165 oraciones de ejemplo con elegías

Juan de Castellanos, Elegías de varones ilustres de Indias, parte II, Elogio de Rojas, canto IV: «... y el navarrisco, que por ellas muere, dijo que le dará cuanto pidiere.

» Pero antes que Lope, le había llamado así Camoens en una de sus elegías: «E o musico de Thracia, ja seguro De perder sua Eurydice tangendo, M'ajudara ferindo o ar escuro.

Aquellas elegías parecían charadas, y sólo podía descifrarlas don Álvaro dueño de la clave.

En vano publicaba Cármenes odas y elegías, nadie las leía; pero la gacetilla más insignificante que pudiera molestar un poco a cualquier vecino, era leída, comentada días y días, y cuando había tiroteo de sueltos o comunicados, los habituales abonados no querían mejor diversión.

En sus manos eran a diario: el Tratado de la Naturaleza de Malebranche, Los Pensamientos de Marco Aurelio, la Historia de España de Mariana, los Epigramas de Marcial, las endechas de Massinger, el Capital de Marx, las elegías de Propercio, los Ensayos de Macaulay, las Observaciones de Llorente, el Catecismo de Lutero, todo le era familiar, conocido, íntimo, y consideraba los periódicos como soldados y los libros como hermanos.

Creíase destinado a la inmortalidad; tenía un buen tomo preparado para darlo a la estampa, en el cual, como en muestrario de bazar, había de todo: elegías, odas, pequeños poemas, poemas grandes, epigramas, doloras, suspirillos germánicos, sáficos y octavas reales.

El industrial debe ocuparse noche y día en la fabricación de sus productos, el militar no debe perder de vista jamás la espada, el abogado no debe pasar un día sin pronunciar su discurso, el minero allá en su pozo arrancará noche y día el metal del seno de la tierra y el poeta en su gabinete compondrá desde que Dios amanezca odas, elegías y epitalamios.

Este lance desgraciado causó una penosa impresión en don León por tratarse de dos amigos igualmente queridos, y bajo el sentimiento que le produjo escribió la composición que he mencionado, donde menudeaban los signos de admiración, los puntos suspensivos, las amargas reflexiones y los gritos de dolor, todo ello sostenido en un tono severo y digno, como el de las elegías clásicas.

Escribió odas, epístolas, elegías y tragedias, y en prosa un ensayo de arte poético y un tratado de elocuencia académica, en los cuales tuvo la singular modestia de insertar ejemplos en verso y prosa sacados de sus obras, y además otros libros de filosofía y bellas artes.

¿Por qué en odas, en elegías, en coplas, en dramas, en novelas y aun en gruesos librotes de filosofía, hemos de angustiar á los mortales y quedarnos tan frescos? Todos, aunque seamos optimistas, tenemos ratos, y días y semanas de mal humor, de tristeza y de abatimiento.

Esteban Manuel de Villegas, uno de los líricos españoles más distinguidos (nació en Nágera en 1595), dispara en sus epístolas y elegías innumerables dardos satíricos contra los poetas cómicos.

¿Qué más se ve en el fondo azul del Sr. Aguilera? En ese espacio diáfano flotan como claras estrellas dos ojos negros, grandes, brillantes y serenos que podéis ver retratados en la hoja primera de sus Elegías y Armonías.

Las elegías que Aguilera dedica á la memoria de su hija, por el profundo sentimiento que guardan y por la delicadeza con que han brotado de la pluma, serán leídas mientras haya poesía.

En otra parte se le veia en medio de un escogido grupo de filósofos y poetas: unos le describian el curso de los planetas, otros la Tierra; otros le enseñaban la constitucion física del Cielo; estos tristes elegías, aquellos alegres versos, cantos heróicos ó armoniosas odas: más allá se le veia escuchando con placer la música ó ejecutando con suma gracia algunos pasos de baile.

Pero te aseguro que no me entretuve en hacer elegías sobre mi infortunio; antes bien, di gracias al Cielo por haberme librado de un perverso que no podía menos de caer tarde o temprano en manos de la justicia.

Todo un prelado, escribiendo á otro prelado, aseguraba haber sido ésta la caverna donde el infeliz pescador Glauco se asiló despues de su trasformacion en pez, y donde conmovió á los dioses en tan alto grado con sus lloros y con sus súplicas y sus elegías, que les obligó á volverle súbitamente la forma humana, dejando por esta transfiguracion en el cristal de esas aguas sus azuladas escamas.

Simónides cantaba tiernas elegías.

Hay muchas lagunas en este largo poema de tiempo en donde cantan tantas elegías...

Excuso decir que á los dos días de conocimiento, ya D. Francisco de Paula de la Costa y Sainz del Bardal... ¡Dios nos asista!... les había compuesto y dedicado una caterva de elegías, doloras, meditaciones y nocturnos en que salían á relucir los cocoteros, manglares, hamacas, sinsontes, cucuyos, y la bonita languidez de las americanas.

Tenía en la frente un mechón de negros y espeluznados cabellos que parecía un pábilo humeante, y en sus ojos, siempre mojados, chisporroteaban, con la humedad y el pestañeo, desgarradoras elegías.

Pedro Simón, autor de las Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme, obra impresa en Cuenca el 1626, y el poeta Juan de Castellanos, que escribió Elegías de varones ilustres de Indias e Historia del Nuevo Reino de Granada.

Su obra es inmensa, pues no sólo compuso las Elegías de varones ilustres de Indias, que llenan un tomo de 565 páginas de la compacta edición de Autores Españoles de Rivadeneira, y contienen muy cerca de noventa mil versos, sino también una Historia del Nuevo Reino de Granada, que andaba inédita y como perdida, y que poco publicó por vez primera D. Mariano Catalina en su Colección de Escritores castellanos.

Antología 3,50 MADRIGALES Y ELEGÍAS 3,50 CURROS ENRÍQUEZ AIRES D'A MIÑA TERRA.

ELEGÍAS 1,00 G. MARTÍNEZ SIERRA

XI.EDUARDO MARQUINA: Elegías.

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