberia», procedente de La Habana, acaba de llegar a Cádiz; conque mañana es probable que demos un abrazo a Rafael.

Afortunadamente que esas olas sólo esparcían sobre nosotros el líquido de sus crestas, ó si no, la corbeta habría sido tragada...

A poco el Morro señaló presa y media hora después se presentó en la boca del puerto la corbeta inglesa Perla, su comandante el Lord Pege o Pegete, según nos dijeron después los que desde la Punta oyeron la contestación que dio el práctico al vigía de señales.

es el que el pobre Zeli me dio para que te lo entregase el día del combate de El Gavilán contra la corbeta.

Las embarcaciones de un tonelaje elevado, tal como navíos, fragatas y corbetas, aun maniobrando con mucha prudencia, tienen mucho que temer de ese viento; pero las goletas, tartanas y faluchos, tienen todas las probabilidades posibles de zozobrar.

Salimos en coche, y no bien llegamos al Retiro, diviso al general, hecho un pollo, trotanto y haciendo corbetas en su fogoso caballo inglés.

El holandés era capitán de la corbeta Vertrowen.

Siguió el discreto Lord un rato al lado de la real familia, cumplimentando á todos con discursos muy corteses, haciendo corbetas con su caballo, y saltando de una parte á otra con tanta gracia, que á todos pareció bien; y asi los Reyes como los grandes, quedaron admirados tanto de la magnificencia de su porte, como de su destreza en el manejo.

En vista de esto volvimos al muelle, hablamos al comisario inglés, y éste nos dijo que la que partía de veras era la corbeta Sofía, que iba directamente a España.

Al saber su muerte, se decidió a volver a Occidente y entró en la misma corbeta griega que nosotros.

Me dijo que había ido a ver a un consignatario, para tomar una plaza en la corbeta Egina, que iba a partir, de un momento a otro, con rumbo a Nápoles.

* Cuatro días después de mi encuentro con Aviraneta, se presentó a la vista de Missolonghi la corbeta Egina, que salía para Nápoles.

Fuimos Mac Clair y yo por la mañana y entramos en la lancha y nos dirigimos a la corbeta.

El capitán de la corbeta, Jorge Belisarios, fué designando a cada uno su camarote y entregándole una chapa con un número y fijando otra chapa de hoja de lata en las puertas de los camarotes.

El caparazon del caballo árabe estaba ricamente bordado y colgaba hasta el suelo, y el fogoso bruto hacia graciosas corbetas, arrojaba humo por las narices, y daba alegres relinchos al verse de nuevo en un campo de batalla.

Pero, equivocado este mandatario sobre la situacion de las cosas y afectando una enerjia que no era natural en su carácter, hizo que los detenidos en la fortaleza de San José se embarcasen en la corbeta Miontina próxima á zarpar para el Callao.

Les veo pasar haciendo corbetas, obligando á sus monturas, mientras yo, envuelta en pieles de zorro negro y astracán, las únicas que permite mi luto, y acariciando al friolero lulú de Pomerania Daisy, que se refugia al calor de mi manguito y parece otro manguito viviente, me fijo en que el sobrino de la generala tiene las piernas un poco arqueadas, y el hijo de la condesa, al sol, los ojos rojizos y sin cerco de pestañaje...

Viaje corbetas Sutil y Mejicana (1802), pág. 167 y sig.

El Dios me pareció metido en toro, Bello ladron de Europa soberana, Que anegado en su espuma el mar rompia, Tales corbetas por la hierba hacia.

Popham pudo conseguir que Baird pusiera a disposición de Beresford el regimiento 71 de higlanders, un destacamento de artilleros y algunos dragones desmontados, y él, con las fragatas Diadema, Raisonable y Diomedes, las corbetas Leda, Narcisus y Encounter y cinco transportes, se dió a la vela para Santa Elena a últimos de abril de 1806, en cuya isla recibió el socorro de 150 infantes y 100 artilleros con dos obuses.

Por entonces llegó (1789) al puerto de Montevideo la expedición que mandaba el brigadier don Alejandro Malespina, acompañado de varios sabios, en las corbetas Descubierta y Atrevida.

Por eso me gusta a alejarme de las dársenas donde atracan los grandes buques de vapor y zambullirme en los recodos pintorescos del Riachuelo, en los muelles destinados a las fragatas, a las bellas corbetas, a las lindas goletas, frágiles, graciosas y femeninas.

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