318 oraciones de ejemplo con salientes

Elévase una humareda semejante á la que brota de un cráter; pronto envuelve todos los salientes y el monte acaba por coronarse con un turbante nubes tejido por él mismo en el aire transparente.

Por la mañana, al despertar, el blanco manto nevado ha cubierto hasta los promontorios salientes.

Los salientes de la montaña atraviesan esa envoltura, y los matices sombríos de las rocas, contrastando con la blancura de la nieve, acusan con más claridad los relieves de las fragosidades.

A través de toda clase de fragosidades salientes y entrantes se ve alargarse con asombrosa regularidad la línea de las hiladas por espacio de muchas leguas: parecen haber sido superpuestas por manos de un arquitecto gigantesco.

A los aullidos del perro no tarda en presentarse algun caiman, mostrando primeramente sobre el agua las órbitas salientes de sus ojos y la estremidad del hocico: permanece desde luego algunos instantes en observacion, y con la vista clavada en su presa; en seguida se zambulle para reaparecer sobre la orilla, donde se arrastra lentamente hácia el pobre perro, que, magnetizado

En tiempo de crecientes, cinco ó seis varas de agua cubren estos puntos salientes, y se pasa entónces por encima de ellos sin que se les eche de ver.

Toda esta parte de costa es muy acantilada á corta distancia, limpia y formada de puntas poco salientes, con playas de arena y frontones de piedra.

Le interesaban más los brazos de las sillas, los pasamanos de las escaleras que conducen a la sillería alta, los salientes que separan los asientos y sirven para reclinar la cabeza, cubiertos de animales y seres grotescos: perros, monos, aves, frailes y pajecillos, todos en posturas difíciles, rarísimas y obscenas.

Recordaba la carita sonrosada dos años antes, y miraba con asombro un rostro de juventud ajada, huesoso, los pómulos salientes, las ojeras profundas, y unos ojos de escasas cejas, sin pestañas, con las pupilas todavía hermosas, pero empañadas por vidriosa opacidad.

A espaldas de Jaime extendíase con grandes sinuosidades de puntas salientes y profundas escotaduras la costa bravia de Ibiza.

El señor pasó adelante; pero al salir de la plazoleta se detuvo junto a uno de los primeros árboles y acabó por sentarse en sus raíces salientes, guardando la escopeta entre las piernas.

El mar rasgaba la obscuridad con un ronquido plácido, cuya ondulación iba rompiéndose en todos los salientes y recovecos de la costa.

Una hermosa barba patriarcal que le tapaba las solapas del traje parecía suavizar los salientes enérgicos de los pómulos y las fuertes articulaciones de su mandíbula robusta y prominente como la de los animales de presa.

Había jacos de inaudita delgadez, esqueletos de agudas aristas salientes que parecían próximas a rasgar la envoltura de piel de largos y flácidos pelos.

Dentro de la tienda un mostrador de cinc, toneles y botellas, mesas redondas con taburetes de madera, y en los muros numerosas estampas de colores representando toreros célebres y los lances más salientes de la lidia.

Al frente, la enorme masa del Palacio Real, con sus pilastras salientes cortando las negras filas de ventanas.

El tropel de gorros rojos y de mujeres encapuchadas como máscaras, se precipita en los muelles salientes que dan acceso á los vapores de viajeros.

Sus dos caracteres más salientes eran el fanatismo religioso y la avaricia.

Doña Consolación estaba medio inclinada hacia adelante, tendidos los músculos del cuello, con los ojos salientes clavados en la entreabierta puerta.

La palanca bajaba lentamente, Társilo rozaba contra las piedras salientes y las plantas inmundas que crecían entre las grietas.

Las matas, los arbustos, los espinosos juncos y las raíces salientes de los árboles impedían la carrera de ambos.

Empotrados en las paredes ostentaban escudos abultados y salientes de piedra blanca, y en las ventanas se veían orlas esculpidas con los primores del Renacimiento incrustadas en el ladrillo.

"Las cejas, espesas y salientes, sombrean sus ojos pequeños, de rara inteligencia y dulzura, nariz prominente y acaballetada, y la boca perdida, como sus carrillos, en las caidas de su barba profusa como de polvo de nieve, que toca hasta sobre su pecho.

Como al flotar bajo el cielo azul, en el éter purísimo, distinguia un primer semicírculo de altísimas columnas, como la mitad de un inmenso circo ceñido por salientes cornisas, base y engaste de otro semicírculo más recogido, tambien con sus columnas y con ventanas interiores que se destacaban con la vivísima luz del sol, calando y cincelando la primorosa arquitectura....

¿Por qué este cambio?¿Presumió el niño que á tales horas habria más entrantes y salientes en casa de Caifás, y por lo tanto mayor campo para sus observaciones?

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