50 oraciones de ejemplo con hostigaba

Al mismo tiempo millares de paisanos, discurriendo por cerros y alturas, hostigaban de tal modo a los franceses, que no les era posible moverse.

Era menester que se libertase de aquellas ansias agresivas, que cada día le hostigaban con redoblada tenacidad, o, de lo contrario, perdería en una mala hora la cabeza y haría una barbaridad.

El buey de la izquierda, un hermoso buey sardo permanecía inmóvil; el otro, blanco, manchado de negro, se azotaba el lomo con la cola para espantar las moscas que le hostigaban.

Y el oro, desconfiado como ninguno, asentado con firmeza sobre el 348, no se movía, imperturbable; apostrofábanle los bajistas, le hostigaban los alcistas, y él, quieto, cansado, sin duda, de su ascensión violenta, esperando nuevas fuerzas para seguir su vuelo de águila.

Cuando su inteligencia quería bucear en lo hondo de su pensamiento, le veía poblado de formas extrañas que le hostigaban con las maldecidas preguntas de la duda.

Es hermosadijo maquinalmente Paz, a quien hostigaba el pensamiento la belleza de Engracia.

En uno de los ángulos había un pozo, junto al cual, sin miedo al sol que la hostigaba con su seco ardor, estaba una muchacha jabonando ropa blanca en una artesa, remangados los brazos y con la falda de percal sujeta entre las piernas.

El batallón, reducido a la mitad, formó el cuadro detrás de la aldea de Charmes y subió lentamente por el valle del Sarre, deteniéndose de vez en cuando, como un jabalí herido que hace frente a la jauría, cuando los hombres de Piorette o los de Falsburgo le hostigaban mucho.

Al domingo siguiente volvió á hablarle al cura, más asustada, más acongojada aún, y le dijo que el guarda la perseguía y hostigaba con su amor, de manera que no la dejaba vivir,{89-2} y hasta había llegado á amenazarla, si se mantenía en no darle oídos.

Estas pérdidas aterraron tanto á los paganos é infundieron á los cristianos tal ardor, que aquellos no hacian ya más que batirse en retirada, desordenarse y emprender la fuga, mientras estos avanzaban contínuamente, ganaban poco á poco terreno y hostigaban y perseguian á los moros; y á no ser por la llegada de nuevos refuerzos, los sarracenos hubieran perdido por aquel lado la batalla.

Hostigaba Regina las tinieblas, ansiosa de comprobar sus recuerdos desde que penetró en la tierra de Cantabria

Sinibaldo y Ottobon del Flisco, animados de igual ardor, hostigaban á la fiera, mientras que Luis de Gazzolo atravesaba su cuello con una saeta, despedida por un arco que le regalara Febo, al mismo tiempo que Marte le ciñera su propia espada.

Al ver que el Sarraceno la hostigaba con palabras y ademanes muy distintos de las atenciones que le habia guardado anteriormente, le dijo

Los camaradas que le hostigaban, «tres días de prisión».

Al llegar á las calles concurridas, el gentío me hostigaba con contactos intolerables.

A aquella hora, en que el calor no hostigaba todavía á jacos ni á viajeros, y la tierra despertaba impregnada de rocío nocturno, y el sol se bebía la ligera brétema, no molestaría ir en la berlina, á no ser por los ronquidos del Arcipreste, más hondos y atronadores cada vez, por su estorboso volumen, por las blasfemias del mayoral, por el olor desagradable del forro del coche.

Insúa lo hostigaba, sintiendo en la espalda el aire abrasado, y el pobre animal, lleno de pavor más que de bríos, soplaba con furia y se alzaba temblando, para marchar rompiendo siempre aquella inmensa malla de pajas crepitantes y lustrosas.

Sultán, el perro setter, y Calígula, el gato negro, le hostigaban con misteriosa fuerza la curiosidad.

Esguilaban los árboles, vadeaban los arroyos metiéndose en el agua hasta media pierna, hostigaban á las vacas con propósito resuelto de enfurecerlas, desafiaban el encono gruñón de los canes rústicos, se mofaban de las campesinas y apedreaban á los gañanes.

Una idea tenaz le hostigaba.

Esta frase lo perseguía, lo hostigaba.

¡Qué lucida hipoteca para sus seis mil duros! ¡Y el muy torpe hostigaba y perseguía á su deudor exponiéndole á coger una enfermedad, ó á cometer un desatino que le costara la vida antes de adquirir con qué pagarle! Afortunadamente, aún era tiempo de enmendar esa torpeza.

Le hostigaba la necesidad de sentir sobre el rostro la tersura lenitiva de la mano de su amante.

Toda su familia vivía a sus expensas, abusaba de él, lo hostigaba mortalmente.

Tal era la atmósfera de ingratitud y de envidia en la cual se debatía Miguel Ángel, entre una familia indigna que lo hostigaba y enemigos encarnizados que lo espiaban, contando con su fracaso.

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