85 oraciones de ejemplo con gacetilla

Es cierto que el bueno del Leonés pareció a Miranda hombre de tediosa compañía, en todo vulgar e infeliz, corto de alcances, con sus ribetes de mentecato, pero hubo de sufrirlo, y aun de acomodarse a las ideas del viejo, tanto que éste llegó a no poder tomar café ni leer El Progreso Nacional, órgano de Colmenar, sin la salsa de los sabrosos comentarios que Miranda hacía a cada fondo, a cada suelto y gacetilla.

No es fácil imaginar cuán honda sensación producía en el concurso alguna gacetilla rotulada, por ejemplo: «Acontecimiento incalificable».

Lo que acabó de ponerle mal con El Faro y sus redactores, fué cierta gacetilla en que se censuraba al ayuntamiento y al alcalde con alguna dureza, por el lamentable abandono en que tenían los servicios de policía urbana, y lo poco que trabajaban por hacer agradable la temporada de verano «a los distinguidos escrofulosos que acudían a la playa de Sarrió en busca de salud».

El primer síntoma de temor fué una gacetilla o novela a la mano en verso-prosa describiendo aquella nueva tertulia y pintando a cada uno de sus socios con nombres de animales; Maza la víbora, Delaunay un gallo belga, Marín el jumento, don Roque el cerdo, etcétera, etc.

Esta gacetilla exasperó a los del Camarote de un modo indecible.

Cinco o seis días después del suceso relatado, El Joven Sarriense insertaba una gacetilla donde pérfidamente se insinuaba la misma idea que le había obligado a hacer aquella memorable excursión nocturna a Tejada.

Gonzalo, que todas las mañanas a primera hora iba por el Saloncillo, la leyó en una gacetilla tan infame como hipócrita del Joven Sarriense.

Sobre todo, la extraña sonrisa, parecida a una mueca, que no se le caía de los labios desde que leyera la gacetilla del Joven Sarriense, la hacía estremecerse en algunos momentos.

me están llorando los ojos... ¡Vaya! ¡toma! estaba en la gacetilla... pero no, prefiero el folletín...

El único periodiquito que se publicaba entonces en Lancia todos los domingos (hoy existen once, seis diarios y cinco semanales) le dedicó una gacetilla en que, con no poca gracia, se burlaba de él.

Alvar era la verdadera gacetilla de la villa: no había incendio, ni asesinato, ni robo, ni paliza, ni casamiento, ni bautizo, que él no supiera antes que los incendiados, ó los asesinados, ó los robados, ó los apaleados, ó los casados, ó los bautizados.

¿Por qué se le llamaba «gacetilla»? 5.

¿Qué contiene la gacetilla de esta mañana?

¿Qué apodo (nickname) se le da a Madrid en este cuento? B, C. Escríbase, o refiérase delante de la clase, para la gacetilla de mañana, un suelto (article) que no pase de cuarenta palabras.

¡Todo para cazar la gacetilla arrulladora! Esta es la vida feliz que disfrutan la mayoría de los llamados grandes hombres.

Dejamos en el tintero para otra ocasion el análisis de la buena intencion que revela su gacetilla respecto de Cané, Gutierrez, y otros á cuyos escritos únicamente debe que su semanario no haya pasado ya á mejor vida.

El Marqués de Fúcar, que parecía la gacetilla de un periódico, según prodigaba sus elogios á las obras medianas ó malas, solía apuntar el precio de algunos objetos, bien cuadritos tomados á Goupil, bien porcelanas adquiridas en el martillo de la calle Drouot, y que eran hábiles imitaciones.

El Marqués de Fúcar, que parecía la gacetilla de un periódico, según prodigaba sus elogios á las obras medianas ó malas, solía apuntar el precio de algunos objetos, bien cuadritos tomados á Goupil, bien porcelanas adquiridas en el martillo de la calle Drouot, y que eran hábiles imitaciones.

Uno de éstos era el Gacetilla, un chico que llamaban así porque sabía todo cuanto ocurría dentro y fuera de la cárcel, y el otro, el Mambrú, un gimnasta que andaba con las manos y daba saltos mortales.

El curso de uno y otro día sin cartas, sin gacetilla, sin recado, no le quitaba su dulce ilusión... Sentía lástima de los que no eran autores de El Grande Osuna, y de Madrid por lo mucho que tardaba en gozarlo.

El curso de uno y otro día sin cartas, sin gacetilla, sin recado, no le quitaba su dulce ilusión... Sentía lástima de los que no eran autores de El Grande Osuna, y de Madrid por lo mucho que tardaba en gozarlo.

En cuanto vienen de hacer una gacetilla en cualquier papelucho no hay quien les aguante.

Haga simplemente una gacetilla.

Jiménez en tanto Alberto leía en voz baja la gacetilla de Pilares Futuro, había estado viendo, con infinito asombro, tanto destrozo como yacía por tierra.

La notoriedad hecha en párrafos de gacetilla es como una condecoración de oropel; quien se la pone, queriendo engañar a los demás, se engaña a mismo.

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