141 oraciones de ejemplo con el actriz

Ahora lo es, y la cultura tributa ese homenaje á la mujer, á la actriz y al público.

Más claro, veo en ese refinamiento un coquetismo, una ridiculez, y creo que la ridiculez y la coquetería no son un homenaje tributado al público, ni á la actriz, ni á la mujer.

La actriz no se engañaba; el público aplaudió.

Marta, aunque afectando cierta recóndita superioridad al principio, también estaba encantada, llena de orgullo, sin quererlo, al hablar con Serafina; pero pronto se sintió deslumbrada y vencida, y sintió en la actriz una superioridad real que, si no era del género suprasensible de la que ella, Marta, se atribuía, era mucho más efectiva y susceptible de ser reconocida.

¿por qué? Muy sencillo: porque Frétillon se da, y Margarita Gautier se vende... Y esta breve contestación, llena de espiritualidad y de delicadeza, retrata toda el alma de la actriz famosa; alma rebelde, paradójica, elegante, irónica, cínica y sentimental á la vez, como la de Richelieu ó la del duque de Lauzun, y que parece una síntesis ó evaporación del gran espíritu adorable de París.

Es la actriz universaldeclara su biógrafo Mirecourt,á cuyo genio se avienen todos los papeles, como á su cuerpo se acoplan todos los trajes.

Soy mademoiselle Déjazetdijo la actriz,y como usted no puede ir á verme al teatro, vengo á cantarle la canción de Bérat, esa canción que usted ha inspirado y que ya conoce todo París.

Cuando la actriz calló, Béranger tenía los dulces ojos arrasados de lágrimas.

La actriz inglesa Cristina Nilsson, dice: «No son artistas los que pretenden ignorar esa hiperestesia dolorosa que precede á los «débuts».

Así, en su casa, que un corredor ponía en comunicación con su teatro, Margarita reunía todas las noches á los prohombres de aquella época de furiosas tormentas políticas, y bajo los ojos conciliadores, un poco burlones, de la actriz, los Montañeses y los Girondinos deponían sus odios pasajeramente y se daban las manos.

Ora se hablaban en la misma iglesia de Capuchinos, donde fue la conversión de ella y donde ambos solían asistir; ora acudía él a casa de la actriz, si bien con prudente recato para evitar la maledicencia.

Yo escribo para el público, y el públicodigo para ,merece la verdad: el teatro, pues, no es teatro: la comedia es ridícula: el actor A es malo, y la actriz H es peor.

Cuando la actriz necesita cambiar de traje se dirige a sus tertulios con sonrisa graciosa y ojos suplicantes: Señores, ¿me dejan ustedes un momentito?...

Los amigos de la actriz charlan y ríen más que de costumbre.

El tono en que se dirigía a ella ya no era el humilde y cortesano del principio: corregíala a menudo en la manera de decir, señalábala las actitudes y el gesto que debía adoptar, y a veces, cuando la actriz no comprendía bien sus deseos, llegaba a dirigirla públicamente palabras severas y miradas más severas aún.

En cuanto á las indecencias, que sin rebozo se ofrecían al público, recordemos la representación de los amores de Pasiphae y del toro y de Leda y el cisne, todo al natural, y los pasajes de Procopio, en que describe los espectáculos, en que tomó parte en el teatro de Constantinopla la actriz Teodora, más tarde esposa del emperador.

Tenía la actriz lindo palmito y gracia natural, con lo que, como era de suponer, andaban por ella muchos galanes bebiendo los vientos y haciendo no pocas locuras, algunas de las cuales fueron bastantes ruidosas, dado que á la comedianta no le desagradaban las aventuras.

Dejando para los que escriban la historia del arte escénico el seguir paso á paso la carrera artística de la Rosa Pérez, á quien sus contemporáneos elogiaron mucho, diré sólo que esta carrera tuvo súbitamente fin, término y acabamiento, cuando no lo esperaban, ciertamente, los finos apasionados de la actriz, ni el público, que tantas y tantas veces le había aplaudido al verla en escena interpretar los más diversos papeles.

El P. Tomás Hurtado habla de cómicos españoles que representaron en Roma en el pontificado de Gregorio XV (1621 á 23), y en la vida de la actriz María Laredo se lee que perteneció siempre á las compañías de cómicos que vagaron por Italia, sin venir después á España.

La actriz, por este motivo, no interrumpe la mudanza de calzado, y sufre paciente al importuno.

¡Hala! ¡Pero, hombre, Adamar, que estamos esperando! ¿Qué hace usted? Creerán que me he recluído en el cuarto tratando de ver en el próximo á la cocota, ó á la actriz, ó á lo que sea esa bella de cien kilos... y me ocasionaría sonrojo confidenciarles que subí, á pretexto del sombrero y el bastón, con la única avidez de meditar mis sobresaltos.

Medio corriendo y en grandísima algazara llegan á buscarme el dramaturgo, el húsar, el cónsul, Placer y la actriz de la Cigale.

La actriz parisién y nuestro autor se entienden, á pesar de sus géneros distintos.

Es la actriz de la Cigale.

En cuanto Balbina Nobos y Felipa salieron, la joven corrió a su cuarto y empezó a vestirse con la celeridad de la actriz que acaba de recibir el segundo aviso del traspunte.

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